domingo, 9 de agosto de 2020

Leticia Ortiz Rocasolano: ¿Caballo de Troya en Zarzuela?

Y, en esta guerra, según fuentes dicen estar “bien informadas” la Reina Letizia juega un papel fundamental, y llegado el momento será quien convencerá-forzará a su marido, el Rey Felipe VI, a renunciar al trono y abdicar.
Leticia Ortiz Rocasolano: ¿Caballo de Troya en Zarzuela?

Carlos Aurelio Caldito Aunión
A. D. - 8 Agosto 2020
Puesto que cada día que pasa es mayor el número de personas “víctimas de las leyes educativas progresistas”, tanto en España como fuera de España, posiblemente sea necesario recordar de qué va el mito de “El Caballo de Troya”:

Había una vez en la antigüedad un rey llamado Príamo. Era el rey de Troya, una ciudad grande y amurallada. Príamo tenía dos hijos varones: Paris y Héctor. Paris era famoso por su belleza y Héctor se distinguía por su valor. Un día, el príncipe Paris fue a la ciudad de Esparta y conoció allí a la mujer más bella de toda Grecia. Se llamaba Helena y era la esposa del rey Menelao. Paris quedó encantado por la belleza de Helena y decidió llevársela consigo a Troya.

Cuando el rey Menelao se enteró de que habían raptado a su esposa, lleno de furia, convocó a todos los reyes de Grecia a declarar la guerra. Reunieron más de mil naves y muchísimos soldados, y zarparon hacia Troya, desembarcaron frente a sus murallas y rodearon la ciudad. Durante el día atacaban, y por la noche descansaban para recuperar sus fuerzas. El griego más valiente era Aquiles. El más valiente de los troyanos era Héctor, hermano de Paris. La lucha estuvo tan empatada que transcurridos diez años de guerra, no había un claro ganador.

"Los soldados griegos, cansados de luchar, empezaron
 a pensar en volver a sus hogares".

Ulises, uno de los reyes griegos, no quería retirarse sin ganar y se le ocurrió una idea. Siguiendo sus indicaciones, los griegos construyeron un enorme caballo de madera que tenía una escotilla escondida en el flanco derecho, y en el izquierdo tenía grabada la frase: «Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos le dedican esta ofrenda a Atenea», y dentro de él escondieron a muchos soldados. Todos los demás se subieron a sus barcos y simularon que volvían a Grecia, pero realidad, sólo fueron hasta una isla cercana.

Al ver esto, los troyanos grandes creyentes en los dioses, cayeron en el engaño. Lo aceptaron para ofrendarlo a los dioses, ignorando que era un ardid de Ulises… Salieron de la ciudad para festejar la retirada de los griegos, y fueron hasta la playa. Todos se preguntaban qué significaba ese enorme caballo de madera.

Sinón, un espía griego, convenció a los troyanos para que metieran el caballo en la ciudad, explicándoles que era un regalo de Poseidón para Atenea (diosa de la guerra). Por la noche los troyanos decidieron meter el caballo en la ciudad. Para ello, debido a su tamaño tuvieron que romper parte de la muralla. Lo colocaron en la plaza central. Hicieron una gran fiesta. Tomaron mucho vino, comieron y bailaron, sin imaginar lo que iba a suceder:

Cuando la fiesta estaba llegando a su fin, los soldados griegos salieron del caballo, y abrieron las puertas de Troya al ejército griego que había regresado con sus barcos…
Los troyanos no pudieron defenderse y los griegos acabaron ocupando la ciudad, la incendiaron, y finalmente la destruyeron. La fuente más antigua que menciona el caballo de Troya, aunque de manera breve, es la Odisea de Homero.

Decir Caballo de Troya, es decir engaño destructivo, aceptar un regalo aparentemente agradable que traerá consigo graves consecuencias.

Casi de forma inevitable, hablar de Doña Leticia, Reina consorte de España es hablar del Caballo de Troya, o… ¿Quizás Helena de Troya?

Uno acaba concluyendo, teniendo más que sospechas de que todo ello responde a un plan premeditado, con alevosía, e incluso con nocturnidad, para acabar con la Monarquía Española, e incluso con la Nación Española. Como si los enemigos de la Monarquía Española, los enemigos de la Nación Española hubieran introducido a Doña Leticia, a la manera del Caballo de Troya, o hubieran puesto a una Helena “rediviva” (resucitada) a tiro del Rey Felipe VI, cuando aún era príncipe, para que acabara siendo su perdición y la de la institución monárquica.

Mucho se habló, hace ya unos cuantos lustros, del extenso currículo de Leticia Ortiz Rocasolano, de su vida golfa, con ruptura de varias relaciones maritales, de sus antecedentes por consumo de drogas, de un aborto en una clínica de México, de su apostasía que, hubo de ser remediada por el cardenal Rouco para poder llevar a cabo la boda con el entonces Príncipe Felipe, de su militancia en el PSOE, de sus fotos envuelta en la bandera de la II República Española, y un largo etcétera.

