sábado, 18 de junio de 2022

En la muerte de un torero: Gracias por tanto, querido maestro Andrés Vázquez / por Paco Cañamero


En Madrid, la tarde que se encerró con seis toros de Victorino Martín

"...Se nos ha ido y este viernes del Corpus lo lloramos. Lloramos al grandioso torero, que fue mucho más que la decena de puertas grandes en Las Ventas y al amigo que era torero de culto. A Andrés, al Nono, al ‘brujo’, al que conocía desde muy antiguo gracias a ese mundo taurino que nos unió, donde nunca puso obstáculo alguno para entrevistas..." reportajes…"

Gracias por tanto, querido maestro Andrés Vázquez

Paco Cañamero
Glorieta Digital /Salamanca, 17 junio, 2022
Querido maestro. Aunque era esperada la triste noticia de su adiós a la vida, lo cierto es que se hace muy cuesta arriba escribir y volver a recordar a quien tanto has querido y disfrutado a su lado de infinidad de momentos para aprender de sus fuentes de sabiduría. Ahora que se acaba de ir de este mundo donde supo escribir su nombre con letras de oro y representar la Tauromaquia con tanta grandeza no cómo empezar, porque los recuerdos se amontonan. Siempre al lado de aquel Andrés, sencillo y humilde, que conocí cuando regresó a su terruño después de triunfar en tantas batallas y alcanzar tan altos honores en el toreo.

Allí, con los paisanos de Villalpando, con tu gente, eras feliz al recibir la visita de algún amigo que iba al encuentro del gran embajador de Zamora, de quien fue un símbolo de la España de los 60 y 70, la del NODO y su media verónica, la del veterano capeante que llega a figura, de quien trato a Franco y Juan Carlos I. La del niño que crece entre las privaciones de la postguerra y se hace rico. El del torero que triunfa y alterna con celebridades mundiales, hasta el punto que Cassius Clay -antes de ser Mohamed Ali- lo invitó a un combate a Las Vegas. El que siempre tiene escrito en todos los camino de su vida el nombre de Villalpando. Ese Villalpando al que acudía todo aquel que te admiró; desde nombres de postín al más humilde aficionado.

Se nos ha ido y este viernes del Corpus lo lloramos. Lloramos al grandioso torero, que fue mucho más que la decena de puertas grandes en Las Ventas y al amigo que era torero de culto. A Andrés, al Nono, al ‘brujo’, al que conocía desde muy antiguo gracias a ese mundo taurino que nos unió, donde nunca puso obstáculo alguno para entrevistas, reportajes… Después pasa la vida y todo cambia a partir de marzo de 2003 con motivo de mi llegada a Zamora, para trabajar en un periódico de nueva creación, y nacer una íntima relación de amistad que se ha mantenido hasta el final, aunque en los últimos años él ya viviera en su mundo, encerrado en sus recuerdos. En esa época siempre estaba tachado el miércoles, el día reservado para comer a su lado –en almuerzos que para mí era lecciones por lo mucho que aprendí-. Unos días íbamos a aquel templo gastronómico que era el ‘París’, otros al ‘Serafín’, de exquisitos manjares; , también al ‘Acero’ –que cocinaban un cocido de chuparse los dedos- o al ‘Casa Cipri’ y a par empecé a conocer a ese intimo círculo suyo que estaba siempre pendiente y los querían como a un hermano, o a un padre, como era su fiel Jaime –preocupado del maestro las 24 horas y que se tiene ganado el cielo-, su intimo amigo Avelino Martínez, los hermanos Del Castillo; el gran Enrique, de ‘La Cañada Real’, su sobrino Femi y Mario, junto a algunos más, con un sitio especial para Mariano ‘el dentista’, todos con el orgullo tenerlo a su lado y disfrutar de este personaje.

Era feliz recibiendo a sus amigos en su Villalpando natal

Y allí, feliz con sus amigos y soñando con ver correr a un galgo en El Raso detrás de una liebre, Andrés recibía a su apoderado Manolo Lozano; a sus compañeros, desde El Viti, a Andrés Hernando, pasando por Luis Miguel Calvo –tan querido por él-, Diego Urdiales, el nuevo Manzanares –a quien le regaló su juego de espadas en esa generosidad única que tenía-… ; sus banderilleros Mario Coelho y Vallito, su picador El Rubio o el ganadero Victorino Martín, con quien construyó tanta leyenda. O personalidades de la grandeza de Vicente del Bosque, a quien quería como un hermano vibrando siempre con los éxitos de sus equipos, porque el maestro fue un enorme futbolero, deporte que practicó con gran soltura en su juventud y después, ya en sus años de esplendor, gozó de la amistad y afecto de los jugadores del Real Madrid ‘ye yé’ y en especial de don Santiago Bernabéu, que lo quiso como a un hijo. Por eso Vicente, el gran Del Bosque, a quien conocía desde chaval, era tan especial y mientras tuvo lucidez hablaban prácticamente a diario.

Escribo a vuelapluma del querido y ya llorado maestro y a lo largo de estos días contaré más cosas, porque además tuve el inmenso de ser biógrafo suyo y de ir por toda España en aquella gira de presentación inolvidable. Aquellos viajes a Pamplona, plaza en la que cortó una rabo en San Fermin de 1964 y lo sacaron en hombros con Mario Coelho; en Logroño, con almuerzo para enmarcar en el cocina riojana de Pedro Mari Azofra; en Bilbao; en Torrejón de Ardoz, con nuestros amigos en un día donde me presentó a Ramón Cintas, el mejor aficionado que conocí; en Madrid, en Badajoz, en Valencia… O en Salamanca. En esa Salamanca a la que llegaba y lo primero que hacía era llamar a Santiago Martín ‘El Viti’, a quien tanto admiraba y sin reservas decía que para usted era un ejemplo, porque decía que usted no podría las calles de Salamanca, donde se hizo torero, sin llamar a Santiago para reverenciarlo. Son miles de vivencias, cientos de viajes a comer a Villalpando, muchas veces con toreros, como las veces que fue Juan José o los hermanos Javier y Damián Castaño…, que ahora recuerdo.

Junto a Santiago Martín ‘El Viti, quien siempre fue una referencia para él

Hoy, envuelto en la emoción y la tristeza, con las lagrimas asomando por los ojos le digo adiós. Aunque jamás lo olvidaré, porque tuve el inmenso honor de conocerlo muy bien, de ser tan amigos y además de un torero colosal solo puedo decir que era usted una gran persona y todo generosidad.

Maestro, algún día, cuando nos vayamos a la eternidad y en los ruedos celestiales preguntemos por usted ya nos dirá cómo fue el abrazo que le acabará de dar Antonio Bienvenida, o a su querido padrino Gregorio Sánchez, o a su admirado Antonio Ordóñez, o su fiel Mario Coelho…, o el de César Girón, el de Julio Robles –a cuya tumba fue a postraree-, a Juan José y al de tantos toreros que le precedieron en ese viaje para el que todos, más pronto o más tarde, tenemos pasaporte.

Gracias por tanto. Jamás lo olvidaré.

Con 80 años mató su último toro y regaló su colosal media verónica.

Dos fieles intérpretes de la escuela castellana, Andrés Vázquez y Juan José.

Con Antonio Lorca, de El País y el autor de este reportaje

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