lunes, 18 de enero de 2021

En la temporada hundida por la pandemia: La explosión de Juan Ortega, justo triunfador del año; en 2021 toca que se le reconozca

Juan Ortega, en su tarde triunfal de Linares

Contaba Antonio Ordoñez que tras su alternativa se encontró que no tenía ni un contrato firmado; tuvo que esperar hasta el mes de agosto para ocupar en Santander el lugar de un torero herido, que si no recuerdo mal era Manolo González. Como entonces los méritos eran tenidos en cuenta, tras su triunfo del coso del Sardinero salió con 30 contratos firmado. En 2020 a Juan Ortega la oportunidad le llegó en un festejo casi testimonial por no dejar en blanco la feria de Linares. Lo aprovechó y además lo confirmó en Córdoba y Jaén, hasta tal punto que RNE le concedió su Oreja de Oro. hora en lo que se pueda en 2021 tiene la oportunidad de encaramarse arriba, como en sus tiempos hizo Antonio Ordóñez.

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En la temporada hundida por la pandemia
La explosión de Juan Ortega, justo triunfador del año; en 2021 toca que se le reconozca

Taurología / 18 Enero 2021
Hemos salido de un año taurino mucho más que atípico en lo artístico y ruinoso en la económico, especialmente para los criadores de reses de lidia. Bien puede afirmarse que ha sido una temporada puramente testimonial, un decir “aquí estamos nosotros a pesar de los pesares”, que al menos ha servido para evitar el cataclismo general que supondría la desaparición total del panorama social.

Pero como la Tauromaquia es algo grande, con tan bajísimo número de festejos los aficionados han tenido materia más que suficiente para comentar y, sobre todo, para mantener viva sus esperanzas.

Y así, por ejemplo, tres tardes de éxito --en Linares, Córdoba y Jaén-- han sido suficientes para que la afición fije sus ojos en Juan Ortega, un torero que ya apuntaba cosas buenas, pero que no acababa de romper. Que con tan corta campaña Radio Nacional de España le ha concedido, con todo merecimiento, la “Oreja de Oro” al triunfador de la temporada, en medio del plauso general.

Gracias a ello Juan Ortega ya se ha subido al carro de las grandes plazas. Tiene una oportunidad de oro, sobre la importante base de una asolerada concepción del toreo. Hasta se ha discutido si no debiera entrar en el cartel de Domingo de Resurrección en Sevilla, que con Beneficencia y Ronda son de los más emblemáticos; pero es poco probable: los intereses de los taurinos son inescrutables.

Que Enrique Ponce haya quedado de líder del escalafón ha sido un esfuerzo reconocible. Ha toreado el máximo de lo posible, ha dado la cara cuando las demás figuras se quedaban al resguardo de su casa.

En el por si acaso, los empresarios empiezan a apalabrar corridas y toreros. Nada más lógico que la Casa la de Misericordia tenga ya seleccionadas las corrida de unos posibles Sanfermines; el toro que pide la Monumental pamplonesa para abrir sus puertas no se improvisa en el campo. Aunque eso de rematar una corrida para una plaza de primera, aunque sea base de los cinqueños que quedan en la finca, al criador le cuesta un dinero extra no pequeño.

Pero otro tanto cabe decir que la Casa Pagés, que haya negociado, entre otros, con Morante, con Pablo Aguado o con Roca Rey, entra dentro de la lógica más elemental. Si es que pueden dar toros, que pretende dar más de una docena, cuenta ya con una base imprescindible, que en otras circunstancias también tendrían.

Todo ello en el trasfondo del los líos que se traen en Málaga y Albacete con los pliegos de adjudicación, gracia a los cuales se ha sabido que ANOET, la gran patronal, existe, aunque como en otras ocasiones a costa de empresas poco relevantes.

La novedad del año ha sido la llamada Gira promovida desde la FTL. Ha sido entretenida, pero no rompedora. A lo mejor es porque no estamos acostumbrado a esos “mini-festejos” de cuatro toros, que son más del uso mexicano. Su mayor virtud, que ha llevado el toreo a plazas del segundo y del tercer circuito, que un aspecto muy favorable para mantener viva la llama. Y que tuvo el gesto de no ignorar a los novilleros. Pero, se mire como se mire, eran otra cosa. Ahora solo falta la que la cosa acabe bien, cuadren las cuentas y no haya tensiones sectoriales.

Y el futuro incierto

Pero tras este año tan complicado como fue el 2020, la nueva temporada del 2021 no se presenta con mejores augurios iniciales. Por lo pronto ya se han caído del calendario las primeras ferias del año, caso de Valencia o Castellón. Lo que venga después queda pendiente de la evolución de la pandemia, que se ha demostrado muy cambiante en números, en diagnósticos y en soluciones. 

Los taurinos hacen sus números: con menos de un 50% de los foros, dar toros es muy difícil, sobre todo en las grande plazas. De hecho, ya se considera un imposible que las cosa cambien lo suficientes como para que en sus fechas pueda darse en Madrid por San Isidro y la Casa Pagés en Sevilla hace algunos preparativos iniciales pero sin la certeza de se podrán lleva a cabo. En esas circunstancias, la mayoría de las miradas se dirigen desde ahora a septiembre y octubre. Pero incluso en esos retrasos no dejan de contener interrogantes.

Por ejemplo, según declaraciones de Plaza 1 el contrato de Las Ventas se ha prorrogado --con la opacidad habitual del Centro de Asuntos Taurinos-- hasta agosto. Les liberan así de la obligación de ser “plaza de temporada”, que es lo que daña la caja de la Empresa. ¿Y entonces quién y cómo organiza la Feria de Otoño, que queda bastante lejos de agosto? Si no acuden a otro de estos acuerdos opacos, será un pequeño lío.

Sin embargo, no perdamos de vista un hecho cierto: por su caótica gestión o por la propia naturaleza del virus, siempre tendremos encima la inestabilidad que genera esta pandemia. Predecir desde ahora si septiembre será tiempo de toros con una cierta --solo cierta-- normalidad, supone en riesgo que casi imposible de asumir.

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