La tan larga espera no hacía presagiar nada bueno… y así fue. Al final Valencia, siempre Valencia, se quedó sin su feria de julio. La autoridad política no cedió en cuanto al aforo y la empresa no consideró viable el permitido.
Los intereses creados
Paco Delgado
Avance Taurino / 3 de Julio de 2011
No eran pocos los que lo veían venir y tampoco escasos los que lo aseguraban. No habrá toros en Valencia por julio. Y acertaron. Por segundo año consecutivo desaparece del calendario el serial de San Jaime, una de las grandes citas de la temporada en su tiempo y acosada por unos y otros, depauperada y venida a menos de unos años a esta parte. Y, por si faltaba algo, por si no era todo ello suficiente, ahora ya ni se da.
A pesar de la baja incidencia acumulada en las últimas semanas, al buen ritmo de vacunación y al calor que dicen que frena la capacidad contagiosa del coronavirus, las autoridades sanitarias de la Comunidad Valenciana no dieron su brazo a torcer y no rebajaron la presión a que tienen sometido al espectáculo taurino, al que tienen enfilado desde hace tiempo al que machacan a conciencia ahora que tienen poder y se ven con fuerza. 4.000 espectadores o nada. Y nada hubo. Simón Casas no quiso correr riesgos y, además de pedir una pasta a la Diputación por daños y perjuicios derivados de la cancelación de las fallas del año pasado, comunicó a la corporación valenciana que desistía de organizar festejos durante este mes de julio al considerar inviable hacerlo con esa asistencia permitida, alegando que sólo se podrían montar festejos en plazas de propiedad privada. Algo que no se entiende muy bien cuando él gestiona también la de Alicante, que sí da festejos con ese aforo limitado a 4.000 espectadores… y es de titularidad pública, propiedad como es del Ayuntamiento alicantino. Y sigue estando en Las Ventas, donde se anunciaron corridas cuando sólo se permitía una asistencia de 6.000 personas en una plaza de 24.000 localidades y cinco millones de habitantes y otro flotante.
Hace ya mas de un siglo, el gran Jacinto Benavente estrenaba una de sus mas importantes y recordadas obras, Los intereses creados, en la que, basándose en prototipos de la Comedia del arte italiana, criticaba cómo la ambición del hombre se va distorsionando y termina afectando a la esencia misma del ser humano.
En aquel drama se critica el que haya gente que manipule e intrigue para conseguir la obtención de un fin económico. El protagonista, Juan Tomás, de vida disoluta, se hace pasar en Nápoles por gran señor, enamora a la hija de un noble y huye con ella. Por su parte, Crispín, el titiritero que dirige a los otros personajes y los mangonea por medio de sus objetivos económicos, lo deja bien claro: mejor que crear afectos es crear intereses, y lo hace a través de sus mentiras y engaños.
Aunque, al final, todo se arregla y comen perdices.
Parece obvio que el interés de quien ahora rige los destinos de las provincias valencianas es que no haya actividad taurina, paralizarlo todo y si no consiguen que se olvide, al menos, hacer daño. No permitir una mayor afluencia de público era condenar al fracaso las expectativas de que hubiese toros en Valencia, salvo jugada maestra y heroica de última hora a cargo de una Diputación que ya sabe de este escenario y a la que hay que agradecer lo mucho que pelea por la tauromaquia y su difusión.
Y en cuanto a la empresa actualmente gestora de la plaza, dejar dos años sin toros a un coso de primera, que ya lleva una deriva peligrosa, es abocarle a, por lo menos, un futuro incierto y muy oscuro. Y justo cuando más falta hace apoyo, esfuerzo y dedicación. Y si hay que perder algo, pues a lo mejor hay que apechugar y apuntarlo como inversión. Para recoger hay que sembrar. A no ser que esperen que haya un Benavente que, en una pirueta inverosímil e inesperada, se invente un final feliz.
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