Aparte de la coincidencia en el tiempo, (al tiempo) ¿hasta dónde se relacionan esos dos acontecimientos? ¿Hasta dónde son signos conjuntos del estado de cosas en la fiesta y en la sociedad? ¿Hasta dónde marcan pautas de comportamiento global? En verdad que hubo respuestas distintas.
Que los oficiantes de nuestro culto, se quitaran parte de sus trajes rituales y se mostraran, así como así, desbraguetados, medio veringos, ha inspirado a quienes lo aplauden por “chic”, y juzgan “puritano” el disgusto de los que lo consideran extravío de valores.
Respecto a la otra depreciación, la de la catedral primada del toreo, ni fu ni fa. Indiferencia inexplicable, pues la caída fue de altura y con implicaciones. Hace diez años, por ejemplo, la exigencia mínima para los licitadores era de 2.300.000 euros anuales, otorgando puntos de premio para quienes la superaran, y la superaban bastante. Hoy, ese mínimo se ha fijado en 675.000 euros, casi la tercera parte, y con prohibición de ofrecer más del tope (975.000 euros), que no existía.
Además, el requisito de solvencia económica, técnica y profesional de los aspirantes, demostrado por acreditación de negocios anuales durante los tres últimos ejercicios, no inferior a diez millones de euros ha sido rebajado a la mitad. No se informa si estos menores costos al empresario redundarán proporcionalmente en el precio de la boletería, el pago a ganaderos y otros profesionales.
Lo claro es que la disparidad aparente de los eventos recientes, el publicitario y el financiero, no los divorcia, los casa como signos de un mismo proceso crónico; posmodernismo, devaluación, frivolidad, complacencia, declive…
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