jueves, 18 de febrero de 2021

CUANDO ANTONIO MONTES ERA MALETILLA / por Mariano Cifuentes

Antonio Montes y sus dos compañeros llegan en plena noche al cortijo "El Cuarto", van llenos de frío, pero su fuerte ilusión de ver al toro les hace olvidarlo por completo. Al cruzar una vereda, un bulto, se interpone entre los torerillos. Es "Catalán" el toro desmandado.... Antonio Montes, sin temor ninguno al animal, se prepara a la lucha.

Cuando Antonio Montes era maletilla

En el cortijo sevillano "El Cuarto" donde pastaban los toros del afamado ganadero don Antonio Miura, mayoral y vaqueros se disponen a iniciar los preparativos de un día del mes de Enero en la ganadería.

La mañana fría hace que las reses estén inquietas.

Los vaqueros vigilan los movimientos de las reses, para evitar que se desmanden pues ven síntomas que durante la noche se han peleado con ganas.

Como todas las mañanas el zeñó José, mayoral de la ganadería, garrocha al hombro recorre el cortijo inspeccionando el ganado, montado en su caballo "Centella ", negro como el azabache y veloz como el viento......

Repasa los añojos, los erales, los utreros, los cuatreños, y por último los cinqueños.

Don Antonio Miura, tiene apartadas ocho corridas de toros, para Sevilla, Valencia, Barcelona, Bilbao, Zaragoza, San Sebastián y Santander. Son ocho corridones que don Antonio tiene comprometidas para ser lidiadas en dichas plazas.

La corrida que sobresale es la que se ha de jugar en la feria abrileña en la Maestranza sevillana.

Los seis toros preciosos, pero llama la atención el toro de nombre "Catalán", un colorao ojo de perdiz, que por su hermosa estampa y trapío gusta a cuantos lo ven, y del que está orgulloso don Antonio, lo mismo que el mayoral, pues adivinan en el "Catalán" un toro de bandera.

El zeñó José, al llegar al cercado de los cinqueños, ve con sorpresa que el toro "Catalán" no está entre ellos. A grandes voces, llama a los vaqueros y da órdenes para que se busque a la desmandada res por todas partes.

Los vaqueros salen en todas las direcciones, mientras que el zeñó José se dirige al cortijo "El Cuarto" a informar de la noticia al "zeñó amo".

La mañana cada vez más fría debido a la espesa niebla.

Bien pronto circuló por Sevilla, entre los aficionados, la noticia de la desaparición del toro  "Catalán", sobre todo en el Barrio de Triana.

Un grupo de chavales trianeros de unos quince años y que sentían en su sangre hervir la afición del toreo comentan de la desaparición del toro miureño.....

El que llevaba la voz cantante, era un chiquillo delgado, de tez verdosa, tipo monaguillo y rostro inexpresivo, como el de casi todos los sordos, pues lo era, y que se llamaba Antonio Montes.

Este, dirigiéndose a sus compañeros, les dijo con voz muy seria :

- ¿Quiéren ustés que erta noche vayamos a buscá a eze bicho de Miura y si lo encontramos lo atoreamos? ....

Si ustés no me quieren acompañá, iré yo solo....

-Pués yo no te acompaño - respondió un chaval.

- Ni yo - replicó otro.

- ¿Y ustés queréis ze toreros?.... No zoy má que unos fantasiosos....

¡Ertá bié! Los que quieran de ustés vení, a las dies les espero en er puente con los avíos de atorear.

El reloj de la Giralda daba las diez campanadas.....

En el Puente de Triana, Antonio Montes espera impaciente la llegada de algunos de sus compañeros. ¡Hace frío! Dos sombras se acercan al impaciente torerillo. Van envueltos en sus capotillos desteñidos de tanto uso. Uno de ellos le dice :

- Güena noche, Antonio. Cuando quieras....

Y silenciosos atraviesan el puente. Y andan y andan, sin temor a la fría noche sevillana, caminaban eso sí, llenos de "ilusión"....

