jueves, 8 de octubre de 2020

ANTONIO BIENVENIDA, MAESTRO DEL TOREO.


Don Antonio Bienvenida fue un maestro y señor del toreo. La sonrisa eterna del arte de lidiar toros.

En el 45 aniversario de su muerte
ANTONIO BIENVENIDA, MAESTRO DEL TOREO 

José Mª Sánchez Martínez-Rivero 
Octubre de 2020, y en Collado Villalba
Acontecimiento importante en la Historia del Toreo, el día 5 de octubre de 1974 y, en la plaza de toros de Vista Alegre, se despide del toreo Antonio Bienvenida, lidiará toros de Fermín Bohórquez alternando con Curro Romero y Rafael de Paula. De esa memorable tarde, en la que no cortó orejas, sobresalieron y, todavía están en la memoria de quienes le vieron, dos lances magistrales rematados con media inigualable. Como director de lidia estuvo magistral. La faena de muleta de su último toro se la brindó a su hermano Ángel Luís con estas palabras:

- Te brindo este toro porque es el último que mataré en mi vida. Te doy mi palabra de honor que no te haré sufrir más.

Finalizada la corrida el maestro salió de la plaza  andando, cruzando el ruedo, pensativo, solo, camino de la calle, donde le esperaban multitud de aficionados que le tributaron el último homenaje al salir de una plaza de toros. Su cuadrilla le seguía más atrás para darle todo el protagonismo al maestro.

Antoñito Bienvenida se presenta en Madrid el día 3 de agosto de 1939 como novillero.

El público que presenció la novillada vio en él madera de futuro matador de toros de postín. Pero es en la novillada celebrada en Las Ventas, el día 18 de septiembre de 1941 cuando logra un triunfo extraordinario, que confirmaba la clase excepcional que tendría años más tarde en su carrera taurina. Las reses fueron de don Antonio Pérez de San Fernando para: Morenito de Talavera, Antoñito Bienvenida y Juan Mari Pérez Tabernero, que se presentaba en Madrid.

El maestro de la crítica taurina de Radio Madrid, Curro Meloja, seudónimo de Carlos de Larra y Gullón, presenció la novillada y lo que vio le emocionó tanto que, ese mismo día, tituló la crónica emitida por las ondas: ¡Salve, Antoñito Bienvenida! Habló, en resumen,  así a sus oyentes:

Señores oyentes aficionados a la fiesta nacional: No olviden ustedes esta fecha: 18 de septiembre de 1941, día de purificación y consagración de la Plaza de Toros de Madrid.  Nada menos que eso. Porque esta plaza monumental nuestra, tan bella de arquitectura y tan señorial de empaque como falta de historia y de solera venía arrastrando una vida tan lánguida que casi no era vida, sino el triste arrastrar de una vida precaria y agonizante camino de una mísera muerte en vilipendio. Pero hoy, día 18 de septiembre de 1941 –no olviden ustedes esta fecha- por obra y gracia de un artista genial ungido por la gracia divina de la más excelsa inspiración, ayudado por un torero valeroso, completo y henchido también por el soplo del arte, y con la ayuda eficaz de un diestro novel, pero pleno de maestría por su dominio excepcional en el difícil arte del toreo de muleta: en el día de hoy, por esa conjunción armónica y feliz se ha purificado la Plaza de Madrid y se ha comenzado a escribir su historia.

       A Antoñito Bienvenida, representante de esa gloriosa casta, de toreros que en él ha hallado la más perfecta depuración, corresponde en primer término el honor de haber comenzado a escribir la historia de la Plaza de Madrid, cuyo prólogo, que habían comenzado otros toreros, lo terminó, momentos antes, de modo brillantísimo, “Morenito de Talavera”...

