domingo, 26 de julio de 2020

Tacto ecuestre / por Ignacio Miranda


Hace unos días, Luz Marina alcanzó su minuto de gloria al aseverar en la comisión de Turismo que montar a caballo «es una de las formas de explotación más usuales en el Estado español». Así. Sin anestesia. La descomunal parida ya demuestra su nivelazo...

Tacto ecuestre

IGNACIO MIRANDA
ABC /25 JULIO 2020 
Luz Marina Dorado Balmón es una parlamentaria de Adelante Andalucía –la marca regional de Podemos– por Córdoba que el pasado mes de junio recibió 5.568,22 euros netos de la Cámara autonómica. La omnipresente transparencia que permite conocer a nuestros políticos por el señuelo de la pasta gansa, para obviar su trayectoria previa, cuestión tan o más trascendental. Porque en el caso de esta señora o señorita, que también milita en la Anticapitalistas Andalucía, no hay forma humana de conocer su curriculum. No sabemos si es licenciada en Veterinaria o Biológicas para hablar con esa soltura de maltrato, si es amiga de Dina Bousselham o de Dinio, si nació en la comarca de Los Pedroches o en Cabra... Porque no hay ni rastro del perfil de la diputada.

Hace unos días, Luz Marina alcanzó su minuto de gloria al aseverar en la comisión de Turismo que montar a caballo «es una de las formas de explotación más usuales en el Estado español». Así. Sin anestesia. La descomunal parida ya demuestra su nivelazo, y se pone peor la cosa al descender a cuestiones semifilosóficas para explicar que entre las dos especies –humana y equina– existe un vínculo no mutualista, «porque una de las dos especies no es libre». Tan sesuda reflexión ya es para orinar y no echar gota. La izquierda española siempre ha tenido fijación con el caballo. Es algo que no soporta. Un trauma que no supera, a excepción del hijo de Bono. También ocurre entre el hato podemita, tan moderno e instruido.

Con la caza y los toros, ya está la tercera bestia negra del animalismo: la equitación, un arte del que un tal Jenofonte escribió los primeros tratados en la Grecia del siglo IV antes de Cristo. La domesticación del caballo, que tuvo lugar en Kazajistán hace unos 5.500 años, supone uno de los más relevantes avances de la Humanidad. El noble bruto fue nuestro compañero más servicial en las faenas agrícolas, el transporte y la guerra. Ahora, en el ocio y el deporte, sin olvidar su valor terapéutico para ciertas enfermedades, y educativo en términos de responsabilidad y disciplina. España posee un censo equino de casi 700.000 animales –el 11% en Castilla y León–, base de un sector que genera 61.000 empleos, un impacto económico anual de 5.300 millones de euros, el 0,51% del PIB, y se encuentra muy ligado al medio rural. Todo jinete aspira a sentir el tacto ecuestre, ese compendio de confianza, entrega y flexibilidad en asiento, piernas y mano que preconizaban los grandes maestros de la equitación, de Nuno Oliveira a Alois Podhajsky. Tacto, armonía, equilibrio, sensibilidad, paciencia... Cualidades ausentes en nuestro embarrado patio político. ¿Qué vamos a pedir?

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