Eleazar Sananes "Rubito", ídolo del toreo venezolano, logró un triunfo histórico en la plaza de toros Arenas de Valencia (Venezuela), el 24 de junio de 1921, día del Centenario de la Batalla de Carabobo. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
CENTENARIO DEL APOTEÓSICO TRIUNFO DE "RUBITO"
Rafael Dupouy Gómez
Historias Taurinas /23 de junio de 2021
Un 24 de junio de 1921, fecha memorable del Centenario de la Batalla de Carabobo que selló nuestra Independencia, se celebró una gran corrida de toros en la plaza "Arenas de Valencia", Venezuela, que marcaría una hazaña taurina realizada por Eleazar Sananes "Rubito", lidiando como único espada seis astados, logrando un resonante triunfo que significó el reconocimiento y consolidación de su carrera en el país.
El destacado empresario taurino, doctor Mauricio Capriles Power, envió el siguiente mensaje a la prensa capitalina, resumiendo lo que el ídolo caraqueño realizó aquella tarde triunfal:
"El éxito de "Rubito" en la corrida de hoy ha sido tan grande, que no hay palabras con qué decir lo que éste torero ha hecho. Cortó cinco orejas, y el público, loco de entusiasmo, lo sacó a hombros por las calles de Valencia gritando: "¡Viva el fenómeno de los fenómenos!".
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La crónica taurina de la época, destacó su fenomenal triunfo en las páginas del periódico "El Nuevo Diario":
Titular de la crónica taurina publicada en el periódico "El Nuevo Diario" en 1921. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
¡"Rubito"! El ídolo en quien bullía la sangre torera desde hace algunos años, soñaba siempre con la gloria y ésta no se hizo esperar; "Rubito" la alcanzó.
La tarde del 24 de junio de 1921, ha sido el triunfo completo alcanzado por el torero caraqueño.
Las faenas que Eleazar ejecutó en la corrida de los seis toros son inenarrables, pues, superándose a sí mismo, llegó a la cumbre de lo inmenso al realizarlas en medio de un lodazal, ya que llovió durante toda la tarde.
"Rubito" con sus facultades excepcionales, con su valor a toda prueba, con su ciencia admirable y su voluntad de acero, todo lo hace y en todo descuella; ha matado él sólo seis toros en las Arenas de Valencia, logrando casi lo imposible: cortar cinco orejas, caso único que puede registrarse en la historia de la Fiesta Brava, no aquí sino en España.
El éxito fenomenal obtenido por "Rubito" le fijó definitivamente como uno de los astros de la torería moderna, pues el triunfo a que nos referimos, no fue un triunfo efímero, "ni un golpe de suerte"; fue sencillamente digna coronación de la admirable campaña que venía haciendo desde el principio de la temporada.
"Rubito" irá a España y triunfará, como ha triunfado en la tierra de los Incas, en el Perú; y en su querida tierra de Venezuela.
Francisco Alemán Fonseca "Agujita".
Valencia: 24 de junio de 1921.
(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 28 de junio de 1921).
UN GRAN "RUBITERO"
Florencio Gómez Núñez, en sus años mozos, saludando montera en mano, luciendo un traje de luces perteneciente a su entrañable amigo y compadre, el ídolo venezolano del toreo Eleazar Sananes "Rubito", en la residencia caraqueña del diestro. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).
Mi abuelo, Florencio Gómez Núñez, compadre del popular y famoso diestro Eleazar Sananes "Rubito", siempre se consideró un apasionado "rubitero" como se denominaba a los admiradores y partidarios del torero caraqueño, él recordaba que siendo muy joven, a los 12 años de edad, pudo ver torear y admirar por primera vez al ídolo del toreo venezolano, narrándonos cómo sucedió:
"Después de su regresó triunfante de Lima en 1921, a Eleazar Sananes "Rubito" lo vi torear por primera vez en la plaza de toros Arenas de Valencia (Venezuela), el 24 de junio de 1921. Mató seis toros ese día, en una tarde muy lluviosa y conmemorativa del Centenario de la Batalla de Carabobo. Estuvo enorme esa vez, cortó cinco orejas y el tercer toro, me lo brindó a mí. De allí nació una gran amistad hasta llevarle a apadrinar a su hijo Juan José, a quien le puso ese nombre por la profunda admiración que sentía por Juan Belmonte y Joselito".
En nuestra historia todo caraqueño debería saber lo que significaba antaño ser "rubitero" (partidario de Eleazar Sananes "Rubito") o "julitero" (partidario de Julio Mendoza). Poder presenciar y disfrutar una corrida de toros en la que toreaban los dos ídolos de la Venezuela taurina de entonces resultaba apasionante.
Con esa pareja vino la época de oro del toreo en Venezuela. Julio Mendoza Palma venía empujando duro y naturalmente, juntos llenaron las plazas donde actuaron incrementando, de manera significativa, la concurrencia de los circos. Con el surgimiento de la gran rivalidad taurina de esa pareja, compuesta por Sananes y Mendoza en los ruedos venezolanos, fue cuando más se habló de toros en nuestro país.
Eleazar Sananes "Rubito" ha sido, indiscutiblemente, el gran ídolo de la afición venezolana por excelencia junto con Luis Sánchez Olivares el "Diamante Negro". "Rubito" fue un torero valiente, muy fino con el capote, banderilleaba fácilmente y con la muleta hacía cosas verdaderamente emocionantes que hacían parar al público de sus asientos.
He querido dedicar estas líneas recordando el sensacional triunfo conquistado hace exactamente 100 años por el muy querido y apreciado diestro caraqueño Eleazar Sananes "Rubito", quien realizó aquella tarde seis inmensas faenas, coronadas con seis estocadas en buen sitio que tiraron a sus toros sin puntilla.
Indiscutiblemente, Eleazar Sananes "Rubito" ha sido una de las figuras del toreo más importantes que ha dado Venezuela. Siendo el primer diestro que tomó la alternativa en España, el 17 de mayo de 1922, en la antigua plaza madrileña de la carretera de Aragón en la Corrida de Beneficencia, sustituyendo al lesionado diestro Manuel García López "Maera", siendo su padrino Julián Sáiz "Saleri II", actuando como testigos, Juan Anlló "Nacional II" y Marcial Lalanda, lidiando toros de la ganadería de Gamero Cívico. El nombre del toro correspondiente a su doctorado se llamó "Sanluqueño", negro zaino, marcado con el número 99. Nuestro gran "Rubito" con su ejemplo de valor y torería, fue el primero que abrió el camino para que otros toreros compatriotas pudieran destacarse, posteriormente, en la historia de la Fiesta Brava nacional e internacional.
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