Mientras las figuras del toreo le quitan el pan a los humildes, aquí tenemos el caso de Alberto Lamelas, un héroe con toda la extensión de la palabra que, además de torero, de los de verdad, tiene que ganarse la vida con un taxi en Madrid.
Despediros para siempre, no queda otra opción
Pla Ventura
Toros de Lidia, 10 febrero, 2022
Tal y como va tomando forma la temporada taurina todo nos hace barruntar que, decenas de toreros tendrán que despedirse para siempre de la profesión a la que aman. El motivo no es otro que la presencia de las figuras en todos los pueblos más humildes de España, lugares que, desde siempre era allí donde encontraban la oportunidad de poder torear algún que otro festejo pero, insisto, aquello ha pasado a mejor vida, por tanto, despídanse del santo que se lo han llevado.
Ya hemos comprobado lo que ha pasado en Valdemorillo, el otrora “buque insignia” para todos aquellos chavales que, con méritos propios, tenían esa plaza como lanzadera para poder llegar a Madrid, amén de otros lugares de importancia porque, Valdemorillo, como feria primeriza de la temporada, un triunfo en aquel pueblo daba ánimos a cualquiera de los actuantes y, de haber triunfo, hasta contratos. Como hemos visto, aquellas ilusiones han pasado a mejor vida, las figuras coparon dicha feria y el torero que no pueda comer que se joda, así lo dicen los hechos.
Es cierto que, en los pueblos también tienen derecho a ver la figuras del toreo pero, la gran realidad no deja de ser un dislate elevado al cubo porque, ¿qué rentabilidad le sacarán las figuras del toreo al torear en pueblos que toda la vida albergaron a los toreros humildes por imperiosa necesidad presupuestaria? Ninguna, no me cabe la menor duda, por dicha razón, los pueblos siempre han estado predestinados para que, toreros de menor nivel que las figuras pudieran actuar alguna que otra vez en la temporada. Definitivamente, la tristeza y el horror se han dado la mano para que, como antes decía, decenas de muchachos vean cercenadas sus ilusiones y, abatidos como toreros, y a muchos nos les quedará otra alternativa que buscar nuevos horizontes.
Insisto que, la moda descrita se está tornando realidad en muchísimos pueblos que, con plazas de aforo reducido han sido copadas por las figuras con la malversa intención de eliminar a muchos toreros del escalafón, de tal manera, como quiera que muerto el perro se acabó la rabia, nadie les hará sombra a los señoritos que, como se demuestra, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. La situación descrita se ha tornado tan canallesca como espeluznante; las figuras apenas se llevarán muy poco dinero por aquello del aforo reducido de las plazas mientras que, a su vez, esas taquillas reducidas que servían para alimentar el alma de los toreros menos favorecidos del escalafón, todo ha pasado a ser un vestigio de antaño.
Veo por ejemplo –como podría citar otras muchas- la plaza de toros de Guijuelo –Salamanca- en que, para sus carteles de agosto se ha contratado para sus dos corridas de feria a Emilio de Justo con seis toros y, en la siguiente, a Morante con otros dos toreros de “lujo”. Justamente allí, en dicha zona, se han cargado de un plumazo las ilusiones de López Chaves –gran torero, sí señor- de Javier Castaño, su hermano Damián, el propio Capea, Alejandro Marcos y otros chicos que tenían sus plazas en los lugares en que residen o habían nacido que, las mismas eran la ilusión por la que entrenaban todo el invierno; digamos que, por mal que vinieran las cosas, a todos ellos les quedaba el refugio de sus pueblos para mostrarse tan auténticos como capaces ante sus vecinos.
Hemos cambiado en este sentido, para peor, es cierto. No se entiende la actitud del que todo lo tiene y, como ocurre en el toreo, al final quiere llevarse hasta las migajas que siempre alimentaron a los más necesitados. Y, cuidado que lo que sucede en los pueblos con las figuras es algo muy sangrante. Valdemorillo es el ejemplo de lo que digo. Me explico.
Si el hecho de que toreen las figuras fuera garantía del lleno total en la plaza hasta se podría entender que se eligiera a lo más famosos por aquello de agotar el papel pero, eso es mentira; las figuras no llevan más gente que los humildes. Lo digo porque, en Valdemorillo se alardeó de un lleno histórico con Morante, Urdiales y Marcos en una plaza que alberga poco más de cuatro mil personas en un pueblo situado junto a Madrid. No es menos cierto que hay quien afirma que el ayuntamiento del pueblo serrano compró mil entradas el día de Morante para que el éxito estuviera asegurado. No tengo datos para afirmar esto pero, sí que tengo una gran realidad en la segunda corrida de la feria en que, Miguel Ángel Perera, el cirquences Ferrera y el apoderado por la empresa, Daniel Luque, entre los tres congregaron a poco más de dos mil quinientas personas.
¿Para eso quisieron montar una feria de figuras? Barrunto que, económicamente les salió el tiro por la culata; bueno, tampoco tanto porque habrán pagado según la gente, por dicha razón no hace falta ser muy listo para saber el caché que dichos toreros se llevarían; las migajas, justamente las que antes hablábamos que, las mismas, a los humildes les sabían a gloria bendita. Pensar, por ejemplo, que hace unos años en Valdemorillo se lidió una corrida de Miura estoqueada por dos valientes al uso, Manolo Escribano y Pepe Moral, se televisó y se metieron casi cuatro mil personas en los tendidos. ¿Dónde está el tirón de las figuras? Lo dicho, todos mienten y lo que es peor, esas mentiras se las creen; claro que, lo difícil es que les creamos los demás.
Mientras las figuras del toreo le quitan el pan a los humildes, aquí tenemos el caso de Alberto Lamelas, un héroe con toda la extensión de la palabra que, además de torero, de los de verdad, tiene que ganarse la vida con un taxi en Madrid.
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