viernes, 10 de abril de 2020

Diálogos en la dehesa / Paco Mora


(Foto: Arjona)

 “Cuando tú tengas la edad para salir al ruedo esto habrá pasado, nuestro ganadero podrá presumir de la casta y bravura de su ganado, y tú morirás entre oles y música, bajo el sol de la atardecida en cualquier plaza de España, y no en el lúgubre rincón de un matadero, como si fueras un ente inservible que no sirve siquiera para la tabla del carnicero”.

(El cuatreño al becerrito)

Diálogos en la dehesa

Paco Mora
La dehesa está triste, los mugidos de las vacas suenan a queja sin respuesta, y el sonido del otrora alegre tin-tran de los cencerros se ha trocado en el del volteo lento de campanas en Semana Santa. Los toros bravos, reseñados para ser lidiados esta temporada, apartados en un rincón abrigado por las centenarias encinas, rumian su pesar por algo que no comprenden. El becerrillo trotón, que se ha colado en el grupo, con la natural ingenuidad de su juventud, les dice a los cinqueños: “No sé de qué os quejáis, pues estáis salvando la piel con esto del coronavirus”. El más viejo del grupo lo mira con dureza y le responde; “¡Qué sabrás tú chotillo imberbe!, nosotros hemos nacido para morir luchando en la plaza y si no lo hacemos este año iremos a parar al matadero y algún día sabrás, cuando crezcas, que entre morir como un toro bravo en el ruedo y hacerlo en la oscuridad de un matadero hay una diferencia sustancial".

El becerrito lo mira de reojo y le contesta: “Peor es lo mío, que tengo que esperar todavía tres o cuatro años para salir a un redondel para demostrar mi bravura”. “¡No digas tonterías!”, le retruca el cuatreño adelantado con gesto triste y desolado: “Cuando tú tengas la edad para salir al ruedo esto habrá pasado, nuestro ganadero podrá presumir de la casta y bravura de su ganado, y tú morirás entre oles y música, bajo el sol de la atardecida en cualquier plaza de España, y no en el lúgubre rincón de un matadero, como si fueras un ente inservible que no sirve siquiera para la tabla del carnicero”. El becerrito sale del grupo haciendo cabriolas detrás de una mariposa que ha saltado de un matojo y pensando: “¡Qué malo debe de ser llegar a viejo!”.

“Eso si nuestro amo no disuelve antes la ganadería, cansado de perder dinero, porque lo único que le faltaba a este ruinoso negocio era ese bichito inmundo que está diezmando a los mortales, que de no ser por él ahora estarían afluyendo a las taquillas de Sevilla para presenciar las faenas de los mejores toreros y las embestidas de los toros más encastados del campo bravo español”, ronronea la vaca vieja, pero todavía en activo gracias a su buena reata. Mientras, iba cayendo la noche y las campanas seguían tañendo a duelo. Duelo por el campo bravo.

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