jueves, 6 de enero de 2022

La ley del deseo / por Paco Delgado


 ...lo primero que se viene a la tecla son las ganas de que, de una vez por todas, la pandemia remita y el coronavirus deje de hacer tan difícil la vida a todo el mundo. Llevamos ya dos años en un ay y si quien más quien menos ha visto trastocada su existencia, el sector taurino, tan dejado de la mano de Dios, ha sido de los más perjudicados. 

La ley del deseo

Paco Delgado
BurladeroTV/6 de enero de 2022 
La vida sigue su curso sin pausa y tras la Navidad llega un nuevo año, cargado de ilusiones, proyectos y objetivos. Es ahora momento de ponerse a trabajar de firme para conseguir lo que nos hemos propuesto.

Y  en este ciclo interminable se repiten machaconamente fórmulas y recursos, por lo que después de desearnos toda clase de felicidad, paz y etcéteras, y aprovechar la patente de corso del 28 de diciembre para dejar caer como ciertas novedades que nos gustaría que, efectivamente, fuesen realidad, llega el turno a la esperanza, a formular deseos y anhelos que esperamos que a lo largo de estos nuevos doce meses que tenemos por delante se cumplan en mayor o menor medida.

Puestos a ello, lo primero que se viene a la tecla son las ganas de que, de una vez por todas, la pandemia remita y el coronavirus deje de hacer tan difícil la vida a todo el mundo. Llevamos ya dos años en un ay y si quien más quien menos ha visto trastocada su existencia, el sector taurino, tan dejado de la mano de Dios, ha sido de los más perjudicados. En 2020 la temporada prácticamente no existió y los festejos dados fueron gracias a la voluntad y esfuerzo de algunos toreros, principalmente Enrique Ponce, a quien luego ni se le reconoció el esfuerzo ni se le valoró en su justa medida lo hecho en un año tan complicadísimo, y en 2021, pese a una notable mejoría, tampoco hubo normalidad.

Ya se ha dicho y escrito mil veces -o más- que para que el negocio taurino se normalice, funcione y prospere es imprescindible que haya una unión real, efectiva y corporativa entre todos sus integrantes. Deseo este que tampoco parece de fácil ni sencilla consecución, pese a su vital urgencia. Habría que, a lo mejor, plantear la petición de otra manera y aspirar a que alguna de las partes implicadas viese la luz y tuviese fuerza, ganas y agallas suficientes para sacar adelante tan fundamental acuerdo que lleva implícito e inherente el acometer una serie de reformas y acciones que redundan de manera inobjetable en beneficio no sólo de la tauromaquia en sí, sino de todos los que tienen relación con ella, tanto profesionales como aficionados. Pero no sé, me da que el año que viene por estas fechas, estaremos en las mismas…

Tampoco parece fácil conseguir- y menos si se sigue en el plan de hacer la guerra cada uno por su lado- que los medios de comunicación tengan más en cuenta al espectáculo taurino ni que los políticos hagan efectivo el amparo que la teoría legal asegura.

Más asequible se antoja el pretender que Morante de la Puebla siga la misma línea que este curso pasado, sin que su genio e inspiración sean cortapisa para su responsabilidad y entrega. También sería deseable que Manzanares firmase otro ejercicio similar al pasado y que Emilio de Justo fuese tenido ya, a todos los efectos, figura y nombre fundamental para la campaña. Que rompan de una vez y definitivamente Juan Ortega y Pablo Aguado, confirmando de manera efectiva y regular sus extraordinarias cualidades y condiciones. Como también deben hacerlo diestros como Luque, Ginés Marín o Garrido, de los que tanto se espera.

Personalmente me gustaría que volviese Ponce, aunque cada cual sabe lo que pasa en su casa, y que se diese más cancha, mucha más, a toreros que han demostrado capacidad, valor y cabeza ante corridas duras y a los que se da oportunidad con cuentagotas, como es el caso, por ejemplo, de Sergio Serrano, cuyo nombre debería escucharse en las quinielas de fallas o Magdalena...

Ojalá que los novilleros -muchos, y tanto con caballos como sin picadores- que estos dos años han funcionando tan bien en su escalafón puedan seguir creciendo y ser opciones reales de futuro. Y, claro, que el toro embista y genere la emoción necesaria.

No sé si es mucho pedir, pero creo que me he portado bien.

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