En la plaza zumbaba ese run-run de las grandes emociones cuando salió, el quinto novillo, no demasiado chico y con decente arboladura, aunque al parecer con una nube en el ojo derecho, por lo que en las primeras embestidas se puso delante y cabeceó, malogrando los intentos de torearle con el capote que pusieron, su futuro matador, Antoñito Bienvenida, y sus compañeros en el primer tercio, aunque aquél logró un quite por chicuelinas pleno de armonía y de gracia rematado con primor de filigrana. Y tocaron a matar cuando el astado estaba proboncete y calamocheando. Nada hacía esperar lo que avecinaba: pero allí había un torero genial que sin duda sintió en aquel momento el soplo divino de la inspiración y se descaró con el toro citándole con la muleta en la izquierda y sin desplegarla. Se arrancó el animal y Antoñito le esperó quieto y arrogante y le vació con un soberano cambio a muleta plegada que ahogó la respiración de veintidós mil espectadores. Se revolvió el bicho y el artista avanzó un paso, mostrándole otra vez la muleta sin desplegar y en la izquierda y dejando que el bicho metiera la cabeza para desplegarla entonces lentamente y tirar de ella con el toro embebido en sus vuelos, para bordar un pase natural inmaculado y ligarlo con otro y con otro y con todos ellos el de pecho, en una armonía de belleza, de plasticidad, de arte genial que solo ese soplo divino de la inspiración es capaz de crear. La plaza entera rugía de asombro y de entusiasmo ante aquella belleza insospechada en un arte brusco y fuerte  como el del toreo...

Y repitió la incomparable serie desde el cambio a muleta plegada hasta el de pecho; todo igual, con la misma armonía y la misma belleza y la misma grandeza, pero aún más cerca del toro, pisándole más terreno y llevándole más embebido de la muleta prodigiosa. Nuevo asombro y nueva ovación...

Y de nuevo la inconmensurable hazaña. ¡Que emoción, que belleza que cuadro de arte más acabado y más excelso!...

El público asombrado, entusiasmado, pidió la oreja antes de matar. Entró el artista derecho como una vela empitonándole el animal sin consecuencias. Volvió a la carga y pinchó en lo alto y luego colocó media ladeada alargando el brazo con habilidad. Veintidós mil pañuelos flamearon mientras otras tantas gargantas, rotas por la emoción, querían en vano gritar de entusiasmo, pero el presidente no concedió la oreja. Es igual. Aquello quedó allí. Mientras Antoñito daba dos, tres vueltas al ruedo, sonriente, yo sentí una honda emoción pensando que este artista de casta de toreros acababa de escribir la primera página brillante de la historia de la plaza de toros de Madrid, después de 1939,  que hasta hoy no la tenía. Porque lo que ha hecho Antoñito Bienvenida hoy, 18 de septiembre de 1941 –ya no podrán ustedes olvidar esta fecha- salta todos lo límites del estilo antiguo y del estilo moderno, está por encima de todos los estilos porque ha sido una cosa sin estilo conocido, algo de creador, algo tan personal, que acaso no pueda repetirse y que solo puede hacerse con olvido de todas las normas y al impulso del soplo divino de una inspiración excelsa. ¡Salve, Antoñito Bienvenida! 

Este triunfo, sin cortar orejas, demostraba que clase de torero comenzaba a lucir en el firmamento taurino. Pero, esta hazaña, esta faena, la volvió a repetir – ya de matador de toros-, en la tarde del  2 de julio de ese mismo año 1942. Alternaba, mano a mano, con “Morenito de Talavera” que vestía de verde y oro. El futuro maestro, vistió de morado y oro. Los toros fueron de Escobar y Marzal.  Estoqueó los ejemplares número 45, de nombre “Primoroso”, “Rondeño”, número 17 y “Jurdano”, número 54, primer sobrero que resultó magnifico. Dio tres veces el pase cambiado ligándolo con tres naturales y el de pecho soberbios. La estocada, al quinto toro, quedó en todo lo alto por lo que se le concedieron las dos orejas, dando dos vueltas al ruedo. Ya en su segundo toro había cortado una y en el primero le ovacionaron.  Tiene significación la oreja que corta al toro Rondeño porque es la primera oreja que le otorgan como matador en Las Ventas.

