martes, 11 de febrero de 2020

¡Que hagan una escuela de matadores! / por Paco Cañamero



Desde hace unos años todo vale y ya lo importante es que encarnar la espada, olvidándose que se debe ser por el hoyo de las agujas, tras hacer la suerte con el decoro que se debe, en lo que se llama los tres tiempos, o lo que es igual la preparación, fijación y ejecución.

¡Que hagan una escuela de matadores!

Paco Cañamero
Glorieta Digital / Salamanca, 9 febrero, 2020
En medio de esta época cuando el ‘sistema ha desbravado a una gran mayoría de la prensa para convertirlos en amanuenses de su interés y se consuma la pérdida de la figura del aficionado, otra cosa que se ha ido por el desagüe de la seriedad es la suerte suprema, siempre fundamental. Desde hace unos años todo vale y ya lo importante es que encarnar la espada, olvidándose que se debe ser por el hoyo de las agujas, tras hacer la suerte con el decoro que se debe, en lo que se llama los tres tiempos, o lo que es igual la preparación, fijación y ejecución.


Hoy vemos que ya no se diferencia entre estocada y estoconazo. Y se le da la misma importancia a una estocada en su sitio que a otra perdiendo la muleta, algo grave y que siempre restaba el triunfo. Lo triste es que estoconazos caídos, traseros… son premiados y nadie protesta. No hay más que ver las habituales polémicas de los últimos años tras faenas que quieren premiar con dos orejas tras estocada defectuosas y perdiendo la muleta. Y es que aunque se trate de una gran faena nunca debe llevar el doble premio cuando se falla con el acero.

De la manera que está el toreo será muy difícil que se vuelva a recuperar el esplendor de la suerte suprema. Será un milagro que se intente convencer a la gente de su verdad, sencillamente porque ya no hay aficionados y quien acude a las plazas, en su mayoría, se ha dejado llevar por la actual aureola de triunfalismo y no busca más que se corten alegremente las orejas. Olvidándose que un triunfo o una puerta grande es algo grandioso que lleva detrás una obra de mucho calado.


Que alguien monte una escuela para enseñar a ejecutar con torería y pureza la suerte suprema, no como se hacen ahora que van a estrellarse contra el toro.

Hoy más que nunca el toreo necesita una escuela de matadores para que aprendan a matar con decoro y elegancia que necesita la suerte suprema. Que vean vídeos de Rafael Ortega, de Paco Camino, de Ostos, de Andrés Vázquez, de Uceda Leal… O de aquel modesto riojano llamado Antonio León, natural de Arnedo que mataba tan bien que los públicos no querían más que llegara ese momento para disfrutar de su interpretación.

Por eso hace falta que se recupere la grandeza de la estocada y frenar el desastre actual. Que alguien monte una escuela para enseñar a ejecutar con torería y pureza la suerte suprema, no como se hacen ahora que van a estrellarse contra el toro. Que venga alguien y los enseñe, que les hablen de Martín Agüero, el del pasodoble tan bonito de la plaza de Bilbao. Pero sobre todo que enseñen la verdad y grandeza de la suerte suprema antes de que se pierde definitivamente.

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