jueves, 16 de julio de 2020

Mostrar nuestro verdadero poder / por Rafael Comino Delgado


 Que miren a la ministra fijamente a los ojos durante 20 segundos, y verán en ella la maldad que almacena, la ignorancia que acumula, el odio que reboza en su corazón hacia quien piensa diferente a ella, especialmente hacia los taurinos, que son gente decente.

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Mostrar nuestro verdadero poder

El Comité de crisis del sector taurino, liderado por la FTL, ha solicitado reunirse con la ministra de Trabajo, Dª Yolanda Díaz, y lo hace tras haber tenido concertada una reunión con el director del SEPE, que unilateralmente canceló, y de que el secretario de Estado ni siquiera respondiera a la solicitud de reunión que le hicieron. Pretenden, los taurinos, aclarar por qué no les conceden las ayudas que el ministro de Cultura les dijo repetidas veces que les correspondían, como trabajadores del sector artístico. Posteriormente he leído que la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros Españoles (UNPBE) realizará, durante los días 21, 22 y 23 de julio, una concentración a las puertas del ministerio de Trabajo.

Al respecto pienso que:

a) La FTL está actuando de forma sensata, moderada, respetuosa, siempre con la ley en la mano, y aunque, por el momento, ello no le ha reportado resultados prácticos de gran transcendencia, al menos está mostrando a toda España que somos un colectivo serio, civilizado, respetuoso con la ley. También está mostrando a toda España que el Gobierno ni respeta a los taurinos ni a la ley. Es decir, le está poniendo en evidencia.

b) Que el ministro, Sr. Rodríguez Uribes, les mintió reiteradamente, les tomó el pelo, si se me permite la expresión, les humilló, les despreció y, sobre todo, les tomó por ignorantes. El Sr. ministro es, para mí, un ser que no merece ocupar el cargo que ocupa, que desconoce lo que es el respeto, el honor, la decencia de la persona y la dignidad. Quiero ser respetuoso con todo el mundo, y más con un ministro, aunque solo sea por lo que representa el cargo, por ello me cuesta mucho tener que referirme a don José Manuel Rodríguez Uribes con estos términos, pero creo que digo verdad, y si él con sus hechos demuestra que estoy equivocado los retiraré y le pediré disculpas. Sí, y lo digo porque ya sabemos que no le gustan los Toros, pero es una actividad artística que está dentro del ministerio de Cultura, y tiene la obligación de no mentirles y de apoyarles, pero no lo está haciendo, por tanto, faltando a su deber.

c) Que la ministra de trabajo probablemente no les recibirá; tal vez les cite y luego mande a un director general o a un secretario, pero ella no dará la cara. Y creo que esto sería lo mejor, porque tengo el convencimiento de que si da la cara y les recibe será para humillarles más aun, para mentirles, porque siente hacia ellos un desprecio infinito, un odio infinito, y dada su infinita soberbia tal vez disfrute humillándoles y mintiéndoles. La señora ministra, que es analfabeta en Tauromaquia, y analfabeta funcional en general -lo ha demostrado públicamente más de una vez- no conoce lo que es la ética, ni la moral, y por tanto son conceptos que no practica. Por tanto, encontrarse ante personas serias, cabales, íntegras, acostumbradas a jugarse la vida diariamente ante el toro, no lo podrá soportar, y su respuesta será pensar que ella es muy superior, en todos los aspectos, y ellos, los totalitarios, los liberticidas, los parásitos de la sociedad, están en posesión de la verdad absoluta, y los demás, los taurinos en este caso, no merecen ni vivir. Es decir, ante ellos sentirá que les está perdonando la vida.

Situados en este escenario, les recuerdo a los que acudan a tal reunión, si es que llega a producirse, una frase del filósofo Gómez Dávila que dice: “Basta mirar al que nos insulta para sabernos vengados”. Que miren a la ministra fijamente a los ojos durante 20 segundos, y verán en ella la maldad que almacena, la ignorancia que acumula, el odio que reboza en su corazón hacia quien piensa diferente a ella, especialmente hacia los taurinos, que son gente decente. Asimismo creo que deberían aprovechar para preguntarle si han leído ya el documento que presentaron en el ministerio de Cultura el 22 de abril, por cierto, muy bien elaborado, con las 37 medidas que deberían acometerse en relación con la Tauromaquia. Les prometieron que sería estudiado detenidamente. Yo, que soy mal pensado por naturaleza, me temo que no han leído ni la primera línea, primero porque nunca se lo han tomado en serio, y quizás también porque han estado ocupados, todos los miembros del Gobierno, en contar los contagiados y los muertos por la Covid-19, y que aún no han logrado conocer la cifra exacta. Lo único que sabemos seguro es que los datos oficiales son falsos, y que en realidad son muchísimos más contagiados y muchísimos más muertos, bastantes de ellos gracias a que un par de días antes del 8 de marzo, el ministro de Sanidad y el licenciado en Medicina y Cirugía don Fernando Simón (no es doctor, ni siquiera con una tesis plagiada) dijeron, para justificar la manifestación feminista, que en España la Covid-19 no tendría incidencia, apenas habría unos cuantos casos.

Pero piensen, y todos lo sabemos, que, al fin y al cabo, Dª Yolanda Díaz solo hace lo que le ordenan don Pedro y don Pablo.

d) Los taurinos tiene toda la razón al quejarse, pues están siendo discriminados negativamente, despreciados y humillados de forma injusta e ignominiosa.

Por ello la UNPBE se va a concentrar en la puerta del ministerio, con lo cual no estoy de acuerdo, aunque les comprendo, y si estuviera en Madrid acudiría a apoyarles, pero pienso que cualquier tipo de acción debe ser convocada por la FTL, ir en el barco todos juntos, no cada uno por su lado.

Lo que está haciendo este Gobierno con la Tauromaquia, merecerá finalmente, pensamos nosotros, una magna manifestación en Madrid, y tal vez en otras ciudades como Valencia, Sevilla, Bilbao, Zaragoza, Pamplona. Meter en la ciudad muchos miles de tractores, de caballos, de bueyes, de personas, colapsar la ciudad que sea, el tiempo que haga falta, mostrar al Gobierno, que tanto nos desprecia, nuestro verdadero poder.

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