En la imagen de la época, Joaquín Bernadó junto al incipiente reportero Pla Ventura.
No ha sido tarea baladí lo que el maestro Bernadó le ha aportado al torero puesto que, mientras estuvo en activo nos ofreció lecciones memorables, muchas de ellos, emborronadas por el mal manejo de la espada, pero lo que nadie nos pudo privar de su persona es su arte inenarrable.
Evocación al maestro Joaquín Bernadó
Pla Ventura
Toros de Lidia / 28 marzo, 2020
En este tiempo de reflexión íntima de la que todos gozamos, en mi caso, pasan por mi mente imágenes de lo que ha sido mi vida, de los personajes que he conocido que, sin duda, la gran mayoría han dejado un recuerdo hermoso en mi ser.
Han pasado muchos años desde que conocí al maestro Joaquín Bernadó, pero su recuerdo vive dentro de mí ser como el primer día. No podía ser de otro modo puesto que, la grandeza del torero catalán sobrepasa los límites de lo imaginable puesto que, pese a todo, Bernadó hizo de su vida un modelo de sinceridad y humildad, lo que le permitió caminar por la vida ligero de equipaje. Como digo, en mi juventud, me cupo la dicha de compartir muchos momentos con Bernadó y, jamás se me borró de mi mente aquella sinceridad del diestro, su pasión por la amistad, por cultivarla en favor de todos los que le amaban que, sin lugar a dudas eran todos los que le trataban.
Bernadó lo logró todo en su profesión; dinero, fama, reconocimientos, amoríos con una grande del espectáculo y, paradojas del destino, la vida misma se lo arrebató todo. Pero lo que la vida no pudo arrancarle es su generoso corazón y, hasta tuvo valor de empezar de nuevo en Canencia de la Sierra y, junto a una espléndida mujer proseguir un camino lleno de luz y esperanza. Y digo que tuvo el valor de empezar de nuevo puesto que, muchos, en su lugar hubieran emprendido el camino del suicidio y, mientras ello hubiera sido la norma general por parte de cualquier individuo, Joaquín Bernadó, sin nada, se aferró a la vida para salir triunfador ante la misma.
Yo guardo recuerdos bellísimos de Joaquín Bernadó cuando hacía sus campañas en México puesto que, desde la capital azteca me remitía cartas hermosas, las que guardo como un recuerdo maravilloso. Casi doscientos paseíllos en la tierra de José Alfredo Jiménez avalan al diestro catalán para demostrar todo lo que supuso su arte por aquellas tierras que, al margen de México como país central donde recalaba, Colombia fue otro de los feudos importantes del maestro ya que, por ejemplo, la plaza de toros de Cali fue inaugurada por el maestro catalán.
Qué decir del maestro tras sus doscientas cincuenta corridas de toros en Barcelona, la plaza que le encumbró, la que le amó y la que le dio el pasaporte para el estrellato mundial. Esa plaza que, como el maestro me contara, no podía entender, por nada del mundo que unos apestosos políticos lograran clausurarla. Todavía, más de una década después, Joaquín Bernadó sigue sin dar crédito a lo que vieron sus ojos, que la plaza más importante del mundo en cuanto a la celebración de corridas de toros, por culpa de unos mal nacidos quedara clausurada para siempre.
Como vemos, los ochenta y cinco años del maestro le han dado para mucho, incluso para comprobar cómo se cerraba una plaza por decisión de unos hijos de puta que ni han trabajado nunca ni saben de la grandeza de los toreros.
No ha sido tarea baladí lo que el maestro Bernadó le ha aportado al torero puesto que, mientras estuvo en activo nos ofreció lecciones memorables, muchas de ellos, emborronadas por el mal manejo de la espada, pero lo que nadie nos pudo privar de su persona es su arte inenarrable. Más tarde, residiendo ya en Canencia de la Sierra, desde allí estuvo acudiendo muchos años a la escuela taurina de Madrid para, en calidad de profesor, enseñar a cientos de chavales que, como sabemos, muchos de ellos lograron ser matadores de toros, preguntémosle a José Miguel Arroyo Joselito, entre otros, y tendremos la versión exacta de todo lo que supuso el maestro para dicha escuela.
La vida de Joaquín Bernadó no podía quedar difuminada por el universo ya que, la humanidad, sus aficionados, tenían derecho a tener un volumen explícito sobre el maestro para que, para la posteridad quedaran reflejadas sus virtudes, tarea que acometió Juan González Soto para inmortalizarle en su libro, HILO DE SEDA Y ORO puesto que, de seda era su muleta y oro auténtico el caudal de torería que anidaba dentro de su ser.
Como explico, evocar la figura de este hombre singular en un ramillete de palabras, en los momentos que vivimos, esta evocación es puro sentimiento hacia el maestro que, pese a su edad, todavía le sabemos con ánimo e ilusiones, las que le pido a Dios le conserve durante muchos años puesto que, su sola presencia en la vida y muy concretamente en el mundo de los toros, Joaquín Bernadó es toda un referencia puesto que, al margen de ser un gran torero, Bernadó ha sido, desde siempre una excelentísima persona. ¿Cabe lujo mayor?
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