miércoles, 22 de enero de 2020

Cuidado con el toro bravo y encastado / por Pla Ventura


En la foto, la imagen del triunfador absoluto en aquella memorable tarde, el irrepetible Diego Urdiales.

Me congratula el alma tener que acordarme –para bien, claro está-ahora de la corrida de Fuente Ymbro que lidió el señor Ricardo Gallardo en Madrid en la feria de otoño del pasado 2018. 

Cuidado con el toro bravo y encastado

Nosotros, desde siempre, como si un adoctrinamiento eterno se tratare, siempre hemos defendido la causa del toro en su integridad total en cuanto a casta y bravura se refiere. Ciertamente, para el aficionado puro no existe otra ley que no sea la mencionada respecto al toro. Y justamente ahí es donde radica la grandeza de este espectáculo al que conocemos como la fiesta de los toros. Una fiesta que, en manos de las figuras corre el serio peligro de la extinción porque el toro ha muerto antes de empezar la corrida. He dicho aquello de cuidado con el toro bravo y encastado y eso lo saben los toreros, especialmente los que se ponen bonitos frente a los animalitos indefensos. Por ello, cuando escuchan la palabra casta huyen despavoridos porque, serán muy cobardes al no aceptar el reto, pero de tontos tienen muy poco porque muchos toros encastados han retirado del toreo a sus lidiadores, al tiempo que, esa misma casta ha aupado a lo más alto a diestros que estaban sin contratos. Son, amigos, las dos caras de la moneda y, pobre del que le toque el reverso de la misma.

Me congratula el alma tener que acordarme –para bien, claro está-ahora de la corrida de Fuente Ymbro que lidió el señor Ricardo Gallardo en Madrid en la feria de otoño del pasado 2018. Era, como se sabe, sangre Domecq pero, esencialmente la que no quieren las figuras del toreo y, la querrán mucho menos sabedores de lo que ocurrió aquella fatídica tarde para unos y gloriosa para otros. Como fuere, para nosotros, los aficionados, nos cabe el honor de saber que, cuando menos, algo de sangre Domecq se parece al toro de verdad y eso congratula a cualquiera.

Y fijémonos como es la cuestión de los toros de Ricardo Gallardo que, en su momento se los rifaban las figuras porque, claro, era sangre Domecq y ahí no podía caber el más mínimo error. 

Claro que, lo que los toreros no sabían era la intención del señor Gallardo de echarles unas “gotitas” de casta a los toros que había comprado. Por ello, cuando se dieron cuenta que los toros citados daban cornadas y planteaban problemas, las figuras del toreo se apartaron muy pronto de dichos bicornes y, desde aquel momento, dichos toros son lidiados por los segundones del toreo que, para su dicha, algunos han logrado éxitos auténticamente apoteósicos.

Como decía, aparentemente, era una corrida de trámite; una más de las que se montan en Madrid, en aquella ocasión para que callasen tres “desgraciados” puesto que, en el cartel no había torero de “tronío” alguno. Claro que, al finalizar el espectáculo todos salíamos a las calles toreando porque Diego Urdiales, un purista de época, consiguió que todos los que habíamos soñado el toreo auténtico frente al toro encastado, logró que más que un sueño, que fuera una auténtica realidad para gozo del diestro y, sin duda alguna, para todos los aficionados que, salimos de la plaza henchidos de gloria y emoción. Tarde apoteósica la de Urdiales en Madrid, pero mucho más para nosotros que tuvimos la dicha de ver al creador del arte frente a unos toros auténticos para que todos disfrutásemos de aquel festín singular. El arte lo puso Urdiales mientras que los toros pusieron la auténtica emoción de un toro de lidia. Todo ocurría un 7 de octubre de 2018 en que, Octavio Chacón arrancó una oreja con fuerza inusitada, librándose de varias cornadas porque, como dije, los toros de Ricardo Gallardo ofrecen orejas para todo el que sea capaz, pero de igual modo reparten cornadas. Triunfos al margen, en la referida tarde triunfó la emoción por encima de otros valores, la que proporcionaron los toros con su casta y los toreros con su arte.

A su vez, aquí viene el reverso de la moneda cuando, dos toros de Ricardo Gallardo, bravos como pocos, retiraron del toreo a David Mora puesto que su bravura le desbordó y no supo qué hacer cuando, como se sabe, David Mora ha sido siempre un torero muy respetado en Madrid. Nadie le negará a Mora su voluntad en aquella aciaga tarde para él; pero aquello no era cosa de voluntad que, justifica todo cuando el toro no embiste y tiene intenciones criminales. Eran toros de triunfo y si Mora hubiera sido capaz de echar el resto y torear como en otras ocasiones ha toreado, el triunfo lo tenía en su mano puesto que, Diego Urdiales se lo demostró; pero no fue capaz y eso querían los taurinos, un fracaso para arrinconarle. Seguro que, de haber sido figura se lo hubieran perdonado, por eso las figuras no quieren la casta, porque no quieren tener que pedir indulgencias más tarde. Pese a todo, confiemos que David Mora, un torero honrado, pueda volver de nuevo al circuito con el que defendió su causa torera junto a inolvidable Iván Fandiño.

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