martes, 12 de mayo de 2020

La batalla de Badajoz / por Barquerito Badajoz (2006)

Asedio a Badajoz. Caton Woodville Jr. Wikipedia

Badajoz, una batalla. A grandes batallas ha dado nombre la comarca. Badajoz es ciudad baluarte. En una de sus ventanas se alza su plaza de toros. No una. Dos, tres batallas. Taurinas....

La batalla de Badajoz

Barquerito / Badajoz, VI 21 2006
Cronicatoro. Enviado por Ignacio Álvarez Vara, Madrid V 10 de 2020.
De fondo tenía la feria –“la mayor de Extremadura”- su grasa, su gracia y su  manteca. Primero, la novillada de abreboca. Inspirado Posada, entregado y templado Israel Lancho, excelente con la izquierda en una tanda Cayetano, que se llevó los dos peores. Luego, con la noche de San Juan por medio, las corridas clave de la feria. La manteca. Una de Jandilla en la víspera del día grande, que es cuando cuesta tirar de la taquilla. La tarde de la fiesta, toros de Zalduendo. Muy bien hecha la corrida.

En las dos clave estaba puesto Miguel Ángel Perera. No de cualquier manera. Mejor, imposible. Con El Juli y Alejandro Talavante el día 23. Con Ponce y Morante el día de San Juan. El acento regional en la feria de Badajoz se ha ido acentuando. Como en todas partes. Perera, que es de la Tierra de Barros, parecía y no deja de parecer esperanza seria de torero no sólo regional. La feria de este año, tan bien ideada para él precisamente, se ha encontrado a Perera en pleno atasco.

De ideas precisamente. Cuatro toros, una oreja. Los dos más deslucidos de la desigual corrida de Jandilla. Pero un lote bueno y bravo de la de Zalduendo, corrida que dio hasta cinco toros para ponerse en serio. Cinco. Hizo viento los dos días. Se le acabaron a Perera los dos jandillas antes de empezar. Uno de ellos tuvo mansa guasa. Pero no los zalduendos, que salieron bravos. Firme estuvo con uno y otro. Empeñado en taparlos, someterlos, domarlos. Árnica pidieron los dos toros. La cosa quedó en preocupantes tablas. Torero hay. Pero hay que sacarlo de donde se pone cuando se pone. Y de donde está, que, eso sí, está siempre.

A los dos años de alternativa lo normal es que lo toreros que hacen ferias se atocinen un poco. Son jóvenes, nuevos. No es fácil pensar. Después caerán en la cuenta de que, por ejemplo, los dos zalduendos de esta feria de Badajoz eran los que tenían que ser y en el día justo. El quinto jandilla lo empaló, a Perera, en el embroque de la estocada y fue cogida de las de dejar a un torero para el arrastre. Hubo fortuna. Sólo la taleguilla rota. La gente se había vuelto un poco contra el torero durante la faena, que resultó farragosa. Después de la cogida, terrible, una invasión de cariño.

Al quite de la cogida de Perera salió todo el mundo menos Talavante. Sangre fría. El que cogió a Perera fue seguramente Talavante. En menos de treinta días Talavante se ha convertido en la ilusión de toda la gente del toro de Extremadura. Por el eco reduplicado del éxito de San Isidro con la novillada de El Ventorrillo. Se ha puesto la cosa tan caliente con Talavante que el propio Perera ha empezado a parecer vecino molesto. Eso se notó claramente en la corrida de Jandilla. Talavante se estiró de capa con aire risueño y seguro: pies casi juntos, medio compás, brazos por delante. Y se ajustó lo indecible. Talavante toreó de muleta con soltura sorprendente. Y limpieza, mientras duró y quiso el toro.

Mientras se averiguaba lo que iba a durar el toro, el torero se pegó, a paso de gallo, paseos morosísimos lejos del toro. Hicieron la delicia de la inmensa mayoría. Cuando el toro no quiso tanto, vino a descubrirse que está por hacer el torero. Con su aire de convincente suicida que lleva descargada la pistola. Por cargar y por hacer. ¡Y qué menos! Esta de Badajoz era su tercera corrida de toros, una lesión lo tuvo parado casi un año. Pero el talento, como el valor, es de cepa pura. Son muy atractivos los toreros suicidas que están dispuestos a lo que sea menos a morir.

Es muy evidente que el modelo de Talavante es José Tomás. La puesta y suelta de pies y brazos, las muñecas dormidas después del primer pulso de tensión, el encaje de caderas, el ángulo de caderas y brazos, el poso de los pasos mecidos entre rodilla y tobillo, los cruces a pitón contrario a contoneado paso de procesión, las dimensiones de los avíos, la manera de cogerlos, la verticalidad tan a la mexicana, o amanoletada, la reluciente sonrisa angustiada, tibia, tímida, relamida, descaradita. Y el mentón apretado contra el pecho como si buscara el alma. El zambo andar contorneado, suficiente. Como si cayeran sin pulso los brazos. La sensación de los momentos de toreo libre fue extraordinaria.

Ni la menor tibieza. Pero cuando Talavante se puso con un toro brutito en manso, el sexto jandilla, asomó más el pollo que el gallo. Pollo de caserío, como dicen en el País Vasco para matizar la calidad de un sabor especial.

De manera que la primera pelea fue de puertas adentro: Talavante y Perera. Y en el solar de al lado, un tal Antonio Ferrera y sus partidarios, rabiosos todos por no haberse anunciado en la feria el torero. Torero de Badajoz y de batalla. Y luego, otras dos batallas más. El Juli, que le sacó el dedo índice a Talavante con toda intención, y cuajó con dominio impecable un toro bastante mansito que pareció en sus manos el toro de la verbena. Pero hubo que torearlo así de bien y así de despacio. Y Ponce, contra Morante, pero a la vez contra Talavante y El Juli. Con la mano derecha Ponce toreó maravillosamente al cuarto de Zalduendo, que fue el gran toro de la feria. Ponce hizo secreta intención de indultarlo y esa fue la trampa de faena tan relevante. Parecía que Ponce no quería matar al toro. Lo liquidó casi a traición de dos metisacas en los bajos. Nunca una faena tan linda habrá tenido peor remate. Morante ha empezado a echar cuerpo de torero pesado. Con una mueca le basta para poner a trinar a los devotos de voto.

FIN

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