miércoles, 4 de agosto de 2021

Guerreros de terracota / por Ignacio Ruiz Quintano

Los terracotas

La única diferencia entre los terracotas de Qin y los funcionarios de Sánchez es que los terracotas no comen, y los funcionarios, sí. La oposición calla, seducida por Ignatieff, un liberalio estadólatra a cuyo lado Giovanni Gentile es un locatis bakunista.

Guerreros de terracota

Ignacio Ruiz Quintano / Abc
En los Mejores Años De Su Historia, España es un pecio con un déficit histórico, y el cabo que en mitad del naufragio nos lanza el gobierno, por la vía más antidemocrática (el decreto-ley), es la mayor oferta de empleo público… de la Historia: 30.455 plazas (109.718 desde 2018). Son los guerreros de terracota de Sánchez, un emperador comprado en los chinos.

El emperador de la China se hacía enterrar con sus más de ocho mil guerreros de terracota para seguir mandando después de muerto, que será el propósito que tenga Sánchez con sus más de cien mil funcionarios de bolsillo cuyo espíritu está recogido en las “Memorias del subsuelo” de Dostoyevski, las de un funcionario que encuentra placer incluso en el dolor de muelas.

 –¡Oh, señores, si sólo fuera por la pereza por lo que no hago nada! ¡Cómo me respetaría entonces!

La única diferencia entre los terracotas de Qin y los funcionarios de Sánchez es que los terracotas no comen, y los funcionarios, sí. La oposición calla, seducida por Ignatieff, un liberalio estadólatra a cuyo lado Giovanni Gentile es un locatis bakunista. Y la editora de Dostoyevski recuerda que en sus borradores abunda la palabra “estómago”, a la que el escritor otorga mucha importancia cuando se adentra en el mundo burocrático del funcionario: el “hombre del subsuelo” también confiesa pertenecer a los sujetos que anteponen su “estómago” al bienestar de sus prójimos.

–Todo hombre honesto de nuestro tiempo es, y debe ser, un servil y un cobarde –sostiene el autor de las “Memorias”–. Ésta es una ley de la Naturaleza que rige para todos los hombres honestos que hay sobre la faz de la tierra.

Y la toma con el “dos por dos son cuatro”, fórmula que ya no es vida, dice, sino comienzo de la muerte. El hombre siempre lo ha temido. El hombre no hace más que buscar esos “dos por dos son cuatro”, pero teme encontrarlos. De acuerdo: “dos por dos son cuatro” es algo maravilloso.

    –Pero, si hemos de decirlo todo, entonces “dos y dos son cinco” es más atractivo.

[Miércoles, 28 de Julio]

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