domingo, 28 de febrero de 2021

La falacia andalucista / por Carlos Fuster Cerezo


...desde la Junta de Andalucía y la mayoría de partidos de su arco parlamentario, asumen la institucionalización del andalucismo, dando por buenas las neurosis islamófilas de Blas Infante “Padre de la Patria Andaluza” y la imposición de la bandera autonómica con los colores blancos y verdes, similar a la aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918.

La falacia andalucista

Carlos Fuster Cerezo
Málaga, 28 Febrero 2021
En otro 28-F, denominado “Dia de Andalucía”, se impone hacer una reflexión en voz alta, sobre el trasfondo de esta fecha y las “señas de identidad andaluzas”.

A diferencia de regiones como Cataluña o las Provincias Vascongadas, donde el falseamiento y exaltación de “hechos diferenciales”  se han hecho desde la perspectiva de alimentar el secesionismo, el caso de Andalucía merece un análisis aparte.

La inexistencia de brotes separatistas, salvo organizaciones marginales de ultraizquierda y la inexistencia de un partido andalucista en Parlamento autonómico tras la disolución del Partido Andalucista en 2016, podrían hacernos pensar que Andalucía permanece a salvo de cualquier conato de antiespañolidad.

Nada más lejos de la realidad, si bien es cierto que no existe ese brote separatista, el caso de la falacia andalucista es más peligroso si cabe. 

El Estado de las Autonomías aparte del tremendo e innecesario gasto económico que supone, siendo un modelo erróneo de descentralización administrativa, supuso la anulación de la conciencia nacional española a favor de nacionalismos centrífugos y de falsos “hechos diferenciales”. 

Este precisamente es el caso de Andalucía, que desde la Junta de Andalucía y la mayoría de partidos de su arco parlamentario, asuman la institucionalización del andalucismo, dando por buenas las neurosis islamófilas de Blas Infante “Padre de la Patria Andaluza” y la imposición de la bandera autonómica con los colores blancos y verdes, similar a la aprobada en la Asamblea de Ronda de 1918.

Unos  colores que ondearon en un par de estandartes almohades, en lo alto del alminar de la mezquita mayor de Sevilla, para celebrar la victoria musulmana en Alarcos sobre los cristianos en 1195.

Pues con todos estos antecedentes históricos, vemos como se ha expandido la aceptación social de una mentira histórica, el andalucismo, que pretende eliminar cualquier atisbo de españolidad y diluirlo entre la tibieza constitucionalista y una visión cosmopolita y mesticista de Andalucía, basadas en reivindicar a los invasores que conformaron Al Andalus y exaltar el mito de la “convivencia de las Tres Culturas”, todo ello para apisonar las raíces castellanas del Sur.

Y es que, lo que llamamos Andalucía no es heredera de Al Andalus  sino de Castilla, a cuya Corona fue incorporada en el transcurso de la Reconquista.

Por ello, con el evidente desastre y fracaso de las autonomías, no solo sea cuestión de plantear su desaparición y apostar por un modelo de descentralización alternativo, sino volver a enarbolar viejos pendones para luchar en el terreno de la batalla de las ideas y la verdad histórica, por restituir a lo que hoy llamamos Andalucía, su verdadera e hispánica identidad castellana, rompiendo con el “síndrome de Estocolmo” andalucista hacia los moros invasores que ocuparon España durante siglos. 

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