La oferta que destapa el As puede ser una oferta pero también puede ser una treta: "Como está claro que Mbappé no renueva con nosotros porque quiere irse al Madrid, yo respondo tocandoos las narices con Ramos". También es cierto que quien exhibe el cebo es el Real Madrid, que a 16 de noviembre aún no ha dicho esta boca es mía. Quien coloca en el escaparate al jugador es el Real Madrid porque, y aún a sabiendas de que desde el 1 de enero del año 21 el futbolista puede negociar con quien le dé la gana, hasta hace un par de semanas a nadie se le pasaba siquiera por la imaginación la posibilidad de que el capitán del Madrid no acabara aquí su carrera deportiva. Ahora sí, ahora ya se les pasa por la imaginación a muchos madridistas y, por ende, también a otros equipos punteros que quieren reforzar su plantilla. Como Sergio queda libre, el PSG da por hecho que al sueldo del jugador habrá que añadir una prima de fichaje y esa sería la diferencia entre lo que cobra en el Madrid, que serían catorce millones, y los veinte que pasaría a cobrar allí.
Pero las operaciones de Mbappé y Ramos no están conectadas entre sí. Mbappé no quiere seguir en París y quiere fichar por el Real Madrid, que ha esperado a que el chico se desfogue, tenga sus correrías por la endeble Liga francesa y acabe cayendo como fruta madura para contraer matrimonio con el equipo que le puede garantizar títulos individuales y globales del máximo nivel. Ramos es otra cosa, Ramos llegó aquí hace tres lustros, se ha hecho leyenda en el Madrid, en el Madrid ha batido todos los registros habidos y por haber y, cuando ha llegado a la cima, expone como argumento negociador todo lo que él ha hecho por el club cuando, y llegados a este punto, siempre es el club quien hace más por el futbolista. Mbappé quiere mejorar deportivamente y, sabedor de que éste puede ser su último contrato potente, Ramos quiere hacerlo económicamente. Si el PSG piensa que así inquieta al Real Madrid se equivoca porque, insisto, es el club blanco el que coloca a Ramos en el escaparate, quien le mete en la jaula de los tiburones para que nos entendamos.
Si Sergio Ramos quiere pegar un pelotazo, el pelotazo se llama París, se llama Notre-Dame, se llama Montmartre, se llama Opera Garnier... Si el Real Madrid no pasa del uno más uno y el jeque le paga tres, la opción de Ramos es clarísimamente el PSG. Porque, y para igualar esa oferta, Florentino Pérez tendría que poner 90 millones de euros más de los que tenía inicialmente previstos, 10 que le faltarían del primero y otros ochenta de los otros dos, y si el presidente del Real Madrid hiciera eso por un jugador de 34 años a punto de cumplir los 35 todos diríamos que quien se ha vuelto literalmente loco es él. Esas cifras absolutamente disparatadas constituyen, según yo lo veo, una especie de cláusula liberatoria para el jugador, una suerte de as en la manga: ningún madridista reprochará a Sergio que coja el dinero y salga corriendo. Si tiene cierto reparo moral o sentimental haría bien en apartarlo de su cabeza porque todos entenderemos que haga lo mejor tanto para él como para su familia. Y, cuando se retire, el Real Madrid seguirá aquí. Y, si se va, cuando vuelva aquí seguirá teniendo su casa. Si es cierto lo que publica el As, vete, Sergio, no lo pienses. Aprovecha. Te lo has ganado. Gracias y hasta dentro de un rato. El tiempo pasa rápido. Ata en corto al jeque. Dile "sí, quiero".
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