PERDONAR NO ES EN JUEGOS DE GRUPO ALGO NEUTRO O INOCENTE, QUE SIMPLEMENTE DEJA ESCAPAR UNA OPORTUNIDAD MANTENIENDO INTACTA LA CONFIANZA DEL RESTO DE LOS JUGADORES, PUES AL FIN Y AL CABO DEMUESTRA QUE UN BANDO SIGUE SIENDO SUPERIOR AL OTRO. LEJOS DE ELLO, CUANDO EL ADVERSARIO NO ES UNA NULIDAD EL ACTO DE PERDONAR LE AGIGANTA, DESINFLANDO COMO UN GLOBO AL OTRO.
El enemigo en casa
Antonio Escohotado
La Galerna - 4 octubre, 2020
Sólido y coordinado, respondiendo a la presión alta con más de lo mismo, aunque mucho menos impreciso en pases y controles, el Madrid pudo irse a la caseta con una ventaja merecida e incluso un gol adicional, dejando sensaciones excelentes en Modric y Asensio, el primero por crear y cortar con autoridad, y el segundo por moverse sin descanso, dando la impresión de ganas renovadas tras la larga ausencia, que unidas a su clase prometen un titular indiscutible cuando acabe de redondear su estado de forma.
Como guinda del buen hacer, Vinicius se adornó con un lanzamiento perfecto, salvando al portero y una nube de jugadores, que sencillamente nadie podría parar, dado el efecto y la trayectoria. Por supuesto, estamos acostumbrados a que arme la marimorena en la mayoría de los casos, y la frecuencia de sus goles sigue una trayectoria ascendente; pero se nos había olvidado que sabe pegarla como el más exquisito, y su principal adversario es una especie de diablo cojuelo interior, acostumbrado a hacerle fallar lo sencillo, porque ya jugando con el Castilla le vi clavar en la cruceta un libre directo desde un ángulo análogo.
PERDONAR NO ES EN JUEGOS DE GRUPO ALGO NEUTRO O INOCENTE, QUE SIMPLEMENTE DEJA ESCAPAR UNA OPORTUNIDAD MANTENIENDO INTACTA LA CONFIANZA DEL RESTO DE LOS JUGADORES, PUES AL FIN Y AL CABO DEMUESTRA QUE UN BANDO SIGUE SIENDO SUPERIOR AL OTRO. LEJOS DE ELLO, CUANDO EL ADVERSARIO NO ES UNA NULIDAD EL ACTO DE PERDONAR LE AGIGANTA, DESINFLANDO COMO UN GLOBO AL OTRO.
Otra gran noticia fue que el equipo saliese resuelto a marcar el segundo, y los siete primeros minutos fueron un vendaval de ocasiones que el Levante facilitó con pérdidas en cadena, progresivamente aterrado por un rival al que le salía todo… salvo el gol. Diablura va, diablura viene, un balón salió repelido por el palo, otro lamiéndolo, y no cayeron cuatro tantos de milagro, coronados dos de ellos por pifias del inefable Vinicius, la segunda casi inverosímil por la dificultad inherente a no empujarla dentro. Cabría decir que el Real se dio un respiro entonces, y que los cambios del entrenador levantino le sacaron del coma donde anduvo sumido hasta el último error monumental.
benzema dispara
Sin embargo, dicha lectura de lo ocurrido prescinde a mi juicio de lo más instructivo. Si lo prefieren, perdonar no es en juegos de grupo algo neutro o inocente, que simplemente deja escapar una oportunidad manteniendo intacta la confianza del resto de los jugadores, pues al fin y al cabo demuestra que un bando sigue siendo superior al otro. Lejos de ello, cuando el adversario no es una nulidad el acto de perdonar le agiganta, desinflando como un globo al otro, y así discurrieron veinte minutos de deambular por el césped como pollos sin cabeza, marrando cada pase de los antes acertados, perdiendo los balones divididos y devolviendo a Courtois la eminencia conquistada con tanto mérito.
Por otra parte, habría sido una grave infracción de la justicia poética que el desfallecimiento diese alas no solo al entusiasmo sino al acierto del contrario, que incluso teniendo ocasiones no rozó la entidad de las falladas por los blancos. Y lo que empezó bien acabó triunfalmente, anunciado por un cabezazo de Ramos digno de entrar y un gol de Benzema a lo Romario.
Me encantó buena parte del partido Valverde, Modric sigue siendo un regalo para los ojos, Mendy es un portento por desplegar todavía, y no me gustaron Odegaard e Isco. Cierto que apenas la tocaron, pero diría que mal siempre. El niño prodigio noruego jugó hacia atrás, del modo más rutinario, dos balones que recibió en el centro del campo sin ser encimado, y no entiendo por qué no aprovechó para girar y salir en vertical, o cuando menos amagarlo. Será que nadie es perfecto.
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