Muchas familias lo están pasando muy mal. Y usted antepone la política identitaria antitaurina de su grupo político a la justicia. Antepone su política identitaria a la más mínima empatía. Antepone sus políticas identitarias incluso, y esto ya no sorprende a nadie a estas alturas, a la protección de la clase trabajadora.
Madrid, 21 de julio de 2020
Estimada ministra de Trabajo
Ante una crisis producida por una pandemia, nade debe quedarse atrás, suscribimos sus palabras. Ante una crisis producida por una pandemia, entendemos que no hay ciudadanos de primera ni de segunda, que todos tenemos las mismas obligaciones y, por tanto, los mismos derechos. Y asumimos que nuestro Gobierno va a pelear por todos por igual.
Por ello, le escribimos perplejos ante la situación. No nos podíamos imaginar que una ministra cuyo grito de guerra es que no va a dejar «a nadie atrás» se esté ensañando con unas personas por un prejuicio ideológico, por el simple hecho de que no le gusta su profesión.
Sinceramente, no sé si dormirá bien sabiendo que hay trabajadores teniendo que acudir a comedores sociales con sus familias solo porque usted ha decidido bloquear las prestaciones a las que tienen derecho.
Se trata de unos pocos banderilleros y picadores, profesionales en un mundo difícil como el del toro, profesionales a los que usted ha decidido ahogar solo porque no le gusta a lo que se dedican.
El pasado mayo el Ministerio de Cultura aprobó una serie de ayudas al sector cultural, entre las que estaban unas prestaciones extraordinarias por desempleo a los artistas en espectáculos públicos, categoría en la que legalmente están incluidos los profesionales taurinos. Desde el Ministerio de Cultura se nos animó desde el primer momento a solicitar esas ayudas.
Pero desde el Ministerio de Trabajo se decidió que no, que la ideología primaba sobre el Derecho, sobre la consideración legal de los profesionales taurinos como artistas en espectáculos públicos, instruyéndose al Servicio Estatal de Empleo (SEPE) que rechazara todas las solicitudes de profesionales taurinos.
En el Ministerio de Cultura se sorprendieron mucho, aunque aplicaron poca energía para resolverlo. El propio ministro de Cultura nos dijo explícitamente que por supuesto que los profesionales taurinos estaban incluidos en las ayudas que él mismo había aprobado, y nos animó a recurrir todas las denegaciones, ya que estaba convencido de que la justicia nos daría la razón.
Dejando a un lado lo surrealista de la situación, que un ministro nos diga que recurramos legalmente en lugar de dirigirse a usted, compañera de Consejo de Ministros, para pedirle que termine su acoso a los profesionales taurinos, hay otra realidad: mucha gente no puede esperar a que la lenta justicia determine que por supuesto tienen derecho a esas prestaciones.
Muchas familias lo están pasando muy mal. Y usted antepone la política identitaria antitaurina de su grupo político a la justicia. Antepone su política identitaria a la más mínima empatía. Antepone sus políticas identitarias incluso, y esto ya no sorprende a nadie a estas alturas, a la protección de la clase trabajadora.
Es una grotesca farsa cada vez que usted dice que este Gobierno no deja a nadie atrás en esta crisis. Le propongo que me acompañe a algún comedor social donde algunos profesionales taurinos están teniendo que ir y que se lo repita, si tiene el coraje de hacerlo.
Sé que no lo tiene, como no lo han tenido todo este tiempo en el que ni usted ni nadie de su equipo han querido recibirnos siquiera, no han querido tener ningún contacto con el mundo taurino cuando hemos tratado por todos los medios de poder expresar nuestras razones y arreglar lo absurdo de la situación. Ni usted, ni su secretario de Estado de Empleo, ni el director general del SEPE, ninguno ha tenido el coraje suficiente para siquiera recibirnos, añadiendo cobardía a su sectarismo.
No queremos privilegios, no queremos un estatus especial, solo queremos lo que por derecho nos corresponde. Somos ciudadanos con las mismas obligaciones que el resto, pero también con los mismos derechos. Y no vamos a consentir que se nos trate de otra manera.
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