sábado, 19 de diciembre de 2020

Treinta años que mataron a tres soñadores en torero / por Juan Miguel Núñez Batlles


Se trata de recordar "la memoria de los alumnos de la Escuela Taurina de Albacete,  El Loren, Panduro y Rumbo, vilmente asesinados por soñar en torero". Más o menos así quiere López Galiacho que diga la inscripción en una lápida o azulejo que luzca en la Plaza de Toros de su ciudad, la muy taurina Albacete.

Treinta años que mataron a tres soñadores en torero

Juan Miguel Núñez Batlles
Se acaba de cumplir un triste aniversario que no debe pasar desapercibido para los que amamos el toreo. La muerte a traición de tres jóvenes -de 24, 23 y 19 años, respectivamente-, alumnos y novilleros de la Escuela Taurina de Albacete, vilmente asesinados hace ya 30 años. 

Tres soñadores del toreo. Ése fue su cargo, su principal y único pecado para ser condenados a muerte.

Los mataron a sangre fría -así como suena- cuando buscaban la gloria de personajes destacados de la tauromaquia, caso del mítico Juan Belmonte, cuya historia a la luz de tantas lunas está idealizada por la pluma del portentoso Manuel Chaves Nogales; y muchos otros, habría que añadir, desconocidos o no tanto, que asimismo han emulado con esta práctica la lucha y el romanticismo del toreo.

Lorenzo Franco "El Loren" (24 años),  Andrés Panduro (23 años) y Juan Carlos Rumbo (19 años). Qué terribles circunstancias, las de estos tres toreros todavía en ciernes, aquella noche del 1 de diciembre de 1990, cuando dos  malvadas y traidoras escopetas salieron a su encuentro en la finca Charco Lentisco de Cieza, en la vecina provincia de Murcia.

Un triste suceso que conmocionó a toda la sociedad. Y no es cosa de dar ahora detalles para hacer más truculenta aquella aventura que acabó en tragedia. 

El dueño de la finca, inductor de la masacre -según se probó en el correspondiente juicio-, ya ha muerto también, al poco de salir de la cárcel donde cumplió 16 años de condena.

Un hijo menor de edad entonces del mayoral de la finca se autoinculpó y un hermano de éste, condenado igualmente, también dejó ya la prisión. Y ha quedado sin esclarecer quién manejó una segunda escopeta, con gatillo asimismo asesino.

El caso es que Lorenzo Franco "El Loren", Andrés Panduro y Juan Carlos Rumbo, hace treinta años que murieron.

Qué pena entonces, y qué pena ahora. Qué terrible. Una historia que parece ficción, sin embargo, triste y trágica realidad.

Y pasa el tiempo. Treinta años ya, sin embargo, Albacete no lo olvida ni lo olvidará:  la buena gente aficionada al toro de la capital manchega no quiere que se pase página en la memoria de este suceso.

De hecho hay una iniciativa, que está recibiendo muchos apoyos, comandada por el profesor universitario Javier López Galiacho, ilustre albaceteño, empeñado en dar lustre y poner en valor todo lo que proyecta honra y grandeza en su tierra.

Se trata de recordar "la memoria de los alumnos de la Escuela Taurina de Albacete,  El Loren, Panduro y Rumbo, vilmente asesinados por soñar en torero". Más o menos así quiere López Galiacho que diga la inscripción en una lápida o azulejo que luzca en la Plaza de Toros de su ciudad, la muy taurina Albacete.

Qué sencillo y qué emocionante homenaje. Ahora tiene la palabra el Ayuntamiento. Y seguro que no va a fallar.

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