Lo digo con enorme pesar pero, mientras sigan sustentando este espectáculo con ese toro moribundo, sin casta, sin peligro, sin emoción y sin verdad alguna, sobran todos los festejos del mundo.
No hade falta esfuerzo por parte de nadie, me refiero a los que pagamos, porque son los taurinos los que con sus bagatelas están acabando con la fiesta y luego se quejarán. Las dos corridas de Ubrique, como sucediera en año pasado en las que se dieron cita, han sido el detonante de la mentira al más alto nivel y, como sabemos, la mentira tiene las patas muy cortas, hasta el punto de que no llegan a ningún lado. Lo dicho está clarísimo y, hasta los niños de pañales lo firmarían pero, adultos empecinados en vender la mentira al estilo de Pedro Sánchez, son incapaces de afrontar la realidad que les asola por completo.
Al paso que vamos, o se prohíbe en las plazas la lidia de los toros del encaste preferido por las figuras o, como está sucediendo, aunque todo vuelva a la normalidad no irá nadie a los toros porque esos que los taurinos creen que son tontos del culo, en los últimos años han aprendido la lección, se han sentido estafados y como única solución, que no tenemos otra, ha sido desertar de las coliseos taurinos, aunque lo haga el rey de los toreros, es decir, un tal Morante. Pero lo que digo no es no es nuevo; lo de la importancia del toro ya lo sentenciaba aquel Rubio de San Bernardo – es decir, el maestro Pepe Luis Vázquez- hace setenta años en que, pese a su condición de figura, seguía sustentando en la importancia del toro y si éste no tenía emoción para que prendiera en el corazón de los aficionados, la parodia estaba servida que es lo que ocurre en los últimos años.
Eran otros tiempos, otras personas, diferentes toreros. ¿Ha escuchado usted a algún torero que abogue por el toro de verdad y diga la afirmación que dijera Pepe Luís hace tantísimos años? Yo no he escuchado a torero alguno defender al toro como lo hacemos los aficionados, lo que viene a demostrar que les viene al pelo matar el burro fofo y, los que no los matan y lidian el toro auténtico es porque no tienen otra opción. Una pena que, insisto, que desde dentro del taurinismo, donde tanto debería preocuparles el devenir de la fiesta, todo el mundo mira para otro lado y, la mayoría, en su ignorancia, todavía esperan el milagro. Hablan de que las autoridades, debido al estado de sitio que todavía padecemos por la pandemia y por el maldito gobierno, que permitirán un cincuenta por ciento del aforo para la celebración de los festejos taurinos. Aseguro que nos vamos a llevar sorpresas tremendas cuando veamos, un día sí y otro también, que no se llena el aforo que citamos. ¿Cabe tragedia peor?
Veremos, cuando eso ocurra, a quién le echarán la culpa. Pensar que tenemos decenas de ganaderías encastadas, con posibilidad de triunfo, con bravura suficiente y con pinta de toros y que las mismas no sean ni consultadas por los taurinos para lidiarlas, la tragedia no puede ser peor. Vivimos, insisto, el peor momento de la historia; ha sido la decadencia más absoluta por una peregrinaje de muchos años engañando a la gente, mintiéndole y burlándose de todos con esos toros amorfos que solo producen hastío. Esos animalitos solamente son opacados por diestros de enorme talento, arte y armonía como sucediera el pasado año con Finito de Córdoba que, con su arte, nos hizo olvidar a los animalitos, pero eso son excepciones muy puntuales, sencillamente porque la fiesta tiene que girar en torno a TORO.
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