Paco Delgado
Avance Taurino / 27 Febrero 2021
Pero, ay, desgraciadamente lo que sucede en España es, triste y lamentablemente, tan cierto como que usted está leyendo ahora estas líneas.
Basta echar una mirada a nuestro alrededor para que el alma se te caiga a los pies. Manifestaciones a favor de un imbécil -al que mandan a la sombra por una acumulación de condenas- que se disfrazan con marchas a favor de la libertad de expresión y que derivan en destrozos de mobiliario urbano, saqueo de establecimientos y graves disturbios en los que se tiene a las fuerzas de seguridad con las manos atadas y poco menos que como muñecos de un pim pam pum de feria. Con alcaldes que atacan a la policía y defienden a los delincuentes. Con otros que utilizan a esa misma policía para que defienda sus ideas totalitarias y así poder hacer de su capa un sayo. Diputados y hasta ministros -además iletrados y hasta analfabetos…- que se ponen de parte de los delincuentes y que, en el colmo del disparate, cobran – y muy bien, por cierto- de un Estado del que reniegan y al que pretenden deshacer.
Con miles y miles de trabajadores sin cobrar y haciendo la vista gorda con una emigración ilegal que ya asusta. Y a todo esto, con el coronavirus bambando sin control y sin que nadie sepa bien cómo atajarlo ni frenarlo.
El desbarajuste es monumental y, como digo, digno de haber estado en una cinta de Berlanga.
También el mundo de los toros, ligado naturalmente a la sociedad española, sufre un caos de tamaño bastante preocupante.
Tras un año tan atípico como ruinoso, es ahora, a finales de febrero, cuando se empieza a deliberar cómo afrontar la campaña de 2021. Y esas deliberaciones, a lo que se ve, siguen dejando de lado los tres puntos clave que deberían marcar la regeneración y el punto de inflexión de un negocio que, como bien dice Antonio Lorca, se asoma peligrosamente al abismo.
Se quiere renovar la cúpula directiva de ANOET, lo que parece muy bien, pero sigue sin haber conciencia de unidad ni, mucho menos, de la necesidad de un órgano rector común que aglutine a todos y cada uno de los estamentos del toreo y que deberían acatar lo que se decida, yendo, sin fisuras ni banderías, todos a una y teniendo como objetivo la defensa del bien común, que no es otro que su propio negocio, algo que hasta ahora nadie parece tener claro, yendo cada cual a lo suyo sin importar otra cosa.
El modelo de espectáculo requiere una puesta al día urgente, así como su financiación, incluyendo en este apartado un nuevo tipo de remuneración por tramos que no ahorque al empresario y haga inviables muchas funciones. Volver a la separación de poderes, fomentar la base y la cantera, defender la ganadería y conseguir, de manera urgente y ya casi desesperada, que los medios de comunicación vuelvan a tener en cuenta a los toros y que esta actividad no se utilice como arma política para fines espurios.
Mucha tela que cortar, ya lo creo, pero algo esencial si queremos que esto perdure. Mucho trabajo, también, por delante, por lo que hay ponerse a la tarea ya mismo y no dejar para mañana lo que para entonces podría ser ya un imposible. Y un recuerdo.
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