Curro Puya de Triana y Como tú, de San Mateo...la universalidad del arte taurino en un lance.
Definir lo que se considera “el toreo gitano”, mezclando expresión, temperamento, decisión, valor, casta y raza en batiburrillo, se logra una mezcla que confunde la historia con la leyenda. Tan complejo como los orígenes de la tragedia sobre la que descansa la fábula gitana en los toros.
Víctor José López EL VITO
A LOS TOROS / Caracas, 20 Junio 2020
En los anales del toreo lo gitano, sus orígenes, nos encontramos con la tragedia de José Ulloa, Tragabuches. Torero de Arcos de la Frontera, que por haber sido alumno de Pedro Romero en la Escuela de Ronda nos atreveríamos considerarlo como el primer matador de toros gitano. Famoso Tragabuches por el uxoricidio y haber asesinado al amante su mujer, que le convirtieron en su nada graciosa huida en uno de los bandidos más famosos de los campos de Baja Andalucía cuando se unió a la pandilla de bandoleros conocida como Los siete Niños de Écija. Nunca pudo ser apresado José Ulloa, pero la leyenda se alimentaba con la fama de Tragabuches, torero y de buen cantaor.
El paso por las arenas de los toros de Oliva Soto enredan con el eco del cante jondo y nos conducen hasta la figura de Francisco Ezpeleta, gitano, gaditano y tío abuelo de un célebre cantaor, Ignacio Ezpeleta, que revolucionó las alegrías.
Fernando Villalón, el poeta ganadero que quería criar toros de ojos verdes, dividió al mundo en dos partes , una la familia de los Gallo. Rafael, José y toda la familia Gómez Ortega. La familia de Joselito tenía base para presumir veta de sangre gitana. El torrente venía de su madre, la bailaora Gabriela Ortega, con afluentes de las ramas más ilustres del árbol taurino gaditano. Las familias de los Cucos, los Caracoles o los Almendros.
No podemos olvidar el ramalazo gitano de la familia Ordóñez Araújo, aportado por Coral, la madre de Consuelo, la gran artista que casó con el Niño de la Palma para alumbrar cinco hijos toreros.
Cagancho, el gitano de los ojos verdes.
Hay que cruzar a Triana para hablar de Cagancho, a quien en el bautismo le pusieron Joaquín y Rodríguez como su padre, del que tomó el mote de Cagancho que distinguía entre los gitanos de cante y fragua. El trianero pertenece a un periodo del toreo brillante y sangriento, la Edad de Plata, entre la Guerra Europea y la Guerra Civil Española la contienda civil española.
Vivió en Caracas en 1940, cuando participó en la gran temporada organizada por Andrés Gago quien importó toros españoles, procedentes de las ganaderías de Miura, Santa Coloma, Villamarta, Surga y Felipe Batolomé y fuero, además de Cagancho Sanchez Mejías, Chicuelo, Pepe Gallardo, Maravilla, Jaimé Pericás quien junto a Cagancho se convirtieron en gancho para el público femenino por su atracción para las damas.
El debut de Cagancho en la temporada fue con toros de Surga, en tarde de gran trinfo y salida a hombros por un público enloquecido con su toreo de capa, lo que nunca antes había visto, y el haber cortado las orejas a los toros con grandes faenas y estupendas estocadas. A Cagancho le recuerdan en Caracas muchas damas, algunas señoras por sus amores inconfesables. El trianero fue capaz de lo mejor y lo peor. Quedar como Cagancho en Almagro es un dicho que ha quedado en el acervo popular. En la época circuló también una célebre viñeta. Dos ratones mostraban su inquietud en un calabozo: «Son las diez y Cagancho sin venir», se preguntaban los roedores. ¿Cuál es el origen del apodo del torero Joaquín Rodríguez Ortega? A finales de agosto de 1928 la familia del torero estaba veraneando en Cádiz. Allí concedieron una entrevista a Diario de Cádiz. Preguntado por el origen del apodo "Cagancho", el padre dijo que dicho sobrenombre procedía de la familia del padre del torero, que eran grandes cantaores y a los que llamaban los "caganchos", comparándolos con un pájaro que se llama caganchío.
Conocí al maestro Cagancho una mañana en México. Fue en el Hotel Reforma, donde nos reunimos con el gran aficionado Joel Marín y el matador de toros Carlos Martínez, junto a quien habíamos viajado a México para la despedida de Paco Camino en la Plaza de toros Monumental México. Aquella mañana fuimos presentados a Cagancho con Joel Marín, quienes juntos actuaron en un festival en La Florecita con Manuel Benítez “El Cordobés”. Torero al que Cagancho ponderaba y admiraba.
No hace falta viajar hasta Triana para encontrar a Curro Puya, aquel extraordinario capotero, artista precoz, que fue fiel continuador de la línea belmontista. El primer Gitanillo es uno de los grandes de la historia en el toreo, con el percal. A su verónica vertical, natural, templada y elegante –ejecutada con manos bajísimas– se la llamó «del minuto de silencio». Un gitano de artística trayectoria, fundador de la dinastía trianera, que perdió la vida por una mortal cornada sufrida el 31 de mayo de 1931 de Fandanguero, un toro de Graciliano Pérez Tabernero.
Gitanillo de Triana fue también su hermano Rafael, testigo de la alternativa y testigo de la muerte de Manuel Rodríguez Manolete, como lo recordó en su brillante y amena charla Francois Zumbielh en Ventaurino. Gitanillos fueron su hermano José, de recordado paso por nuestra Valencia ya que en Arenas de Valencia en Camoruco toreó conbrillantez toros del general Salvador Barreto como pudiera haber lanceado los más nobles toros de la cabaña brava española y su sobrino Francisco Moreno Vega, hijo de su hermana Pastora, el último Curro Puya y uno de los grandes del toreo de plata.
PASTORA IMPERIO, GITANILLO DE TRIANA Y JOAQUIN RODRIGUEZ CAGANCHO
Salomón Vargas, hermano de Gitanillo de Camas y espejo en el que se miró Curro Romero para juntar las manos en su inconfundible verónica. El gran banderillero camero Ramón Soto Vargas siguió esa estela pero cayó en el ruedo de la Maestranza con el corazón perforado el fatídico 13 de septiembre de 1992. Su sobrino Alfonso Vargas tomaría la alternativa en el mismo escenario, con el rey Juan Carlos Rey en el Palco del Príncipe. Alfonso Soto Alfonsillo, su abuelo materno, fue picador a las órdenes del mismísimo Cagancho. El círculo, de alguna manera, se estaba cerrando.
Imponente y con mucha fuerza en su presencia la figura de Rafael de Paula, jerezano; los Amadores de Albacete o el madrileño Rafael Albaicín. Sevillano de nacimiento, y medio gitano, es Julio Aparicio. Su madre, la gran Maleni Loreto bailaora de fama. Manolo Cortés, de Gines, se inició como torero cómico. Un torero se profundo sentido clásico, irreprochable su verónica y precioso su toreo de muleta una joya por sus natirales arropados por inusitado temple. Antonio Ordóñez y Diego Puerta fueron sus padrinos de alternativa en las fallas de Valencia con toros de Urquijo.
Hay y hubo otros toreros gitanos, es decir queda todavía tema para la discusión.
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