viernes, 4 de septiembre de 2020

Sin exigencia no hay excelencia / por José Luis Barrachina Susarte

Como aquí se viene a hablar de toros, ningún lugar como este para que la herramienta de la exigencia adquiera una dimensión de alto voltaje desde las labores de los ganaderos en sus procesos de tienta y selección, de los toreros desde su preparación y entrenamientos hasta su labor en los ruedos, de los aficionados a la hora de formar criterios de cara a la presencia en los festejos y hasta de los medios de comunicación que cuentan a los cuatro vientos todo lo sucedido, como colofón.

SUSARTE EN ESTADO PURO: 
Sin exigencia no hay excelencia

Toros de Lidia / 03.09.2020
3 septiembre, 2020
Exigencia a veces se puede asimilar a imposición o coerción, a requerimiento o intimación, pero además de estos calificativos que pueden inquietar a más de uno, la exigencia también es un mandato propio o ajeno que nos ayuda a mejorar y de esta manera se convierte en una herramienta muy útil para ser implementada en cualquier método de trabajo con visos de prosperidad. Esto que no siempre es garantía del éxito puede serlo para la satisfacción personal, incluso aunque nunca se logre alcanzar la meta, como afirmaba el bueno de Ghandi.

Quien logró dominar el fuego o inventar la rueda, con seguridad que fue exigente, aunque tengamos la tentación de pensar que la suerte o la casualidad interviniesen en ello, porque quien se limita a aprovechar tal suerte o beneficiarse de la casualidad goza nada más que de un disfrute efímero.

Los caldos excelentes terminan por obtenerse a los finales de unos procesos que se caracterizan por la exigencia, lo mismo que aún hay algunos padres que exigimos los esfuerzos de nuestros hijos al igual que nos son exigidos a nosotros en los diversos ámbitos de la vida, obteniéndose de todas esas exigencias a veces resultados excelentes.

Aunque no siempre es así, la verdad, pero sin exigencia cualquier logro es imposible salvo los que obtiene la acémila que es capaz de hacer que suene la flauta de chiripa, siendo más burros quienes consideran que tal melodía convierte en músico al jumento.

Como aquí se viene a hablar de toros, ningún lugar como este para que la herramienta de la exigencia adquiera una dimensión de alto voltaje desde las labores de los ganaderos en sus procesos de tienta y selección, de los toreros desde su preparación y entrenamientos hasta su labor en los ruedos, de los aficionados a la hora de formar criterios de cara a la presencia en los festejos y hasta de los medios de comunicación que cuentan a los cuatro vientos todo lo sucedido, como colofón.

Sin embargo, no se observa que en estos diversos estamentos taurinos existan unos niveles de exigencia homogéneos y comenzando por el periodístico, sobre el que quiero traer a colación ese sempiterno halago de enhorabuena que regalan a todos los toreros, en todo momento y en toda situación, premiando lo mínimo destacable y tapando hasta lo más censurable. No es de recibo que en el ínclito Toros TV abusen de esa monserga permanente de la enhorabuena sistemática, vacío por completo de verdad, como cuando la frutera del super nos llama cariño a todos quienes vayamos por peras.

Por aquello del tú dame pan y dime tonto la mayoría de los toreros se dejan querer cuando les doran la píldora y siguen la corriente del micrófono, aunque en alguna ocasión excepcional hayan afeado el comentario mamporrero indicando con honestidad y cara de estupor que hay ocasiones en las que no caben excusas de mal pagador, como así se expresó durante pasado fin de semana el diestro Daniel Crespo ante el manoseado peloteo televisivo. El rostro del matador fue un poema, lo cual es una muestra de su dignidad. Recuerdo otra vez anterior en la que Román también le paró los pies al comentarista que lo encomiaba sin sonrojo tras una actuación con algunos peros. Y poco más.

Estos comentaristas nada exigentes se atreven a convertir los bajonazos en estocadas en todo lo alto o confunden al personal valorando algunas embestidas boyantes que equiparan con bravura, enseñanzas que después se malinterpretan en los tendidos dando lugar a indultos vergonzosos que tienen lugar a granel un día tras otro.

La exigencia debería ser común en la fragua y en el aula, en el olivar, en el quirófano y también aspiración de todos quienes consideramos que la Tauromaquia es una manifestación artística que sólo deberían ser capaces de interpretar aquellos que estén dotados de condiciones muy especiales, por eso si estos comentaristas no quieren la excelencia deberían hacer el favor de apartarse. En beneficio de todos.

José Luis Barrachina Susarte
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En la fotografía que mostramos en que Susarte alude al diestro portuense, el momento de la alternativa de Daniel Crespo y una chicuelina.

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