lunes, 7 de septiembre de 2020

A favor de la igualdad / por Antolín Castro

Ver esto por todos los aficionados, hoy es cuestión de la televisión

En lo taurino, vamos ‘como putas por rastrojo’ cuando estamos en diferentes comunidades, pues se han inventado diecisiete reglamentos y no sabes si pueden salir en hombros o salir a gatas si las orejas las cortan de una en una. Un disparate total, propiciado por esa desigualdad de la que vengo a quejarme.

A favor de la igualdad

Madrid, 05 Septiembre 2020
Así, a la pata la llana, parece algo que todos podíamos compartir, pero en la práctica no lo es… ni mucho menos.

Una frase que puede llenar la boca de todos, incluyendo a quienes más la pronuncian, los políticos. Pero es una gran mentira, a lo que de verdad se dedican, ellos principalmente, pero en general también la sociedad, es a todo lo contrario.

En esta sección son los toros el hilo conductor y es por eso que reclamamos esa igualdad para con la celebración de los festejos taurinos. Sin entrar en quienes están siendo más restrictivos, lo que se aprecia de forma clara es la desigualdad. Un aficionado de una región puede ir a los toros y otro de otra no. Y no me vale que se argumente que se corra más riesgo de contraer el virus en una ciudad manchega o en una madrileña, el virus no entiende de poblaciones.

Dicho esto, por qué la desigualdad. Muy sencillo, por el capricho de unos políticos desiguales. Todos quieren reinar y lo que consiguen, con su forma de actuar, es en lugar de ser todos los aficionados iguales, ser totalmente desiguales.

Profundizando en este tema de los diecisiete virreyes que tiene España, más el gran califato de La Moncloa, lo que hacen es mantener en el tiempo un caos basado en los caprichos de unos y otros. Por mucho que hagan, incluso lo que se pudiera hacer bien, siempre conseguirán que reine el caos.

No sabemos qué derechos y obligaciones tenemos en el momento que traspasamos las fronteras de unas comunidades autónomas, cuando eso de las fronteras debería referirse nada más que a países diferentes. Los hijos pierden el derecho a estudiar en español si a papá le trasladan a trabajar a Cataluña o no pueden ir a los toros si le trasladan a esa misma región o a Canarias.

En lo taurino, vamos ‘como putas por rastrojo’ cuando estamos en diferentes comunidades, pues se han inventado diecisiete reglamentos y no sabes si pueden salir en hombros o salir a gatas si las orejas las cortan de una en una. Un disparate total, propiciado por esa desigualdad de la que vengo a quejarme.

Estoy a favor de la igualdad, pero está visto que esa frase se queda solo en una frase obsoleta o para mi uso personal. Cuantos más manden, y en España hay demasiados, más intentarán que no seamos iguales; mientras vamos pagando sueldos a un montón de ególatras narcisistas que juegan a imponer sus santos, mejor decir endemoniados, deseos y caprichos.

La desigualdad reina en todo y así unas comunidades obtienen unos beneficios o tratamientos, o a unos partidos se les da un trato diferente dependiendo de lo que de ellos se pueda obtener. La igualdad no aparece por ningún lado y, lo que es peor, no aparecerá nunca más. Quienes nos gobiernan piensan seguir mandando en sus grandes o pequeños territorios y para hacerlo necesitan tener más contentos y desiguales a unos que a otros.

Mientras los ciudadanos, los aficionados a los toros, quedamos en manos de cómo sople el viento para cada uno de estos reyezuelos que, en cualquier caso, si buscan alguna igualdad será basada únicamente en sus cortas expectativas de seguir en su poltrona.  

No nos engañemos, el virus no entiende de si la gente es manchega o madrileña, andaluza o balear, de lo único que entiende es de medidas que puedan proteger a todos por igual. Un solo mando puede hacer más por la igualdad real, que diecisiete a la búsqueda de minutos de gloria o caladero de votos.

Si hasta tenemos un Ministerio de Igualdad, pomposo nombre, para hacernos cada vez más desiguales. La igualdad que desde ahí reparten puede ir hasta con virus. Cuanto mayor desigualdad, mejor se manejan para arbitrar sus mandatos. El caos reinará por siempre. Estar a favor de la igualdad, al parecer, es solo una pretensión mía.

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