Mil tres pases después, récord mundial de la división de pases, parece que el Barcelona está exactamente en el mismo sitio en el que lo dejó el Txingurri: con un futbolista superior a todos los demás, que convierte en oro todo lo que toca como el Rey Midas y que sigue desatascando los partidos porque, cuando recibe, encara o, en su defecto, mete un balón peligrosísimo a un compañero.
Y mil tres pases después el Barcelona de Setién está donde lo dejó Valverde
El Barcelona jugará mejor de lo que lo hizo ayer ante el Ibiza en Copa del Rey o el otro día ante el Granada en Liga, pero no lo hará como lo hacía el Barcelona de Johan Cruyff o el de Pep Guardiola simple y llanamente porque no tiene los mismos futbolistas. El Barcelona de Quique Setién jugará al fútbol mejor que en sus dos primeros partidos porque, francamente, es difícil hacerlo peor, pero no lo hará como el de Cruyff porque no tiene a Koeman, Laudrup o Stoichkov, ni tampoco lo hará como el de Guardiola porque no tiene a Xavi, Iniesta o Puyol. Decía el otro día Setién, que lleva opositando al banquillo culé desde que dirigía al Lugo, que sus equipos habrán podido ganar o perder pero que siempre han jugado bien al fútbol, pero, ¿qué es exactamente jugar bien al fútbol? Yo recuerdo partidos infumables del Betis y encuentros soporíferos de Las Palmas, y para recordar lo que pasó ayer tampoco hay que correr demasiado.
Setién, insisto, no llegó al Barcelona porque fuera una calcomanía de Cruyff o un adorador de Guardiola, no; Setién llegó al banquillo del Barcelona porque Xavi, que sí es un apóstol de eso que los periodistas dimos en llamar tikitaka, dijo que no, pero también porque Mauricio Pochettino o Ronald Koeman, que no tienen nada que ver con Guardiola, dijeron que no. Así que Setién llega de puro rebote al banquillo del Barcelona, cuando nadie lo esperaba, ni siquiera él mismo, que estaba con sus vacas en el campo. Y el peligro de llevar al extremo el cruyfismo es que uno acabe convirtiéndose al técnico en una mala imitación del original y hasta en una copia falsa de sí mismo, una mala copia, un fake. Porque, ¿dónde está escrito que Johan Cruyff dijera alguna vez que había que tocar y tocar y volver a tocar sin profundidad, sin velocidad y sin desmarques de ruptura? Es más, Cruyff decía todo lo contrario, decía que, al objeto de ganarle espacio al rival, había que tocar, sí, pero con una velocidad endiablada, que es justo todo lo contrario de lo que ha hecho este Barcelona en sus dos primeros partidos de Liga y de Copa.
¿Por qué quiso evolucionar Luis Enrique, que luego ganó la Copa de Europa, lo que había hecho Guardiola? Pues por una cuestión biológica, y es que el seleccionador nacional de fútbol heredó unos jugadores veteranos y que estaban ya próximos a colgar las botas. A Luis Enrique le salió bien, pero no puede decirse tampoco que le saliera mal a Valverde, que definitivamente no jugaba a lo que pretende ahora Setién: dos Ligas y una Copa en dos años y medio. El Barcelona jugará mejor porque tiene futbolistas de muchísima calidad y, sobre todo, porque tiene a Messi, que es quien sigue decidiendo al final los partidos. Ayer, en Ibiza, sin Leo estuvo a punto de caer en dieciseisavos de final ante un equipo de Segunda B. Y es que, dejando a un lado las zarandajas, no es el modelo, son los futbolistas. Como le sucedió al Real Madrid de la Quinta, este Barcelona se topó con una generación irrepetible de jugadores, pero con ellos se rompió el molde. O ese molde al menos. Porque, siento darle este disgusto a los culés, Riqui Puig no es Xavi y Ansu Fati no es Iniesta ni mucho menos es Messi.
Así que el Barcelona seguro que jugará mejor al fútbol en el futuro, pero no volverá a hacerlo como el de Cruyff, que si hubiera podido ver el partido de ayer en la Copa no habría reconocido ni por el forro ese estilo del que hoy presumen los culés. Jugará mejor al fútbol, sí, pero viendo sus dos primeros botones de muestra hubo quien este miércoles recuperó la vituperada figura de Valverde hasta convertirla en tendencia en Twitter porque se pensó que a lo mejor Ernesto hacía lo que podía con lo que tenía y que su equipo no jugaba tan rematadamente mal. Mil tres pases después, récord mundial de la división de pases, parece que el Barcelona está exactamente en el mismo sitio en el que lo dejó el Txingurri: con un futbolista superior a todos los demás, que convierte en oro todo lo que toca como el Rey Midas y que sigue desatascando los partidos porque, cuando recibe, encara o, en su defecto, mete un balón peligrosísimo a un compañero. O sea, justo todo lo contrario de lo que preconizan Setién o el propio Guardiola. Repito que no le trajo el modelo ni le sostendrá el sistema: le trajeron los noes de Xavi, Koeman, Pochettino y alguno más y le sostendrá conquistar la Champions. Ha firmado para dos años y medio pero en el fútbol, como en general en la vida, algunos contratos están justamente para no ser cumplidos. Tiene mérito coger al equipo ahora, con Suárez lesionado y sin los jugadores que hicieron grande a ese equipo, pero para mérito del grande el que tendrá el entrenador al que le toque dirigir al Barcelona después de Messi, que llegará, claro que llegará, de hecho está esperando a la vuelta de la esquina.
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