...la impotencia del equipo a la hora de presionar alcanzó anoche cotas quizá inéditas también, y duele ver tanto tiempo a todos corriendo tan tarde y tan mal en pos de una pelota insolentemente ajena a su capacidad para recobrarla, a menudo tras haberla perdido de modo ingenuo por consentirse recaídas en el trantrán.
La asignatura pendiente
Antonio Escohotado
La Galerna - 27 septiembre, 2020
Fue muy imaginativa la alineación, que redundó en un gol y casi dos ya hacia el minuto 15, cuando para Ramos habría sido más fácil mandarla dentro que fuera. El tanto partió de una jugada inmejorable de Benzema y una aparición excelente de Valverde, mientras Mendy exhibía poderío y precipitación por su banda; Odegaard repartía juego con precisión y solo Jovic andaba missing. El Betis pareció por momentos noqueado, cuando Benzema volvió a marcar –esta vez en fuera de juego- y Ramos desperdició una de cabeza, cosa rara en un rematador tan curtido.
Pero de inmediato se produjo una parada genial de Courtois, quizá la más asombrosa que le recuerdo -aunque Joel le emulase en el segundo tiempo con algo parejo a tiro de Isco-, y cundió un desplome generalizado de toda su sala de máquinas empezando por Casemiro, que de repente pasó a no oler siquiera la pelota, agigantando progresivamente a Joaquín, Canales y Fekir, un terceto estelar completado por el tino y la fuerza de Carvalho, cuyo lanzamiento logró doblarle la muñeca al portero madridista. Cayeron dos y podrían haber caído cuatro, porque “retrocedimos y eso no puede ser”, como dijo un sincero Zidane al término del partido. Por lo demás, el segundo tiempo fue otra cosa, encarrilada con el centro modélico de Carvajal, uno de esos balones que alguien meterá sí o sí, seguido por un despliegue de potencia ofensiva que tranquilamente pudo acabar con seis o siete goles, fruto de un Real al fin inspirado.
Aunque no me parezca suficiente en el cómputo global de sus intervenciones, Jovic hizo un control insuperable, y galopó con la previsión de cruzarse en la trayectoria de su perseguidor, haciendo imposible otra cosa que ser arrollado, forzando de paso jugar con uno más. Mayoral, su sustituto, hizo una primorosa internada que terminó en penalti, demostrando hasta qué punto fue un acierto su salida, y a partir de entonces el faraón de Camas se exhibió, primero con un tiro libre soberbio y luego con otro penalti de los suyos, esta vez en la línea Panenka. Entretanto Benzema veía anulado –de nuevo por fuera de juego- un cañonazo al larguero que botó dentro, y pudo marcar poco después tras un control exquisito.
Se me agotan los adjetivos para alabar a ambos, que además de vertebrar anímicamente al equipo sumaron cuarenta dianas en la temporada previa, y supieron procurarse al menos el triple de ocasiones, algo inédito en los anales del club, que parecen dispuestos a emular en la temporada actual. No obstante, la impotencia del equipo a la hora de presionar alcanzó anoche cotas quizá inéditas también, y duele ver tanto tiempo a todos corriendo tan tarde y tan mal en pos de una pelota insolentemente ajena a su capacidad para recobrarla, a menudo tras haberla perdido de modo ingenuo por consentirse recaídas en el trantrán. Les convendrá ver muchos partidos del Milán entrenado por Sacchi, que no cedía un metro y emboscaba a cada paso, o sufrirán mucho más de lo debido su descoordinación.
Fotografía Getty Images.
No hay comentarios:
Publicar un comentario