En mayo de 1944 confirma la alternativa a Pepe Dominguín. Comenzaba ya a ir cimentando, poco a poco, ese tratamiento futuro de don que, años más tarde, le acompañaría hasta la entrada en la Historia del Toreo. Confirmar un Bienvenida la alternativa daba categoría al confirmado. Bienvenida vestía de azul y oro y estoqueó los toros Gachón, número 39, negro, de 430 kgs. y Cara alegre, número 94, cárdeno, de 440 kgs. de peso. Antoñito, todavía Antoñito, hizo una faena muy buena de muleta rematándola con media estocada que le valió una oreja. En su segundo toro media estocada y una entera, petición de oreja, que no se concedió, y vuelta al ruedo. Pepe Dominguín fue ovacionado en los dos toros. La terna la completaba Morenito de Talavera, que fue ovacionado en su primero y silenciada su labor en su segundo.

Acontecimiento importante en Madrid, plaza de Las Ventas, el día 11 de mayo de 1944. Los tres Bienvenidas en el redondel: Pepe, de verde y oro, Antonio, de azul oscuro y oro y Ángel Luís, de blanco y oro. Toros de Arturo Sánchez Cobaleda. El menor de los tres, Ángel Luís, tomaba la alternativa ese día, nada más y nada menos que en Madrid ante su exigente y entendida afición. El ganado no contribuyó al éxito de ninguno de los tres matadores. Los toros resultaron mansos y huidos.

Conviene referir en este punto la anécdota que sigue. El queridísimo maestro, recientemente fallecido, Ángel Luís Bienvenida, tuvo a bien firmar al autor de este artículo, en 2001, el programa de mano original de esta corrida. Al ver por detrás la estadística de la corrida, comentó:

- No estuvo la cosa bien ese día; pero: ¿no tendrás para firmarte, también, el programa de mano en el que los tres salimos a hombros en la corrida del 24 de mayo?

- Sí, maestro, lo tengo y se lo traeré para que me lo firme también.


Demostraba así el orgullo torero que tenía y de paso, firmarme un triunfo, y que supiera quien escribe esto qué figura del toreo era, porque no lo pude ver en activo, por razones de edad. Orgullo torero hasta el final. Era un Bienvenida. Por supuesto, me lo firmó con mucho gusto.

De la corrida a que antes me he referido destacar un par de banderillas, de poder a poder de Pepe Bienvenida –de celeste y oro- y una buena faena a su segundo toro que le valió una oreja. Antonio –de azul y oro- faena completa, tanto de capote, como en quites y de muleta. Una oreja. El toro se llamaba Fortunillo, número 15, negro y fue, como los demás de Manolo González, muy bueno. Hubo quites al alimón de los tres matadores. El sexto toro fue banderilleado por los tres hermanos. El menor de los Bienvenidas – de rosa pálido y oro- cortó la oreja del sexto toro que fue muy bueno.  Los tres salieron a hombros por la Puerta Grande.

Antonio Bienvenida, de rosa y oro,  confirma la alternativa al mejicano Carlos Arruza, de lila y oro, el día 18 de julio de 1944. El triunfo del diestro azteca fue muy importante cortando tres orejas. El tercer espada alternante era Morenito de Talavera de verde claro y oro. Los toros fueron de Vicente Muriel. 

El torear junto al Monstruo de Córdoba era algo para lo que había que estar muy preparado y seguro de sí mismo. Antonio Bienvenida lo hace por primera vez en Bilbao el 19 de junio de 1942. Toros del Conde de la Corte para: Manuel Rodríguez, Manolete, Pepe Luís Vázquez y Antonio Bienvenida. El Monstruo de Córdoba cortó dos orejas y rabo.

Alternaría, con Manolete, en otras quince tardes incluida la ya referida. Ferias de importancia como las de Alicante, Murcia, Bilbao, Pamplona y cinco corridas en Barcelona. Participó, también, en dos festivales.

