Sin embargo, no es justo que quien fuera tan gran torero, siempre un tío digno y con la verdad por delante, no lo dejen dormir el sueño eterno. Y sus restos se revuelven en su mausoleo del cementerio sevillano de San Fernando desde que es víctima de tantas especulaciones. Y con numerosa gente interesada medrando alrededor de quien fue un tío cabal.
¡Dejad tranquila la memoria de Paquirri!
Paco Cañamero
Gorieta Digital / Salamanca, 26 Nov. 2020
Paquirri ha vuelto a la pomada de la actualidad. En realidad nunca dejó de estar y su nombre se ha mantenido vivo desde aquella trágica tarde de Pozoblanco que nos devolvió a la realidad de que los toros matan de verdad.
Sin embargo, no es justo que quien fuera tan gran torero, siempre un tío digno y con la verdad por delante, no lo dejen dormir el sueño eterno. Y sus restos se revuelven en su mausoleo del cementerio sevillano de San Fernando desde que es víctima de tantas especulaciones. Y con numerosa gente interesada medrando alrededor de quien fue un tío cabal.
Hoy su nombre acapara protagonismo en las tele-rosas y las revistas del colorín, a vueltas siempre con ese grandioso torero que nunca acabó de ser feliz. Porque tuvo mala suerte hasta para morir en una plaza con escasos medios sanitarios y además, un apoderado ineficaz -su ex cuñado Juan Carlos Beca Belmonte- que no fue capaz de llamar al helicóptero de Protección Civil para que en veinte minutos lo hubiera desplazado a Córdoba y evitar perder la vida en las siniestras carreteras del Valle de los Pedroches. Y es que Paquirri tuvo mala suerte hasta para eso, después de que sus éxitos en el ruedo que lo auparon a ser una primera figura, ni tanto dinero como ganó y la máxima popularidad lograda allanaron el camino para ser un hombre feliz. El camino que siempre se busca en la vida.
Ahora, para quienes tanto admiramos su figura, es tristísimo ver cómo sigue en la diana de la actualidad por mor de su tan traída y llevada herencia. Por malas artes de gentes en quien confió y por tanta vividor a costa de un torerazo que nunca fue feliz.
Dejad su memoria tranquila. Porque debe permanecer el recuerdo de un grandioso torero y de un hombre íntegro. Esa es la gran herencia que dejó Paquirri.
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