domingo, 8 de mayo de 2022

Sevilla. La Feria ya no es lo que era / por Manuel Bohórquez Sevilla


 "...los flamencos de hoy no quieren feria, salvo que estén tiesos, y como los hay tiesos como la mojama, algo de flamenco hay en determinadas casetas, como la de Torres Macarena y otras, pocas. La Feria ya no es lo que era, dicen los flamencos. Y el flamenco tampoco. Nada es ya lo que era..."

La Feria ya no es lo que era

Manuel Bohórquez Sevilla
El Correo / Sevilla, 07 Mayo 2022
Coinciden muchos amigos y conocidos en que la Feria ya no es lo que era; que ha cambiado. A lo mejor somos nosotros, los feriantes, los que hemos cambiado. Aún hay quienes dicen que la buena era la del Prado de San Sebastián. Los flamencos, sobre todo, que iban a la caseta El Traga y disfrutaban allí de Perrate y Gaspar de Utrera, Miguel Funi, Fernanda, Bernarda y Chocolate. En los años sesenta se podía escuchar buen cante en esta caseta y en otras, de conocidos aficionados sevillanos con jurdó
Décadas antes era frecuente escuchar a Manuel Torres, Pastora Pavón y su hermano Tomás en estas casetas. Pericón de Cádiz relató en sus memorias cómo el gran Tomás Pavón pasaba las fatigas de la muerte para cantar por seguiriyas al lado del latoso organillo. Nunca ha sido la Feria lugar adecuado para el cante jondo, pero ahora menos aún con la música tan alta y el escaso paladar que hay en general para las cosas del arte. Un año fui con Chocolate a una fiesta de un mexicano, quien nada más entrar le dijo que le cantara un fandango a su madre, que estaba la pobre más muerta que viva. “¿Ya voy a cantá, joé, sin tomarme una copa?”, le espetó el genio jerezano. Antonio Núñez Montoya le cantó tres o cuatro fandangazos a la pobre mujer, con tan mala suerte de que le dio un síncope y se la tuvieron que llevar en ambulancia a García Morato. “¿Pero qué le ha hecho a mi madre, desgraciado?”, le preguntó el ricachón mexicano al maestro gitano. “Meterle el duende en el cuerpo, pero no lo ha resistío”, le contestó. “¡El diablo, le has metido el diablo!”. Nos fuimos, y ni cobró. De camino a su casa me contó la conocida anécdota de cuando un señorito de Sevilla le pagaba para que le cantara fandangos a la tumba de su madre desde el puente de San Jerónimo. “Yo cantando letras de muertos y el tío llorando a lágrima viva, de madrugada y lloviendo”, concluyó. El arte de buscarse la vida. Pero los flamencos de hoy no quieren feria, salvo que estén tiesos, y como los hay tiesos como la mojama, algo de flamenco hay en determinadas casetas, como la de Torres Macarena y otras, pocas. La Feria ya no es lo que era, dicen los flamencos. Y el flamenco tampoco. Nada es ya lo que era.

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