Ya en la primera corrida en la que alternó Manolete  con Antonio Bienvenida, 19 de junio de 1942, al cordobés le impresionó el toreo del futuro maestro.

En la corrida celebrada el día 21 de junio, dos días más tarde, comentó con Pepe Bienvenida, que también toreaba esa tarde, lo siguiente:

-¡Que torero he visto Pepe! Te voy a decir que si a ese toro del Conde, lo toreamos con la muleta todos los que dicen que toreamos bien, pero todos los de ahora y los de antes y, después, coge la muleta tu hermano Antonio, nos echa a todos al estribo

Siguió en estos otros términos:

- La ventaja que tenemos los demás frente a él es que durará en esto veinticinco años, y como así no se puede torear todas las tardes, cuajará en todo ese tiempo, cuatro o cinco toros, como el que le he visto en Bilbao.

La predicción de Manolete se cumplió, no en cuatro o cinco toros sino en muchos más.

La primera corrida de la Feria de San Isidro – recién creada- cuenta con la participación de Antonio Bienvenida –de rosa y oro- ante toros de Rogelio M. Del Corral alternando con Gallito y Andaluz. El primer toro de nombre Bravo, número 24, negro, lucero y calcetero, le empitona por lo que la corrida quedó en mano a mano entre Gallito y Andaluz.

El 21 de septiembre de 1947 estoquea, en Madrid, seis toros de don Antonio Pérez de San Fernando. Antonio vestía de verde y oro, su color favorito. Al sexto toro de nombre Limonero, número 47, negro, le hace una gran faena, completa de capote, banderillas y muleta, matando de un pinchazo y estocada, por lo que se le conceden las dos orejas del bravo animal. Esta corrida fue benéfica y la organizó la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros. Antonio Bienvenida, sin cobrar, recaudando fondos para sus compañeros retirados. Gesta y gesto.

Continua su escalada triunfal y en 1948, participa en la segunda Feria de San Isidro, cortándole la oreja al toro Cacharrito de don Antonio Pérez de San Fernando.

En 1954 alterna, en mano a mano, con Julio Aparicio en Madrid. Obtiene un gran triunfo al cortar las dos orejas al quinto toro, tras una media estocada y descabello.

San Isidro de 1958, un toro de Juan Cobaleda le da una cornada en el cuello mientras toreaba en el centro del ruedo. Todos acuden al quite los subalternos y su hermano Ángel Luís que era espectador. Camino de la enfermería y, la llegar al burladero de matadores, Antonio Bienvenida se niega a entrar en la enfermería, pese a la gravedad de la cogida, y deshaciéndose de los que le sujetaban pide el estoque de matar y mata al toro. Después, es retirado a la enfermería. Gesto torero y de pundonor.

Entre 1959 y 1965 Antonio Bienvenida, el Maestro Bienvenida, don Antonio Bienvenida, torea un total de 149 corridas de toros.

Año 1966, esta es la temporada de en la que se despide del toreo –por primera vez-, pues regresaría años más tarde. Alterno en un total de 52 corridas. Las plazas se rendían ante su toreo que, verían por última vez, y le despedían con el cariño que supo ganarse, dentro y fuera de los ruedos. Pero la despedida y corte de coleta la hace el Maestro en Madrid, encerrándose con seis toros de diferentes ganaderías. Brindó el último toro a su cuadrilla, a su hermano Pepe y al público. Al final de la corrida, Pepe, quien le dio la alternativa en 1942, le corta la coleta en una ceremonia en el tercio emocionante.

Antonio Bienvenida, el maestro Bienvenida, sin torear. ¿Quién podría imaginarlo? Dedicado a su familia a la que tanto quería, a sus amigos, a ver de cuando en cuando una corrida..., no podía ser. Confirma esto, las manifestaciones que hizo al gran periodista y maestro Vicente Zabala Potorlés, en un día de tertulia:

- Siento dentro de mi un enorme vacío cuando no toreo. No sé lo que va a ser de mí cuando me retire definitivamente de los toros, porque yo preciso, como si fuera una droga, este desasosiego que se experimenta cuando se viste uno de luces. Es algo incomparable.

