miércoles, 8 de abril de 2020

Un abril sin Feria de Abril / por Antolín Castro


Las nubes que amenazaban han sido otras mucho peores

Nos lo perderemos todo y en la distancia buscaremos los momentos mágicos que protagonizó el Faraón de Camas hace años, dibujaremos nosotros las medias verónicas en casa con el delantal de la cocina y a la hora de entrar a matar lo haremos con unas olivas verdes que acompañarán nuestra cervecita en el hogar.

Un abril sin Feria de Abril

Había carteles para Sevilla, había feria proyectada y programada en este 2020, pero va a ser que no.

Los tiempos que vivimos lo aconsejaban desde mucho antes de decretarse el estado de alarma. Solo un necio podía creer que se podrían celebrar sus corridas de toros y su feria de farolillos. Menuda imprudencia habría sido.

Lo dije en mi artículo del pasado 11 de marzo, sin embargo, esperaron los responsables de la empresa Pagés al decreto de alarma del Gobierno del día 15 para suspenderla. En qué pensaban ¿en los Reyes Magos?

El caso es que no hay toros y, sin ellos, abril se queda como un mes descafeinado. Los aficionados han de quedarse solo con recuerdos, si es que quieren tener imágenes y conversaciones sobre la Tauromaquia. El albero de la Maestranza no sufrirá el maltrato de las lluvias como otros años, pero tampoco podrá disfrutar de una suerte de varas bien hecha y protagonizada por un toro bravo; tampoco de unos lances a la verónica como aquellos con los que nos abrió los ojos el pasado año Pablo Aguado; o la naturalidad y verdad muletera de Diego Urdiales.

Nos lo perderemos todo y en la distancia buscaremos los momentos mágicos que protagonizó el Faraón de Camas hace años, dibujaremos nosotros las medias verónicas en casa con el delantal de la cocina y a la hora de entrar a matar lo haremos con unas olivas verdes que acompañarán nuestra cervecita en el hogar.

Abril nos quita muchas cosas, los toros, la Semana Santa… y tantas ilusiones por y para disfrutar en las calles de los cielos y las temperaturas primaverales. Será un año excepcional, privándonos de la libertad de acudir despacito a la Puerta del Príncipe para presenciar la corrida que más nos había gustado del cartel. Ni el pescaito frito ni el fino podremos degustar después.

Pero nadie nos va a poder quitar el deseo de que ‘cada mañana es una buena noticia’ y que cada día que pasa estamos más cerca de abrir las puertas de todas las plazas de toros, entrar en ellas y así poder disfrutar de lo que nos apasiona, un toro bravo en todo su esplendor y el arte de torear.

Pasado ese tiempo, que nos dejará también sin el deseado San Isidro en Madrid, podremos salir victoriosos de esta guerra despiadada que nos está tocando vivir. Por respeto a todos nuestros compatriotas, familiares, amigos y aficionados caídos, los minutos de silencio, antes de romperse los paseíllos, serán una obligación debida en cada una de las plazas, un homenaje sentido a tanto dolor.

¡Muera el virus! ¡Viva la Fiesta Brava!  

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