Los toros, bien presentados y uno de ellos, corrido en sexto lugar, fue de excepcional bravura y nobleza, tanto que mereció vuelta a sus despojos. Animales corridos bajo la enseña de la señora Lorenzo.
Pedro Capea, hijo, entendió su par de manera especial, como si se tratara de conocerlos y consentirlos, a su modo, para sumar cuatro orejas y salida en andas, mientras sus alternantes Manuel Díaz “El Cordobés” quedaba con tres apéndices (exhibiendo la bandera venezolana) y Javier Conde se iba con solitario trofeo.
No era fácil la comparecencia del diestro capeísta, ante dos figuras con mayor nombradía y para lidiar los toros de su propia casa. Todo en medio de que con tantas restricciones y aún ante peligros de contagio, podía darse el caso de que poca gente subiera al cerro de El Castañar.
Bien, pero lo importante es que se ha escrito una memorable página en la historia local y que ahora con más razón habrá más anuncios en carteles con Los Capea, unos en el ruedo (torero y toros) y otros en el tendido (el maestro y la ganadera).
Ya aparecerá un compositor notable para el correspondiente pasodoble y un cantor para alborotar el cotarro.
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