Con ese buen toro de Pallarés, Ferrera nos ofreció algunos pasajes limpios y, tras una estocada baja la dieron una oreja de puro regalo. ¿Dónde está mi Madrid que no le reconozco? Y dicen que todavía pidió permiso al presidente para matar otro sobrero. Hubiera sido el colmo de la desfachatez o, lo que es lo mismo, que Madrid había perdido su cordura.
Un as en la manga
Pla Ventura
Toros de Lidia / 4 octubre, 2021
Cuando se descubre que un jugador de póquer lleva un as en la manga eso evidencia la trampa, por tanto, el fraude. Eso es lo que ayer hizo Ferrera en Madrid, traía un as en la manga porque, casualidades del destino, mató los seis toros de Adolfo sin que pasara nada y, allí estaba el toro de Pallarés ofreciéndole las dos orejas que el diestro anhelaba para conseguir un triunfo soñado; un éxito del que fue incapaz ante una descastada corrida de Adolfo Martín que, ayer, por lo que vimos, tocaron bastos. Con ese buen toro de Pallarés, Ferrera nos ofreció algunos pasajes limpios y, tras una estocada baja la dieron una oreja de puro regalo. ¿Dónde está mi Madrid que no le reconozco? Y dicen que todavía pidió permiso al presidente para matar otro sobrero. Hubiera sido el colmo de la desfachatez o, lo que es lo mismo, que Madrid había perdido su cordura.
Ante todo, no sé si recuerdo una “épica” como la de ayer en que, un diestro, en Madrid, tras matar los seis toros de rigor regalara un sobrero, barrunto que eso no había sucedido jamás y, lo que es peor, ¿dónde están los aficionados de Madrid? Tengo la impresión que la pandemia los “mató” a todos porque allí no estaban o, posiblemente, desilusionados han decidido quedarse en casa para ahorrarse muchos disgustos. Eso de regalar un toro es muy propio en La México que, como todos sabemos, es una plaza amable y sin ningún rigor pero, que eso suceda en Madrid el agravio no puede ser peor.
Insisto que, la metamorfosis que ha sufrido dicha plaza es altamente alarmante; allí se aplaude todo, no se exige absolutamente nada y, si todo eso sucede en Madrid, apaga y vámonos. Lo de ayer ha dado la medida de todo lo que venimos diciendo y, lo que es peor, soportar a Antonio Ferrera con siete toros eso ya es santidad de aficionados. Pese al mal juego de los toros, en el peor de los casos, vimos la presencia como tal, sus pitones y, por encima de todo, el riesgo que había que asumir con aquellas pavorosas defensas y con ese comportamiento tan brutal por parte de los toros. Ferrera estuvo en profesional, es cierto que, en un par de toros, de haber sido en otro momento, su triunfo era posible pero, no es el Antonio Ferrera de cuando mataba este tipo de corridas a diario; ahora todo ha cambiado en este diestro que, su mayor “virtud” en el día de ayer no fue otra que privar a Manolo Escribano y Sergio Serrano que torearan dicha corrida puesto que, como es sabido, era la única en que podían entrar dichos diestros. Pero entre él y su amo, juntos, lograron que los triunfadores de la primera corrida de la temporada en Madrid se quedaran compuestos y sin novia.
Es cierto que, el festejo que aludimos tuvo una cosa muy buena, los banderilleros. José Chacón, Joao Ferreira, Montoliu y Fernando Sánchez se jugaron la vida de verdad y, lo que es mejor, colocando unos pares sensacionales. Con esto está dicho todo. Que en un festejo de seis toros de Adolfo Martín para un único espada, Antonio Ferrera, que los grandes triunfadores fueran los banderilleros, con eso sobran las palabras.
Y, como decíamos, qué pena que no queden aficionados en Madrid; hasta el tendido siete ha desaparecido o, en su defecto, ya no se pronuncian o sus localidades han sido ocupadas por extraños, es decir, gentes que acuden al festejo con la idea de la diversión olvidando todo rigor, el que siempre ha imperado en Madrid. Los taurinos, sin duda, se estarán frotando las manos porque, de antemano ya saben con certeza que, sus pupilos, los toreros pueden acudir a Madrid sin la menor exigencia y, ese “plus” de comodidad da para mucho, ante todo para saber que, es lo mismo actuar en Villarejo de Salvanés que en la mismísima catedral del toreo.
En la foto cedida por nuestro compañero Valdivieso, vemos lo que esperanzados todos anhelábamos, una gran tarde toros pero, ya se sabe, corrida de expectación, corrida de dececpión que, por cierto fue mayúscula.
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