lunes, 28 de marzo de 2022

MADRID. La fe y las muñecas de Víctor Hernández conquistan la Puerta Grande de Las Ventas

Víctor Hernández a hombros de Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

El guadalajareño exhibe su profundo asiento y su sentido del temple ante una novillada de Los Chospes que no puso nada barato en el primer festejo del año en Las Ventas.

La fe y las muñecas de Víctor Hernández conquistan la Puerta Grande de Las Ventas.

Marco Antonio Hierro
Cultoro / domingo 27 marzo, 2022
Carlos Aranda, en sustitución de Borja Collado, Víctor Hernández, y Uceda Vargas, que hacían su presentación en Las Ventas, abrían la temporada en la plaza de toros de Las Ventas este domingo, 27 de abril, con un encierro de Los Chospes. A las seis arrancaba el paseíllo.

Un liviano Aranda se junta sin más con otro liviano «Tirano» primero


Un liviano Aranda se juntó sin más con otro liviano «Tirano» primero. A él se enfrentó sin brillo Carlos Aranda, dubitativo en los primeros compases y borrado literalmente por la quietud, la verticalidad y el conocimiento del quite por tafalleras de Víctor Hernández, que fue lo que despertó la fría tarde. Y al de Daimiel, que logró poner en ritmo al de Los Chospes con facilidad. Y es que no se entregaba del todo, ni humillaba del todo, ni se rebozaba del todo, pero sí lo hacía todo lo suficientemente bien para que lograse Aranda ligar las series con cierta galanura. Pero siempre sin entrar en los terrenos, en una línea de ni siquiera saludar la ovación que recibió.

El sereno compromiso de Víctor Hernández queda eclipsado por el fallo a espadas en el segundo


El saludo de Víctor Hernández al segundo fue sencillamente magnífico. Ciñó las verónicas sintiéndose con un castaño de expresión adusta que perdió las manos demasiadas veces en el tiempo que duró el primer tercio. Muy asentado siempre Víctor con el animal, que siempre le dejó clara su intención de echarle mano por un pitón izquierdo que fue el que le puso el examen al novillero. Y lo pasó con nota, tragando coladas y parones, asentando planta y dando trapo con toda la largura que era capaz de extraer de la embestida zorrona, que siempre parecía quedarse debiendo algo. Fueron tremendas las manoletinas, comprometidas al máximo, pero todo quedó enterrado en los pinchazos que dejaron su premio en ovación.
Uceda Vargas da la cara sin eco con un tercero que lo tuvo todo guardado


Uceda Vargas se mostró verderón en el saludo capotero al impetuoso tercero, de hermosa hechura y espléndido de trapío, pero protestón y bravucón en el peto, al que llegó regateando. Le dio distancia el novillero y le buscó la inercia para ponerlo en ritmo, pero solo funcionaba mientras la inercia duraba; en cuanto había que ir a buscarlo se agriaba el carácter del utrero, que te cortaba un traje antes de cada arrancada y te avisaba de que se acordaba de ti en lugar de buscar el final del muletazo. Por eso tuvo la intención de Uceda Vargas, que siempre se la dio por abajo y le amarró el morro a la arena, más mérito del que pareció en un tendido más pendiente del frío. Silencio.

El gusto de Carlos Aranda no conecta con el tendido con el anodino cuarto


Carlos Aranda le dio su tiempo al cuarto para que se centrase en el percal, pero nunca terminó de hacerlo. Al menos hasta después del jaco, cuando se plantó Hernández en el centro del platillo para soplarle un quite de tafalleras y gaoneras que remató con una sabrosa media. Con la muleta se mostró más asentado el manchego, más vertical en la apostura y más gustoso en la intención, pero no decía mucho el caminar pastueño y sin espíritu del de Los Chospes. Breve con la espada, escuchó silencio.

Víctor Hernández descerraja la Puerta Grande de Las Ventas desorejando al quinto


Con el quinto se estiró con intención Víctor a la verónica, pero el utrero -como todo el encierro- era una cosa con inercia y otra muy distinta sin ella. Pero le marcó bien la forma de embestir un Marcos Prieto que bregó con precisión de relojero para que explotase Víctor en un inicio de cambiados fulgurante. Mejor después, cuando usó el viaje para embarcar y luego componer el trazo comprometido que arrancaba los olés en el tendido. Sensacional Hernández al natural, desmayado en los riñones y conduciendo con tersura una embestida que siempre tuvo un fondo de genio. Y sin un gesto atrás, sin un mohín de arrugue. Una estocada hasta las cintas le puso en la mano la puerta grande más importante del mundo. Dos orejas.

Una vuelta al ruedo de Uceda Vargas cierra una tarde en Las Ventas que se vino a más


Con el sexto no era fácil estar, después del triunfo del compañero, pero tuvo momentos de mucho brillo Uceda Vargas, un torero que buscó el toreo de pellizco ante el toro más vulgar de la novillada. Y lo logró en ocasiones, con pasajes brillantes incluso y alardes de valor más buscando la galería. Al final fueron los mejores, cuando más templado estaba el animal y dejaba estar y trazar al que lidiaba. Una estocada fulminante propició una vuelta al ruedo.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con picadores. Unas 5.000 personas en los tendidos.

Novillos de Los Chospes. De justa humillación y entrega, pero manejable el primero; zorrón a zurdas y medidor a diestras el renuente segundo; reservón y medidor el complicado tercero; sin sal ni chispa el anodino cuarto;

Carlos Aranda, en sustitución de Borja Collado, ovación y silencio.

Víctor Hernández, ovación y dos orejas.

Uceda Vargas, silencio y vuelta al ruedo.

FOTOS: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

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