Tras decir esto ya se podría finalizar el apunte de la tarde sin más circunloquios, pero es obligado dejar constancia de aquello que no haya sido la nada.
Que han salido toros al ruedo venteño, pues sí. No lo podemos negar, si bien no todos gozaban del trapío que se exige en esta plaza, como tampoco después lucieron en ningún tercio como todos, incluido el ganadero -faltaría más-, deseábamos.
De la terna tampoco se pueden lanzar cohetes, aunque es justo decir que la disposición y entrega del jienense Alberto Lamelas ha sido encomiable. En sus dos toros se fue a portagayola y lanceó con agallas para hacerse con las embestidas de sus oponentes. Con la muleta disposición toda. Para él han sido las únicas ovaciones de la tarde.
López Chaves no ha estado, al menos el lidiador que conocemos, y se ha perdido entre la flojera de su primero y lo incómodo de su segundo. Una pena.
Del venezolano Colombo no podemos decir que haya tenido su día, aunque haya bullido constantemente en todos los tercios, pero su actuación, incluida la labor con las banderillas, no ha tenido ningún eco en los tendidos.
No vamos a dejar escapar la oportunidad de hablar de un torero de plata que, posiblemente, haya recibido la mayor ovación de la tarde por su lidia con el capote. Marco Galán, miembro de aquella mítica cuadrilla que dio la vuelta al ruedo en Madrid, hoy mereció esa ovación y si no se destocó es porque su matador estaba distraído brindando el toro. Quede constancia que se le sigue queriendo a ese gran torero de plata.
Preocupante sigue siendo lo que vemos en los tendidos cuyo medio aforo permitido no logra cubrirse. Si el otro día Manzanares, bien acompañado por Urdiales y Ureña, y hoy los toros de Victorino, no son capaces de llenar media plaza de Las Ventas, es que estamos muy lejos del buen camino. Tomen nota los que deben de tomarla.
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