Nunca fue, todo aquello, ni refutado ni desmentido.
Isidre Cunill publicó en septiembre de 2010 un libro con el título de “Letizia Ortiz. Una republicana en la corte de Juan Carlos I” (Editorial Chronica), en el que, se recogían diferentes escándalos relacionados con la entonces Princesa. Según el autor, el servicio secreto español (CNI) tenía información sobre un aborto de la princesa en México. Cunill también publicó que la princesa fue arrestada por posesión de hachís.
Según alguna biografía «no oficial», el actual rey de España, Felipe VI y Letizia Ortiz se conocieron el 17 de octubre de 2002 en una cena organizada por Pedro Erquicia, presentador y director de Documentos TV, (de Radio Televisión Española), en su ático de Madrid… al parecer, cuando se conocieron, ella estaba embarazada, no se sabe bien de quién y abortó días después de conocer al entonces príncipe.

Total que, de ser cierto todo lo narrado (e insisto, nadie lo ha desmentido) la posible, la actual Reina-consorte de España, no es un dechado de virtudes, y mucho menos un ejemplo a imitar, a menos que acabemos creyendo que, tal como Pablo de Tarso cuando iba camino de Damasco, vio la luz y se acabó convirtiendo en una nueva persona.

Habrá quienes digan que, en España abortar es “legal”, e incluso está reconocido como un “derecho”, y que su suegro, el Rey “Católico” Juan Carlos, en la actualidad “Rey Emérito”, refrendó con su firma por dos veces, leyes que promueven el aborto, una en 1985 y otra en 2010. Y que incluso la Conferencia Episcopal Española, de facto (por aquello de “el que calla, otorga”), dio su beneplácito para que refrendara la ley con su firma, al no censurar su actuación, o amenazarlo con excomunión… habiendo podido hacer como su pariente belga, Balduino.

Por cierto, me voy a permitir una digresión: hace ya nada menos que diez años, DIEZ, que la ley socialista del aborto fue recurrida ante el Tribunal Constitucional de España, por parte del Partido Popular, para que la perversa ley del aborto fuera declarada inconstitucional, y como es lógico, derogada. Pues, asombrosamente, el Tribunal Constitucional del Reino de España todavía sigue, vergonzosa y escandalosamente sin dictar sentencia.

Todo lo que vengo contando, demuestra que tampoco el padre del actual Rey de España era un ejemplo de coherencia. Tal cual decía Plutarco: “La mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerlo”.

En estos tiempos que corren, en los que los medios de comunicación españoles, en su mayoría se dedican a loar y endulzar el mal hacer del gobierno frente-populista, al mismo tiempo que lo adulan.

Gobierno que, no se olvide que está integrado por comunistas y socialistas, y apoyado por separatistas y etarras; gobierno que pretende escurrir el bulto, tapar sus vergüenzas, escamotear los miles de muertos por el coronavirus, y la terrible crisis económica que sufren España y los españoles.

En estos días de incertidumbre y miedo, el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha abierto un falso e innecesario debate (“serpientes de verano” las llamaban antiguamente), aprovechando la salida de España del Rey Emérito, Juan Carlos I, con la clara intención de influir sobre los ciudadanos españoles, para llevarlos a pensar que la Monarquía Española es algo anacrónico, algo obsoleto, algo inservible e inútil, algo que en nada beneficia a la gente corriente, algo moribundo, próximo a fenecer.

En estos momentos los ciudadanos españoles tienen varios motivos por los que deberían estar preocupados: la crisis de salud pública ocasionada por el coronavirus, la terrible crisis económica derivada de la crisis de salud pública y la crisis institucional.

La monarquía española está recibiendo ataques sin precedentes, y lo que es más preocupante es que esos ataques provienen de los partidos gobernantes, PSOE y Podemos, y cuentan con el apoyo entusiasta de nacionalistas, independentistas y proetarras.

El acoso y derribo del Rey Emérito es solo una “maniobra de aproximación” para lanzar el ataque definitivo contra la Corona y generar un irrespirable clima de crispación contra la Casa Real para abrir el debate de la eliminación de la monarquía parlamentaria, y por ende, del estado de derecho.

Y, en esta guerra, según fuentes dicen estar “bien informadas” la Reina Letizia juega un papel fundamental, y llegado el momento será quien convencerá-forzará a su marido, el Rey Felipe VI, a renunciar al trono y abdicar.

Dicen que la Casa Real Española ha diseñado con celo una agenda pública de los Reyes intensa, sensible con los españoles y encaminada a alejar la mala imagen que el gobierno social-comunista está ocasionando. Se habla de una campaña intensa de empatía y cariño con el pueblo español. Es por ello que los Reyes de España no se han tomado ningún tiempo de vacaciones, lo cual, sin duda alguna valorará la mayoría de los españoles. Todo lo contrario que Pedro Sánchez y su gobierno, que disfrutan como sátrapas solazándose en palacios del Patrimonio del Estado.

¿Acabará siendo Leticia Ortiz el “Caballo de Troya” del que saldrán los soldados enemigos que, abrirán las puertas de la ciudad, el regalo envenenado que traerá graves, gravísimas consecuencias para España y la Monarquía?

El tiempo acabará poniendo a cada cual en su sitio.

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