jueves, 14 de mayo de 2020

El maestro Ostos vuelve triunfar / por Rafael Comino Delgado



Siempre se le consideró como un torero muy poderoso, muy valiente, de gran técnica, que destacaba con la muleta y, sobre todo, la espada, pues ha sido uno de los que mejor han matado los toros. Sin duda un referente de su época. 


El maestro Ostos vuelve triunfar

Rafael Comino Delgado
Nació en Écija, la primavera de 1931, dentro de una familia bien acomodada, y en su ADN llevaba, porque así lo quiso Dios, los genes que codifican el sentimiento torero, la pasión por el toro, la torería.
Siendo un adolescente, un día en que Manolete toreaba en Écija, decidió ir al hotel a verle, sin saber cómo lo haría, ni que le diría si lograba llegar hasta él. Y tuvo la suerte de qué subiendo una escalera del hotel, el Monstruo bajaba y se cruzaron. La majestad del Califa cordobés, su porte torero, su personalidad, en definitiva, le cautivaron; se quedó tan impresionado que no logró articular palabra alguna. Aquello supuso el empujón final que necesitaba, para con toda determinación decidir ser “torero”, a lo que la familia se oponía, pero la decisión estaba tomaba, y ya nadie le pararía.

En aquellos tiempos no había, como hoy, tantas escuelas taurinas. La escuela era coger el hatillo al hombro y recorrer los caminos de Andalucía y Salamanca, de tapia en tapia, buscando poder pegar un muletazo a alguna vaca. También, capeas por los pueblos y, de vez en cuando, saltar un cercado, cuando nadie les veía, apartar una vaca, y enfrentase a ella, lo que muchas veces les costaba, algún que otro sopapo del mayoral, cuando no la cárcel.

Desde el principio destacó por ser muy avispado, por su enorme casta, raza y valentía. Cuando quería algo iba, sin pensárselo dos veces, a por ello. Pronto destacó entre los maletillas, y empezó a hacerse un nombre, que le llevó a debutar con picadores en Osuna, el 5 de abril de 1953, y a la alternativa en Zaragoza el 13 de octubre de 1956, de manos del Litri y testigo Antonio Ordóñez; cartel de lujo. Y a partir de ahí a colocarse en figura de su época durante lo que quedaba de los cincuenta, la década de los sesenta y primeros de los setenta, pues en 1974 se retiró, aunque toreó en multitud de festivales benéficos. 

Siempre se le consideró como un torero muy poderoso, muy valiente, de gran técnica, que destacaba con la muleta y, sobre todo, la espada, pues ha sido uno de los que mejor han matado los toros. Sin duda un referente de su época
Además de triunfar ante los toros, también triunfo frente a la muerte en más de una ocasión, pues recibió, como es lógico, muchas cornadas, pero ello no hizo mella en su arrojo, su valentía y su raza. El 17 de julio de 1963 recibió una gravísima cornada en Tarazona de Aragón, de la que todo el mundo creyó que no saldría. Se le dio la Extremaunción y se le transfundieron 11 litros de sangre, lo cual da idea de la enorme gravedad, pero logró superarla y volver a los ruedos con la misma raza que siempre tuvo. Por su valentía, por su arrojo y por su espada, se le conocía y conoce como, “Jaime Corazón de León”. Es poseedor de la Cruz de la Orden de la Beneficencia, que se le impuso, en ruedo de la Real Maestranza de Sevilla, durante la feria de San Miguel de 1967.
Ya retirado, durante unos años, la llamada, “prensa del corazón”, puso su objetivo en él, qué en lugar de pasar de ello, como hicieron y hacen otros, plantó cara a quien se pusiera delante, con su particular franqueza y valentía. Es un hombre que siempre ha ido por la vida, de frente, no achicándose ante nada ni ante nadie que haya querido extorsionarle o humillarle.

Naturalmente siempre le seguí, mientras estaba en los ruedos, pero personalmente le conocí en octubre de 2010, cuando fui a Madrid, invitado por Circulo Amigos de la Dinastía Bienvenida, a pronunciar una conferencia, titulada, “En defensa del Toreo”, y a la que tuvo la gentileza de acudir acompañado de su esposa, la Dra. Maria Ángeles Grajal. Antes de iniciarse la conferencia me le presentaron, y tras finalizar la misma, tuvo la gran amabilidad de subir al estrado para felicitarme por la misma; recuerdo que me dijo: “Pronto voy a cumplir ochenta años, he asistido a muchas conferencias sobre toros, y no soy de dar coba a nadie, pero nunca había oído una tan bien planteada, con tan sólidos argumentos”, lo cual viniendo de quien venía, se lo agradecí y agradeceré mientras viva. Además, eso mismo comentó con otros asistentes, que luego me lo hicieron llegar.

Ahora, a sus 89 años, el maldito virus Covid-19, fue  a por él. Ya se sabe que las personas mayores, especialmente de más de 70 años, tienen mayor riesgo, y la mayoría de los fallecidos han sido precisamente de esas edades. Pero el maestro Jaime Corazón de León, le ha plantado cara, con su proverbial casta y raza, ha luchado contra él durante más de dos meses ingresado en la Clínica de la Zarzuela de Madrid, y finalmente ya está en casa, recuperándose con los suyos, eliminado el virus, pues en el test PCR, que se le ha hecho, ha dado negativo. Otro gran triunfo de un torerazo, con un corazón más grande que una plaza de toros, y raza para hacer muchos toreros y muchos hombres valientes. 

Todos los taurinos debemos estar contentos de este nuevo triunfo del maestro y, particularmente, yo lo celebro con especial entusiasmo. Me alegro de verás. Que siga Ud. plantando cara a la vida y cumpliendo años, junto a sus seres queridos. ¡Enhorabuena, maestro, hombres de su categoría nacen pocos!

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