...hay que ver los festejos con la voz apagada, digamos que, como si estuviéramos en la misma plaza en la que nadie nos da consejos y, desde nuestro corazón de aficionados emitimos nuestro veredicto sin la “ayuda” de nadie porque, resulta vergonzoso todo lo que nos dicen que, en realidad, no es otra cosa que mostrar el botafumeiro hacia las figuras del torero que, ojo, por algo lo son, sí señor, ¡faltaría más!
Mejor sin voz
Pla Ventura
Toros de Lidia /11 octubre, 2021
Nos contaba el maestro Facundo Cabral que durante su vida había pasado muchas horas deliciosas frente al televisor…..estando apagado. ¡Cuánta razón tenía aquel filósofo de la vida! Nosotros, los aficionados a los toros, aunque sea por dignidad tenemos que hacer lo mismo cuando nos retrasmiten una corrida de toros por Movistar; es decir, hay que ver los festejos con la voz apagada, digamos que, como si estuviéramos en la misma plaza en la que nadie nos da consejos y, desde nuestro corazón de aficionados emitimos nuestro veredicto sin la “ayuda” de nadie porque, resulta vergonzoso todo lo que nos dicen que, en realidad, no es otra cosa que mostrar el botafumeiro hacia las figuras del torero que, ojo, por algo lo son, sí señor, ¡faltaría más! ¡Qué duro debe ser trabajar en un medio televisivo donde tu opinión personal no valga para nada y que todo se circunscriba a la alabanza al precio que fuere! Será así, pero yo no logro entenderlo.
Ayer, sin ir más lejos, resultaba espeluznante los comentarios de los periodistas de la cadena citada cuanto, entre otras cosas nos ponderaban el “gesto” de El Juli por el hecho de haber acudido a la feria de otoño de Madrid, en dos ocasiones. O sea que, una figura del toreo, es llamada para torear en Madrid a cambio de un dinero importantísimo y, solo por eso, ya se considera un gesto. Veamos. ¿A qué se dedican los toreros? ¡A torear! Diría el otro. Y si se dedican a torear dónde radica el mérito de que un torero se anuncie en una plaza determinada. Que alguien me lo explique que yo no entiendo nada.
Un gran mérito por parte de los tres espadas que ayer torearon en Madrid hubiera sido que, los tres, donaran sus emolumentos a los damnificados de La Palma, eso sí sería un mérito y, además, lo cantaríamos todos. Y volviendo a Madrid, por el amor de Dios, que quisieran tapar el quinto toro de la tarde que, en otros tiempos, jamás hubiera sido lidiado en Las Ventas por su falta de trapío que, si se me apura, se tapaba un poco por la cara pero, lo que era su esqueleto pura entelequia en todos los órdenes. Y como quiera que Daniel Luque ya apunta para figura, se le ponderó todo al muchacho que, en honor a la verdad se jugó la vida frente a un lote infumable, todo un gesto de su parte pero, era Madrid, por tanto, sobraba esa oreja pueblerina que nada le ayudará porque el mismo taurinismo sabe que se trató de un regalo. Cuando un hombre actúa con la verdad que Luque lo hizo en Madrid, frente a un lote sin opciones, como premio a esa gallardía, para eso están las vueltas al ruedo pero, una oreja tiene que ser un premio de categoría como lo ha sido siempre en la primera plaza del mundo porque, insisto, regalar una oreja a un hombre que no consiguió ningún muletazo bello, me parece una dádiva tan generosa que evidencia el cambio que ha dado Madrid.
Hubo una cosa que me hizo sonreír, no era otra cuando los comentaristas, en plena faena de El Juli decían que el público se había puesto en pie, mientras el realizador nos ofrecía un primer plano de la gente y todos estaban sentados y, alguno hasta bostezaba. Coño, que daba la sensación de que el realizador era de otra compañía porque mientras los comentaristas decían una cosa, las imágenes nos mostraban la contraria. Y de igual modo decían que un sector del público se había metido con El Juli por aquello de ostentar el peso de la púrpura como figura del toreo. O sea que, cuando torea El Juli y sus correligionarios todos tenemos que ponernos firmes porque son figuras del toreo. Como diría Pedro Ruíz, esto es de mear y no echar gota.
Hace cincuenta años los toreros, las figuras del toreo, se retiraban con diez, doce y lo sumo, con quince años de alternativa y, fijémonos cómo han cambiado los tiempos que, un hombre como El Juli, que el año que viene cumplirá sus cinco lustros como matador de toros sigue impertérrito en sus funciones de figura del toreo. Una de dos, o los toreros de antes eran muy tontos o los de ahora muy listos; creo lo segundo porque es imposible que un torero pueda estar tantísimos años en el escalafón, salvo que todo sea muy sencillo –que lo es- en función del toro que lidian.
Esto es curioso, cuando creíamos que Enrique Ponce no se iría jamás del toreo, por aquello del triángulo de las Bermudas se marchó y nos dejó a todos contentos. Confiemos que, cumplidos los XXV años de doctorado del diestro de Velilla de San Antonio, deje paso a la nueva generación de toreros y que los aficionados actuales tengamos ilusiones renovadas ante chicos que tienen muchas posibilidades pero que, estos mandones del toreo ocupan todas las plazas impiden que se hagan realidad los sueños de muchos toreros nuevos. Muy crudo te lo ponen, amigo Ángel Téllez, pese a la torería que corre por tus venas.
Qué gratificante puede ser una corrida de toros vista por televisión….sin voz, claro.
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