Festival en Madrid pro-damnificados del terremoto de Perú. El maestro colabora vistiéndose de corto para una corrida benéfica. Alterna con Luís Miguel Dominguín. ¿Pensaría que, además de colaborar en un acto benéfico, podría servir para probarse? No lo sabemos; pero su actuación buena y torera le animó a volver a los ruedos y así actuar en la feria de San Isidro de 1971. Prueba superada.

San Isidro de 1971, día 15 de mayo. Toros de Samuel Flores para Antonio Bienvenida, Andrés Vázquez y Curro Rivera que confirmaba la alternativa. El maestro estuvo en torero y artista. Destacaron cuatro ayudados por bajo magistrales.

Corrida concurso de ganaderías, 30 de mayo, en San Isidro de ese mismo año. El maestro estoqueó cuatro toros por cogida grave de Andrés Vázquez. El maestro dirigió la lidia, colocó los toros ante los caballos; hizo quites; clavó banderillas por la derecha y por la izquierda, al cuarteo y al quiebro, en los medios y en las tablas; trasteó con gracia y toreó magistralmente de muleta. Total, 4 orejas.

Toros de Victorino Martín, ganadería encastada, 28 de mayo de 1972, en San Isidro. Quite a su picador Curro Reyes que se hallaba en peligro. Magistral, oportuno. Premio al mejor quite de la feria. El público denominó a otro quite del maestro el del arte por lo artista que estuvo. Actuó junto a Andrés Vázquez.

Toledo, corrida del Montepío, 15 de julio de 1972, toros de Carlos Urquijo. Alternó con Paco Camino y Niño de la Capea. Dos orejas y rabo. Brindó un toro a Marcial Lalanda que presenciaba la corrida.

San Sebastián de los Reyes, 27 de agosto de 1973. Toma la alternativa Everaldo Segura de manos del maestro. Antonio Bienvenida es cogido en la axila por su segundo toro y a pesar de la cogida sigue y mata al toro.

Actúa, también en San Isidro de 1974. El final se acerca.

Día 5 de octubre del 74, plaza de toros de Vista Alegre. Toros de Bohórquez. Terna: Bienvenida, Curro Romero y Rafael de Paula. Despedida serena, sin grandes aspavientos. En la memoria de los aficionados dos lances magistrales rematados con media inigualable. Brindó a su hermano Ángel Luís:

--Te brindo este toro porque es el último que mataré en mi vida. Te doy mi palabra de honor que no te haré sufrir más”. 

Terminada la corrida, el maestro se fue andando camino de la puerta de cuadrillas, solo, con el capote de paseo sobre el hombro izquierdo. Detrás iba su cuadrilla. Cuando la puerta se cerró dejó atrás 35 años de arte, de torería, de hombría de bien, de maestría. Eran peculiares sus vueltas al ruedo, con o sin trofeos, alegres, en carrera de seis en seis pasos y andando, con los dedos pulgar e índice apretados en señal de triunfo, sonriente, siempre sonriente.

El final lo pondría la becerra Conocida de Amelia Pérez Tabernero la cual cogió al maestro, por la espalda, ¡no podía ser de otra manera!, cuando disfrutaba de un tentadero en la finca Puerta Verde de El Escorial.

Don Antonio Bienvenida fue un maestro y señor del toreo. La sonrisa eterna del arte de lidiar toros.

1 comentario:

  1. Tanto temple, elegancia y gran sonrisa, gran dinastía Bienvenida. Un gran y excelente recorrido y maravillosa trayectoria tan taurina por uno de los y tantos toreros cómo lo es y ha sido el maestro D. Antonio Bienvenida. Muchas gracias a D. José María Sánchez Martínez-Rivero por mantener vivos nuestros recuerdos y por dedicarle en su memoria.
    Miguel Cortés

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