Casemiro lanzó un tiro que lamió el palo izquierdo de Handanovic, lo que hizo pensar que el dominio interista llegaba a su fin. Craso error. Lo que vino después fue todavía peor: un carrusel de ocasiones nerazzurri con dos cabezazos de Lautaro, un tiro envenenado de Brozovic que se fue fuera de milagro (ver la espléndida “Milagro en Milán”, de Vittorio de Sica) y un fusilamiento de Dzeko. Courtois resolvió todo su trabajo con sobresaliente, siendo con diferencia el mejor jugador merengue. Del resto, apenas unos destellos de Vinicius, un cabezazo de Militao y muy poco más.
La continuación no podía ir peor que lo que vimos en el primer tiempo en el que el Real Madrid fue incapaz de mantener el balón, y con muchos problemas, en especial por el flanco izquierdo, que era dominado por Barella y por Darmian, con Nacho y Valverde siempre desbordados.
Courtois volvió a salvar los muebles a cabezazo de Dzeko, seco y al pasto, que el belga resolvió con una parada antológica.
Pareció un espejismo. Vinicius seguía despertando al equipo y movía los cimientos interistas. Por fin llegó un tiro merengue entre los tres palos, en el minuto 57, por parte de Carvajal, que resolvió Handanovic sin mayores problemas. Dumfries y Di Marco por entonces ya habían relevado a los carrileros Perisic y Darmian.
Todo el peligro blanco se creaba en los pies de Vinicius, que traía a Dumfries por la calle de la amargura. Rodrygo entró por Lucas, muy fallón toda la noche. Lautaro se retiraba, agotado por un esfuerzo descomunal, dejando su sitio a Correa.
VINICIUS TRAÍA A DUMFRIES POR LA CALLE DE LA AMARGURA
Pero seguíamos sin ocasiones claras, y todo hacía pensar en que no se iba a mover el marcador inicial. El partido pedía más cambios por parte de Ancelotti y transcurría ya el minuto 75, con dos equipos muy conservadores y pensando en guardar la ropa en lugar de arriesgar.
Camavinga entró en escena sustituyendo a un Modric que demostraba mucho cansancio. Ya era el minuto 80. Dominaba más el Madrid, y los cambios de Inzaghi no habían mejorado a los suyos. Por parte merengue, fue todo lo contrario: los cambios fueron acertadísimos y la prueba es que Camavinga logró dar una asistencia, casi sonando la campana, que Rodrygo aprovechó batiendo al meta rival y logrando su tercer gol ante Handanovic en los tres últimos partidos disputados contra el Inter.
Un tiempo para cada equipo, en definitiva, pero el Madrid, a diferencia del club milanés, no se conformó con las tablas. Desde la salida del terreno de juego de Lautaro, los locales optaron por no atacar más y los madridistas supieron encontrar la rendija que les daba los 3 puntos en un partido bastante discreto, pero trabajado seriamente y con fe hasta el final. El clásico partido de no jugar a nada para acabar ganando. Y con 4 jóvenes destacando: Vinicius, Valverde, Rodrygo y Camavinga, más el trabajo impecable del mejor cancerbero del planeta, Thibaut Courtois.
Fotografías: Imago
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