Con el toreo quieren acabar por inanición… ¿De dónde vendrá ese odio africano al arte de Cúchares? Quizás la gran culpa de la tauromaquia sea formar parte de una de las tradiciones más firmes y arraigadas el país.
¡A cara de perro!
Paco Mora
AplausoS / 30 Agosto 2020
Es incomprensible tanto desprecio al mundo taurino por parte de un Gobierno que se reputa a sí mismo como el de los trabajadores, los humildes y los desvalidos
Esto no hay quien lo enderece. Todos los espectáculos taurinos que se han celebrado hasta el momento han sido un ejemplo de cumplimiento de la normativa para el caso, pero así y todo las suspensiones crecen a mayor velocidad que el repunte de la epidemia, y la ruina para los trabajadores del toreo -mozos de espadas, picadores, banderilleros y personal que tiene en la celebración de corridas de toros y novilladas su medio de supervivencia- va in crescendo de manera alarmante. El silencio de los lobos continúa inalterable. Pese a sus promesas, el ministro Uribes sigue sin decir esta boca es mía sobre la inclusión de los arriba indicados en las ayudas estatales.
El silencio de los lobos continúa inalterable. Pese a sus promesas, el ministro Uribes sigue sin decir esta boca es mía sobre la inclusión de los arriba indicados en las ayudas estatales
Uno no tiene más remedio que recordar aquel chiste del noctámbulo que acudió al médico, asustado por las consecuencias de una noche de bureo en una casa de lenocinio de los años cuarenta. “¿Por qué no ha venido usted antes, hombre?”, le inquirió el doctor. “Porque tenía miedo de que me tuvieran que amputar lo que metí donde no debía”, respondió contrito el hombre… El facultativo le mando subirse a una silla y saltar al suelo después, a la vez que le decía señalando al suelo; “¿No ve como no había necesidad de cortar?... ¡Cae sola!” Pues bien, eso es lo que parece que esperan del toreo Uribes y sus colegas de Gobierno. Que salga de la pandemia del Covid-19 “imposible para vos y para mí”, como dijera el clásico sobre la mujer deshonrada.
Hay que poner en marcha los colegios, y no digamos los negocios que pagan impuestos, porque el país no puede quedar paralizado. Con mascarillas, con distancias sociales, con test… Como sea, pero “el negoci es el negoci”, como dicen los catalanes, pero el toreo… “Con la iglesia hemos dado, Sancho”, que decía don Alonso de Quijano a su fiel escudero. Y eso que también el Estado se lleva de la fiesta de los toros la parte del león, que si no fuera así lo borraban de un plumazo. Es incomprensible tanto desprecio al mundo taurino por parte de un Gobierno que se reputa a sí mismo como el de los trabajadores, los humildes y los desvalidos. Sin embargo, con el toreo quieren acabar por inanición… ¿De dónde vendrá ese odio africano al arte de Cúchares? Quizás la gran culpa de la tauromaquia sea formar parte de una de las tradiciones más firmes y arraigadas el país. Quizás.
Con el toreo quieren acabar por inanición… ¿De dónde vendrá ese odio africano al arte de Cúchares? Quizás la gran culpa de la tauromaquia sea formar parte de una de las tradiciones más firmes y arraigadas el país.
Camadas enteras al matadero y desaparición total de ganaderías como la de El Ventorrillo, que fundó Paco Medina, dándole con ella días de gloria a la tauromaquia. Ganadería que le compró uno de los reyes del ladrillo, poniéndole sobre la mesa un talón firmado para que él pusiera la cifra. Paco la puso, ¡y gorda!, y el ladrillero metido a ganadero a la menor dificultad ha echado por la calle de en medio, porque los ganaderos nacen y raramente suelen venir de la especulación, ladrillera o del tipo que sea, y triunfar. Para criar toros bravos hay que tener alma de ganadero.
Para amar la fiesta de los toros no basta con echar mano de cuatro eslóganes ni siquiera de la historia grande del toreo; hay que sentir en lo más hondo ese pellizco que a las cinco de la tarde te conduce hacia una plaza de toros para disfrutar de un arte ancestral que forma parte de nuestra esencia como españoles. Y que además, se contagia a otros pueblos y caracteres por su grandiosidad y la solidez de sus valores. Y me callo porque aquí comenzaría a desbarrar, y eso lo dejo para los políticos venales que quieren acabar a cara de perro con la Fiesta más española de todas las fiestas, porque no tienen capacidad moral ni intelectual para entenderla. Además, dicho está y dicho queda; son antiespañoles… Y odian la fiesta de los toros porque forma parte del carácter de un pueblo que no se deja doblegar sin lucha, aunque en ello le vaya la vida. Una vez más, hay que echar mano de aquello que dice que “La Historia est mater et magistra”, y en sus páginas existen sobradas pruebas de esa realidad…
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