martes, 3 de noviembre de 2020

Miré los muros de la patria mía / por Fernando Sánchez Dragó


¡Extraña alianza la establecida entre los caciques de un gobierno totalitario y los perversos virus llegados de lejanas tierras! La pandemia se ha convertido en coartada que todo lo permite mientras el grueso de los españoles lo permite todo.

Miré los muros de la patria mía

Fernando Sánchez Dragó
La GacetaMadrid, 02 noviembre 2020
Miré, sí, los muros de la patria mía, escribió Quevedo en uno de los sonetos más desgarradores de la historia de nuestra literatura, «y no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte».

Hoy, cuando escribo esto, aún es el día de Todos los Santos, pero mañana, cuando mi columna aparezca, será el de Difuntos. Ninguna jornada más idónea para hacer lo mismo que Quevedo hizo cuando compuso su soneto. Miro, pues, alrededor y todo lo que veo, lo que escucho, lo que siento, es lo que él sentía, escuchaba y veía.

La pandemia se ha convertido en coartada que todo lo permite mientras el grueso de los españoles lo permite todo

Todo, menos los muros, porque éstos ya no son los que entonces, metafóricos, definían, envolvían y protegían el territorio de un país que era, a la vez, patria y matria, sin esa grotesca taxonomía a la que el pseudofeminismo del Ministerio de la Igualdad Orwelliana llama de género. Los de ahora, los de hoy, los de estas dos fiestas de recogimiento y luto, son murallas interiores, tapias de cárcel, paredes de celda de clausura, empalizadas de campo de concentración, hormas de zapatos que hasta hace poco caminaban libres…

¡Extraña alianza la establecida entre los caciques de un gobierno totalitario y los perversos virus llegados de lejanas tierras! La pandemia se ha convertido en coartada que todo lo permite mientras el grueso de los españoles lo permite todo.

El sueño de la democracia, como el de la razón, produce monstruos

El espectáculo es pasmoso. Es cosa de no creer, de pellizcarse, de entornar los párpados, de ponerse algodones en los oídos, de inhalar un pomo de sales para ver si todo es un mal sueño y la pesadilla se desvanece. El sueño de la democracia, como el de la razón, produce monstruos.

Mujeres contra mujeres, mujeres contra varones, varones contra mujeres, catalanes contra españoles, delincuentes protegidos por las leyes, leyes que persiguen a los inocentes, inmigrantes ilegales instalados en hoteles de lujo a cargo del contribuyente, partidos de derechas que apoyan a los de izquierdas, partidos de izquierdas que reescriben la historia y obligan a los historiadores a convertirla en ficción, doctores cum mofa, estudiantes zoquetes que pasan de curso por su cara bonita, saqueadores callejeros e impunes que roban camisetas y bicicletas para revenderlas luego o pedir que les cambien la talla, ateos que increpan a los creyentes y creyentes que justifican el terrorismo, españolitos de corazón helado y de movilidad maniatada por el despotismo y la incompetencia de los gobernantes que ellos mismos eligieron, diputados que intercambian prebendas, privilegios y canonjías como si fuesen cromos y bonus track, sinvergüenzas que acusan de no tener vergüenza a quienes, pocos, aún la tienen, saturación sanitaria, triajes, telebasura, bulos, posverdades, sopa boba a cucharones, manipulación informativa, medios de incomunicación, cesantías por doquier, colas del hambre…

…queda flotando en el aire la pregunta que nos hacemos muchos: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Y otra, aún más difícil de responder: ¿hay salida?

¿Para qué seguir? ¿Para qué pasar lista a lo que todos vemos, escuchamos y sentimos a diario con sólo encender la tele, echar un vistazo a la prensa subvencionada y domesticada (otra casi no hay), asomarse al balcón, quien lo tenga, o dar, como los guardias de La verbena de la Paloma, una vuelta a la manzana? 

Tarea inútil, bien lo sé, pero queda flotando en el aire la pregunta que nos hacemos muchos: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Y otra, aún más difícil de responder: ¿hay salida? ¿Cabe arrimar una escalera, y dónde está, a los muros que hoy convierten la patria y la matria en unánime recuerdo de la muerte?

Perdonen el pesimismo, la melancolía, la jeremiada, el réquiem… Sírvame de disculpa que hoy es día de Difuntos, los cementerios están vacíos y las campanas que ya no tañen doblan por todos los españoles. Que Dios, si existe, nos proteja, ya que nosotros no sabemos protegernos. 

Amén.

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