Mientras se sucede la inquietud y el dolor, el deseo es que la Cumbre Vieja deje de escupir fuego para recuperar la tranquilidad y después menguar los daños sufridos por los hermanos canarios. Para devolver el esplendor a La Palma y a sus gentes, quienes están encontrando respuesta en todas las personas y colectivos sociales, quienes empujan para tratar de soliviantar esta pesadilla.
Y aquí la Tauromaquia también tiene mucho que decir para mostrar esa bandera que tantas veces ha aireado de solidaridad y ayuda al necesitado. Ahora, con la desgracia que asola a la ‘isla bonita’ es el momento de mostrar esa cara de generosidad y grandeza que ha estado tan presente en su historia cuando ha sido necesaria la presencia de la gran familia del toro para ayudar al necesitado. Y por ello no se ocurre nada mejor que cerrar este temporada 2021 con un gran festejo solidario con la finalidad de recaudar fondos para los damnificados de La Palma. Y que además sea el gran día de la Tauromaquia para mostrar todos sus valores y acallar muchas voces que la atacan desde la ignorancia
Por delante hay siempre suficiente para programar un festival monstruo a beneficio de los damnificados de La Palma, que podía ser el sábado 16 de octubre o el domingo 17 y convertirlo en todo un acontecimiento de los que se hable durante mucho tiempo. Como ocurrió el 31 de mayo de 1970 en el celebrado en Las Ventas a beneficio del terrible por los damnificados del terremoto de Perú, en una tarde que dos colosos en el retiro, Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín olvidaron la paz del retiro para descolgar su traje corto y lograr un éxito tan grande que los devolvió a la pomada y, al año siguiente, ya estaban de nuevo en activo. O el también inolvidable celebrado el 5 de abril de 1986, a beneficio de los damnificados del volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, ocasión en la que el genio de Antoñete regaló una tarde inolvidable abrochado por el triunfo de un joven novillero, José Miguel Arroyo ‘Joselito’, al lograr el aldabonazo que lo lanzó.
El toreo hoy debe volcarse con esa isla, porque aunque allí no haya toros, si ha grandes aficionados y además es la tierra natal de José Mata, aquel valiente matador de toros que cayó bajo los pitones de un toro de Frías en la plaza manchega de Villafranca de los Infantes, hecho del que hace poco se han cumplido el medio siglo. Y debe servir además como semilla para la propia Fiesta y que las nuevas generaciones sepan que ese arte además de sentimiento es solidaridad, aunque muchos políticos lo hayan ignorado, como aquellos que hace más de tres décadas prohibieran los toros en Canarias.
Ahora, es la oportunidad única de demostrar la grandeza del toreo. Y de que vacas sagradas de ese arte como José Miguel Arroyo o José Tomás vuelva esa tarde enamorar para que el toreo siga creciendo; que Ponce vuelva tras su sorprendente retirada y buscar a otras figuras que se ofrezcan para hacer la gran fiesta del toreo abrazado a La Palma a la preciosa isla, la más bella de las Canarias, la ‘isla bonita’, donde rugen sus entrañas desde que volcán Cumbre Vieja no deja de vomitar lava de llanto y destrucción.
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