domingo, 19 de abril de 2020

Las malas lenguas / por Pla Ventura:



Veo que la gente disfruta haciendo daño a sus semejantes y, la cuestión aludida no es tarea baladí para nadie y, mucho menos para el maestro Ortega Cano al que tratan de hundir en la más vil de las miserias cuando, si se me apura, el pobre ya ha pagado con creces la factura que la vida ha podido pasarle por aquello de las frivolidades cometidas.

 Las malas lenguas

Pla Ventura
Toros de Lidia /18 abril, 2020
Observo con detenimiento todos los aconteceres que podemos ver a diario en la prensa y, respecto  al mundo de los toros hay gente con un corazón apestado porque, por nada del mundo se le debe hacer daño a ese pobre hombre llamado Ortega Cano que, por si faltaba algo en su vida, los bulos que difunden a diario sobre su esposa son calamitosos y, honradamente, me cuesta mucho creer que la señora Ana María Aldón sea capaz de traicionar sexualmente al maestro.

La prensa amarilla ha encontrado un filón con Supervivientes en que, al parecer, el único que no supervive ante nada ni ante nadie es el maestro Ortega Cano puesto que, aquello de sospechar de su esposa a tenor de las imágenes que todos hemos visto con el torero Pavón, quiero pensar que se trata todo de una pose al estilo de las mejores películas; es decir, Ana María Aldón se está trabajando el papel como si de una artista de celuloide se tratare, pero de ahí al engaño puro y duro hacia su esposo, es algo que me parece abominable.

Veo que la gente disfruta haciendo daño a sus semejantes y, la cuestión aludida no es tarea baladí para nadie y, mucho menos para el maestro Ortega Cano al que tratan de hundir en la más vil de las miserias cuando, si se me apura, el pobre ya ha pagado con creces la factura que la vida ha podido pasarle por aquello de las frivolidades cometidas.

¿Más madera para dicho fuego? No, por Dios. Es ahora el momento cuando deberíamos de recordar, añorar y contar los grandes éxitos de los años noventa en los que el maestro, por aquellas calendas, era santo y seña entre la torería; capítulos que, sin dudar, darían mucha alegría al maestro Ortega Cano que, harto de problemas, quemado por mil situaciones que h sufrido en la vida, rememorar sus grandes éxitos sería una forma de aliviar su corazón.

Lo dicho sería lo lógico, lo cabal, lo sensato; pero no, queremos sangre al precio que fuere sin pensar que, detrás de cada artista o personaje público hay un hombre de carne y hueso que, lejos del resplandor de las “cámaras” sufre como cualquier mortal.

Contemos, como decía, aquellas tardes irrepetibles del maestro que, en su día fue santo y seña entre la torería del mundo  en la que, por ejemplo Madrid era el escenario de sus grandes éxitos, sin ir más lejos, aquella corrida de Beneficencia del año 1992 en que, junto a César Rincón, enardecieron dicha plaza para salir en hombros de tan magno escenario, todo, tras aquella apoteosis artística que inundó el ruedo más emblemático del mundo. Capítulos como el citado, respecto a Ortega Cano, los podríamos contar por decenas, todo un argumento que sin duda evadiría al maestro de la “pandemia” tan particular que le azota.

Por nada del mundo, por mucho dinero que le hayan pagado a su mujer por concursar en Supervivientes, aquello de que la mujer de uno esté entre los brazos de otro, debe ser muy amargo pese a que, como digo, sospecho que todo serán poses que pide la cámara, pero nada más. Pero no olvidemos que Ana María Aldón está en la isla mientras que, Ortega Cano está en España sufriendo desesperadamente ante los avatares de su esposa. Quiera Dios que acabe pronto esta película y que el propio diestro pueda retornar a la realidad de la vida que, no debería ser otra que verle feliz junto a su esposa e hijos.

En la foto el maestro Ortega Cano al que deberíamos de recordar como torero, nunca como personaje vinculado a la farándula.

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