domingo, 30 de agosto de 2020

Que la rueda gire / por Paco Delgado


A pesar de las dificultades, problemas y trabas, es muy importante que la temporada siga adelante, contando con festejos y que se celebren espectáculos. Un motor que se para y está mucho tiempo sin ponerse en marcha es muy difícil luego de arrancar. Claro que eso cuesta, pero partir de cero, más.

Que la rueda gire

Paco Delgado
Avance Taurino, Valencia 29.08.2020
Desde que, 3.500 años antes de nuestra era, el hombre diese un paso decisivo en su evolución con el invento de la rueda, artilugio que no sólo provocó que se pudiese impulsar el movimiento de prácticamente cualquier cosa sino también la propia existencia del ser humano, el que la misma se pare ha sido tenido como algo muy negativo y de muy mal augurio. El movimiento continuo, en cambio, el que provoca que todo siga fluyendo y partiendo de un impulso inicial, sin precisar de energía adicional para seguir produciendo y funcionando, un ideal.

El actor José Luis Gil, al que una comedia de televisión ha terminado por hacerle popular y famoso, lo aplica a su profesión, en estos momentos de tanta confusión y alarma: “Si los artistas renunciamos a subir el telón, sí que nadie va a pisar un teatro en estos tiempos”. Así es, en efecto, y esta manera de pensar es lo que  ha hecho que el mundo del espectáculo haya funcionado a lo largo de los siglos. El show debe continuar, expresión que elevó a la categoría de inmortal una canción compuesta por Freddy Mercury para su grupo Queen en la que, cuando se descubrió que tenía SIDA y ya muy pocos meses de vida por delante, instaba a sus compañeros en particular y al público en general, a seguir adelante, a no detenerse.

Y, una vez asumido lo irreparable, seguir hacia adelante en una misión que ellos mismos habían elegido y que, con ello, se había convertido en una imposición propia y por tanto sagrada. La fortuna gira sobre una rueda, que nunca está parada, nunca quieta. Esa es la clave. Si te paras, arrancar de nuevo es mucho más costoso, más complicado, más difícil. Y no sólo cuesta una barbaridad, sino que muchas veces, ya es imposible volver a caminar.

¿Es tenido todo esto en cuenta por el mundo taurino? A la vista de como se está desarrollando esta tan extraña como atípica temporada, es evidente que no. 

Con muy raras excepciones, los grandes empresarios -en referencia a los gestores y responsables de las principales plazas y ferias; empresario en realidad suele ser otra cosa- y las figuras más destacadas del escalafón han optado por meter la cabeza bajo el ala y esperar a que escampe, sin hacer frente a su responsabilidad de cara al aficionado.

De entre los que mandan entre los de luces, sólo Enrique Ponce, una vez más, ha evidenciado compromiso con su profesión y consigo mismo. Y del sector empresarial, de los supuestamente grandes, pocos, por no decir ninguno, ha intentado buscar soluciones. Nadie se acuerda de que el carro que se unta, rueda, y el que no, parado se queda.

Y tampoco echan cuentas a aquello de que con una rueda, no anda una carreta. Y es que no basta con que uno tire del carro si ciento van arriba y no ayudan…

Volviendo a José Luis Gil también recordaba otra gran verdad: “Se le eche la culpa siempre al adversario. Y las cosas deben gestionarse con inteligencia. Hay que dar dos pasos para atrás y entender que las soluciones salen del sentido común”. Pocos parecen tenerlo claro y muchos los que eligen dejar pasar el año y que sea la providencia quien decida, olvidando, de paso, que para ser escuchado por los dioses hay que seguir dándole al mazo a diario. Cuando alguien pierde una costumbre es muy difícil que la vuelva a recuperar. Y si se deja parado al carro de la tauromaquia, con el barrizal en que están convirtiendo su camino, a ver quien es el guapo que lo pone otra vez en marcha.

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