En el cortijo "El Cuarto" los vaqueros duermen, el zeñó José, no puede conciliar el sueño, piensa en el toro desmandado, que era su orgullo y el de su amo....

En el campo, silba el viento, los cencerros de los bueyes suena y suenan.

Antonio Montes y sus dos compañeros llegan en plena noche al cortijo "El Cuarto", van llenos de frío, pero su fuerte ilusión de ver al toro les hace olvidarlo por completo. Al cruzar una vereda, un bulto, se interpone entre los torerillos. Es "Catalán" el toro desmandado....

Antonio Montes, sin temor ninguno al animal, se prepara a la lucha.

Sus dos compañeros huyen a refugiarse en unos matorrales....

Arráncase el toro, y el torerillo, quieto, adelanta su capotillo, aguanta la acometida del Miura, cargando la suerte, y , dejándolo llegar, le da una verónica lenta, pausada....: otra otra y muchas más..... El toro, acomete y Antonio Montes, siempre quieto y con mucha serenidad mueve el engaño, hasta rendir al toro.....

Pocos testigos oculares tenía Antonio Montes, los dos chavales que le daban gritos jaleando la faena del compañero, y la luna llena sevillana que comtemplaba extasiada la figura del chavalillo y al toro "Catalán" rendido a sus pies....

Les muestro ahora la biografía de Antonio Montes Vico, matador de toros, nacido en Sevilla en el barrio de Triana, el 20 de diciembre de 1876. En su niñez cultivó en Santa Ana el latín del monaguillo. Más tarde.... "¿Por qué fuí torero?" - dijo él mismo -. Yo era oficial de carpintero. En mi oficio había llegado, teniendo 18 años, hasta donde se puede llegar. Había ido con muchachos a tentaderos y capeas. El aprendizaje no fué grano de anís. Tomó la alternativa en Sevilla de manos de Antonio Fuentes.

Como Juan Belmonte, tuvo una figura poco apuesta.

Era cargado de espaldas, muy sordo, el rostro opaco y triste y con la expresión vaga y ausente, atontada, de los hombres que no oyen. En los años de decadencia y de sangre, que van de la retirada del Guerra a la aparición de Joselito, Antonio Montes representa la convulsión sincera, el secreto relámpago rebelde del temperamento. Es el suyo, como el de Belmonte, un triunfo nervioso y genialoide. Sobre Antonio Montes se proyectó también la desdicha. En 1906 marchó con Fuentes y Bombita a México donde contaba con muchos admiradores.

Tres toros españoles de Saltillo y tres aztecas de Tepeyahualco, en el sorteo correspondió a Montes el toro "Matajacas", pero no se inmutó por su mala suerte, era un toro agalgao, astifíno y cornidelantero con un pescuezo muy largo.

Se lidió en segundo lugar, en unas verónicas muy ceñidas y al rematar con un farol resultó cogido Montes.

Y en la faena de muleta Fuentes le dijo que lo matara sin lucimientos, no hizo caso y ejecutó un volapié recto recreándose en la suerte, fue cogido y levantado, sufriendo una horrible cornada.

Murió a los siete días, el 17 de enero de 1907, trasladado a España. En la capilla ardiente se produjo un macabro incendio con las flores marchitas de las coronas y las cintas funerarias y los cuatro blandones. El cadáver de Montes quedó carbonizado, la piel del cuero cabelludo enrolladas, las cuencas de los ojos vacías....

Tal fue la suerte adversa de Montes, perseguido hasta su paz mortuoria por una fatalidad extraña e implacable.

El toreo de Antonio Montes andando el tiempo, había de ser canon del toreo paradísimo que marcaba una orientación que había de prevalecer años más tarde en Juan Belmonte. Es curioso, Juan Belmonte, no vió nunca torear a Montes.

Por tanto Antonio Montes, representa un paso más hacia el toreo parado, regido por los brazos de Juan Belmonte. Se le ha señalado como profeta y precursor, y posiblemente lo fue aunque su arte tenso y emocional no estuviese sublimado por la frenética estilización del otro trianero, Juan Belmonte.

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