viernes, 1 de octubre de 2021

Toros y fútbol en Jaén / por Lope Morales


En los toros el aficionado se identifica con un torero, o con un concepto de toreo que percibe y aprecia en la forma de expresarse con los trastos los unos o los otros. En cualquier caso no deja de ser una interpretación individual de una actuación individual. El fútbol es diferente. Ahí cuenta más la cuestión grupal. Y los aficionados, además de disfrutar de la habilidad personal de cualquier jugador, se identifican y aplauden incondicionalmente a “su” equipo, al que por razones diversas se entregan.

Toros y fútbol en Jaén

LOPE MORALES
Diario Jaén / 30 SEP 2021
En este jaenero final de verano las noticias sobre toros han sido mejores que las de fútbol. Mientras —a pesar de las restricciones— aumentan las novilladas y las corridas en todo el territorio, el equipo de fútbol más representativo de la provincia, el Real Jaén, corre riesgo hasta de desaparecer. Incluso en lo que se refiere a festejos tradicionales, gracias al tesón del alcalde y a la afición de las peñas del pueblo de Génave, esta provincia se ha destacado al ser la primera de España en correr encierros. No todos los españoles somos lo que se dice “futboleros”, aunque cuando llegan partidos importantes o acontecimientos deportivos del tipo de unos mundiales o una Eurocopa, pocos son los que se los pierden. En los toros el aficionado se identifica con un torero, o con un concepto de toreo que percibe y aprecia en la forma de expresarse con los trastos los unos o los otros. En cualquier caso no deja de ser una interpretación individual de una actuación individual. El fútbol es diferente. Ahí cuenta más la cuestión grupal. Y los aficionados, además de disfrutar de la habilidad personal de cualquier jugador, se identifican y aplauden incondicionalmente a “su” equipo, al que por razones diversas se entregan. Unas veces es la herencia familiar, “yo soy del Madrid como mi padre” o “yo soy del Barsa por llevarle la contraria a mi padre”. Otras por paisanaje. Aunque no hay paisanaje cuando se trata de equipos grandes. En toda España hay gente del Madrid —también en Barcelona— y gente del Barcelona, —también en Madrid—. Lo cierto es que “atléticos o reales” siempre llevan el nombre de su ciudad. O el del país si se trata de una selección. A la expectación que de por sí despierta cualquier competición entre dos equipos se suma el apoyo incondicional a uno de ellos y la exaltación del orgullo local. No hay que irse muy lejos para recordar lo que significó que el Real Jaén estuviera en primera, o la rivalidad permanente con el Linares CF. ¿Es eso malo? Al revés. El patriotismo —a cualquier nivel— es un sentimiento noble de orgullo de lo propio cuando respeta lo que es común con los demás. Desde los primeros Juegos Olímpicos en Grecia, el deporte nació y sirvió para expresar y rivalizar las habilidades de los deportistas de las distintas regiones. Siempre ha habido y habrá discusiones, enfrentamientos, diferencias entre pueblos de un mismo país. En el fútbol también se vio reflejado ese sentimiento de procedencia o de afinidad local o territorial a la hora de competir sin que ello rompiese la general convivencia en concordia. La discordia llega cuando alguien se salta las reglas haciendo alguna falta —y el árbitro no la pita— o cuando la política separatista se cuela en los estadios. Tengo una esposa del Madrid y un hijo del Barsa. Y mi padre y mi tío eran del Athlétic de Bilbao. Porque, curiosamente, ser del Bilbao tenía su sentido y su razón. Podría decirse que era el equipo más español precisamente porque sólo tenía vascos en la plantilla. Para los españoles de entonces —vascos o no— el hecho de que todos fuesen “de la tierra”, nos parecía un mérito especial. Jaén, que ha dado —y sigue dando— buenos jugadores a lo largo de la historia, tiene que dar ahora su apoyo al club de fútbol que durante tantos años la ha representado. Ese es el deseo compartido por los jiennenses aficionados a los toros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario