domingo, 9 de mayo de 2021

Nostalgia por Pepe Luis / por Pla Ventura

Pepe Luis ha ejercido toda la vida de artista, por tanto, un torero de grandes altibajos que, irremediablemente van siempre unidos a los toreros de su corte; digamos que, para que su toreo brillara con la intensidad que rezuma su corazón, lógicamente, necesitaba de un colaborador a modo puesto que, obras maestras como las que él ha cincelado no pueden llevarse a cabo junto a un marrajo ilidiable.


Nostalgia por Pepe Luis

Pla Ventura
Toros de Lidia, Mayo/2021
Peinar canas suene ir aparejado a la nostalgia y, como quiera que hemos conocido toreros de enorme calado artístico, es por ello que, en estos instantes rememoramos a un artista cabal al que el taurinismo no le permitió gozar de las mieles del triunfo como en verdad merecía. Se trata de Pepe Luis Vázquez, el vástago del inolvidable maestro de San Bernardo que, allá por los años ochenta enardeció a los aficionados con su toreo sublime y angelical.

Desde siempre tuvimos la fortuna de compartir con Pepe Luis una amistad hermosa puesto que hablamos de un hombre respetuoso, educado, cabal, auténtico; en definitiva, un ser humano de unas dimensiones fantásticas que, para colmo, le sabíamos artista en los ruedos. Por aquellas calendas, Pepe Luis, con su arte nos obligó a desplazarnos varias tardes a Madrid para gozar de su arte sublime, algo que vive dentro de nuestro corazón. No es menos cierto que, el hijo del maestro, pese a no torear todo lo que él hubiera querido, gracias a su administración personal, siendo novillero ordenó su vida.

Pepe Luis ha ejercido toda la vida de artista, por tanto, un torero de grandes altibajos que, irremediablemente van siempre unidos a los toreros de su corte; digamos que, para que su toreo brillara con la intensidad que rezuma su corazón, lógicamente, necesitaba de un colaborador a modo puesto que, obras maestras como las que él ha cincelado no pueden llevarse a cabo junto a un marrajo ilidiable.

Este Vázquez Silva nos ha conmovido en muchas ocasiones, de forma muy concreta y digamos que más o menos reciente, el pasado año 2017 reapareció en varios festivales y en algunas corridas de toros, destacando, por encima de todas, la que toreó en Granada que, para su suerte, un día del Corpus del citado año, junto al que decía su amigo y mentor, -que era mentira- Morante de la Puebla, cautivó a los presentes que, enloquecidos con lo que había visto ni siquiera repararon con Morante y con Cayetano que formaban el cartel. Pudimos ver las imágenes y quedamos enloquecidos porque, a su “edad”, que llevara a cabo dos faenas de idéntico corte, con el arte más sublime como estandarte, la locura estaba servida. Digamos que, en tal fecha, Corpus Cristi, los aficionados de Granada comulgaron en el “cáliz” de su arte, una obra que indigestó a Morante y que todavía no se le ha parado el vómito

Pese a todo, a modo de “recordatorio” por aquello de seguir mostrando su arte, Pepe Luis estaba dispuesto a seguir enseñando todo lo que sabe y, en poquitos festejos, pero dando lo mejor de su ser, pretendía seguir haciendo soñar a los aficionados. No era para menos puesto que él se sabía en perfectas condiciones físicas para, sin apenas esfuerzo, llevar a cabo la faena soñada como sucedió en Granada.

Esas eran sus ilusiones pero, el hombre compone y Dios dispone, nunca mejor aplicada la metáfora. Al siguiente año de aquel tratado de arte, Pepe Luis sufrió un ictus que truncó todas sus ilusiones y, escribimos estas letras ahora, sabedores de que el maestro superó aquel amargo trance y, aunque no puede ejercer de torero, algo que lo seguirá siendo mientras viva, para su fortuna puede hacer vida normal que, con todo lo que pasó ya es un triunfo de clamor. Es verdad que, Pepe Luis jamás hizo propaganda de su estado físico; vamos que, no la hacía cuando dictaba lecciones de torería al más alto nivel, si se trataba de su vida personal, lo que le ocurriera quedaba todo en casa y, en ocasiones, hasta los que somos sus amigos nos costó saber la verdad de su existencia.

Pepe Luis es un personaje para enmarcar; un tipo al que cualquiera se hubiera marchado a vivir a Sevilla para compartir vivencias a su lado. Es un hombre tan sumamente sabio que, a sus amigos, desde siempre, nos obsequiaba con sus silencios, los que decían mucho más que sus propias palabras. Ese silencio con el que nos cautivaba era el detonante de que, el maestro, lo que pretendía era aprender junto a sus amigos y, de tal modo solía escuchar con muchísima atención a todo aquel que le hablara para poder aprender. “Mi don no es la palabra” Me decía muchas veces, haciendo hincapié que, en realidad, su forma de hablar y conversar no era otra que, muleta o capote en mano, enseñar ese arte que Dios le había dado. Ahí sí que se sentía grande y cautivador.

Sabedores de su recuperación, elevamos una oración al Altísimo al comprobar que se recuperó de la peor cornada de la vida, aquel fatídico ictus que pude haberle costado la vida o, en su defecto, haberle dejado postrado. Dios es grande, por eso, pese a las pruebas a las que nos somete, al final acabamos triunfadores, Pepe Luis Vázquez es un ejemplo de lo que digo.

Que Dios te siga bendiciendo, maestro.


2 comentarios:

  1. Qué bonito artículo..! Así no escribe ya nadie.

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  2. El arte de escribir y el arte de torear va conjugado con el arte de ser persona. Excelente escrito.!

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