jueves, 8 de abril de 2021

Quedarse atrás / Por Paco Delgado


No hay planificación ni se sabe qué es la inversión. La prueba está en que, tras un año de parón, de estar escondidos, esperando a que escampase, sin salir de casa ni siquiera con paraguas, los responsables de la cosa taurina se plantan en marzo para ver qué hacer, siendo de lo poco que se les ocurre pretender que les dejen las plazas gratis y exigir un determinado aforo para poder dar festejos.


Quedarse atrás

Paco Delgado
BurladeroTV / Jueves, 8 de abril de 2021 
Que la pandemia va a suponer un antes y un después, está clarísimo. Ya nada volverá a ser como antes, por mucho que nos emperremos en que así sea. Y quien lo tenga claro llevará mucho terreno adelantado. Lo de renovarse es cada vez más urgente.

Se atribuye a Miguel de Unamuno la frase “el progreso consiste en renovarse”, que dio pie al pueblo para hacer suyo el refrán famoso que señala la tan saludable como ineludible necesidad de realizar cambios, por lo general radicales.

En realidad siempre ha sido de esta manera, no es nuevo; el mundo ha evolucionado porque la humanidad no se ha quedado anclada ni a un momento determinado ni a unos usos concretos. Por eso estamos donde estamos, pese a que sigamos con la cantinela de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Fue distinto, que no es lo mismo. La clave es saber adaptarse al presente y estar preparado para lo por venir.

Y esto atañe a cualquier tipo de actividad. La que sea. Quien no ha evolucionado ha desaparecido. Desde los dinosaurios hasta las cintas de casette. Y hay ejemplos para aburrirnos...

Muchas veces se han hecho comparaciones entre los mundos del fútbol y los toros. Espectáculo aquel aburrido y tonto en buena medida -tratar de meter una pelota entre tres palos no parece nada apasionante- y vibrante, emocionante, plástico, estético y muchos más adjetivos este. Sin embargo, en su componente de negocio, los del fútbol han sabido cambiar con los nuevos tiempos y han logrado levantar un edificio razonablemente sólido, al contrario que la cosa taurina, que vive pendiente de un hilo a pesar de su indiscutible, y enorme, arraigo y tirón popular.

Existe una industria del fútbol profesional que, gracias a La Liga, ha ido creciendo en los últimos años generando un 1,37% del PIB, 185.000 empleos y 4.100 millones de euros en impuestos, según datos que aporta Fermín de la Calle en El Confidencial. Y una audiencia multimillonaria, con una financiación externa de dimensiones tan colosales a su esponsorización.

Y aunque el mundo taurino puede presumir de mantener tantos o más empleos y producir un no pequeño montante económico, la diferencia, a favor de la pelota, es abismal. El mundo taurino tiene que evolucionar si no quiere verse abocado a un futuro muy  incierto y nada halagüeño. Pero no se ven  síntomas de cambio. Los pies de plomo pesan mucho.

Podríamos decir que actualmente existen dos tipos de empresas: las que se renuevan, se adaptan, se actualizan y aceptan el cambio, y las conformistas, “las que mueren”. Y todavía hay empresas que se sorprenden al darse cuenta del punto crítico en el que se encuentran, y se asustan al verse reflejados dentro del grupo que engloba la frase “los que se han quedado atrás”.

Es obvio que el coronavirus ha tenido un impacto en los ingresos del fútbol, pero la realidad es que gracias a la profesionalización del sector en los últimos años ha aguantado el golpe mejor que otros sectores. El taurino, por ejemplo.

Y si los del baloncito se preocupan ahora porque perciben que hay menos gente joven que ve los partidos en la tele es por que se han molestado en estudiar y trabajar su clientela ¿Sucede algo parecido en lo taurino? Me refiero a ese interés por conocer su mercado. Y la respuesta es no. A la vista está. Aquí sólo interesa el beneficio fácil y rápido. Lo de llevárselo calentito sigue teniendo prioridad absoluta. No hay planificación ni se sabe qué es la inversión. La prueba está en que, tras un año de parón, de estar escondidos, esperando a que escampase, sin salir de casa ni siquiera con paraguas, los responsables de la cosa taurina se plantan en marzo para ver qué hacer, siendo de lo poco que se les ocurre pretender que les dejen las plazas gratis y exigir un determinado aforo para poder dar festejos. Esto último más por molestar a colegas que sí han demostrado más celo, diligencia o afán que por otra cosa.

Si pensamos que es la actual una situación pasajera, que todo volverá a ser como antes, nos equivocaremos de medio a medio.  No es que renovarse implique obligatoriamente triunfar, es una posibilidad, pero lo que sí es cierto es que si no se hace estaremos irremisiblemente en el grupo de “los que se han quedado atrás".

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