martes, 14 de junio de 2022

Pasa la vida / por Pla Ventura


Comprobar y analizar el escalafón de los matadores de toros nos produce una desazón inmensa puesto que, los doce primeros clasificados viven del toro, algunos, hasta tienen la vida resuelta en dicha profesión con finca incluida; la segunda decena de diestros en dicha tabla clasificatoria digamos que, comen todos los días gracias al toro pero, ¿qué pasa con los noventa más que conforman dicho escalafón?

Pasa la vida

Pla Ventura
Toros de Lidia / 13 junio, 2022
A medida que transcurre el devenir cotidiano de nuestra existencia, si de toros hablamos, los que somos aficionados veteranos penamos a diario con el futuro de muchísimos toreros que, llenos de ilusiones se conforman al ver que pasa la vida, siguen donde estaban y, lo que es peor, no hay avance posible pese a que todos, sin distinción, entrenan a diario –un trabajo durísimo- como si mañana tuvieran que hacer una temporada completa porque, no olvidemos jamás que, todo torero, aunque no tenga para comer tiene que entrenar a diario.

Comprobar y analizar el escalafón de los matadores de toros nos produce una desazón inmensa puesto que, los doce primeros clasificados viven del toro, algunos, hasta tienen la vida resuelta en dicha profesión con finca incluida; la segunda decena de diestros en dicha tabla clasificatoria digamos que, comen todos los días gracias al toro pero, ¿qué pasa con los noventa más que conforman dicho escalafón? O sea que, más cien espadas se han vestido de toreros en la presente temporada pero, ¿les conoce alguien?

Esa es la tragedia, la miseria de esta fiesta que, si en su conjunto o brillantez resulta hermosa, el noventa por ciento de los hombres que la conforman son seres anónimos que, refugiados en sí mismos, a diario siguen rezando para que se produzca el milagro de ser llamados para torear, una tarea rociada de fe, de ilusión, de esperanza por ver si mañana es un día mejor.

Mucho mérito tienen todos estos muchachos que, sin tener nada y solo por vivir aferrados a sus ilusiones esperan esa oportunidad que casi nunca llega y, en ocasiones, cuando llega, está envenenada. Yo veo por ejemplo el caso de Fernando Adrián, el que el año pasado se erigiera como triunfador de la Copa Chenel y al que, para su fortuna, se le premió incluyéndole en la feria de San Isidro para confirmar su alternativa y, lo que es mejor, con un cartel de lujo. No hubo fortuna, no cuajó la cosa y, para infelicidad de Fernando Adrián todo ha quedado como estaba. El chico no aparece en ningún cartel. ¿Cabe desdicha mayor? Caber, no cabe, pero que existe es una realidad que aplasta. Y esa realidad se llama silencio.

Y como Adrián, todos los confirmantes en Madrid, a excepción de Tomás Rufo que le eligieron como figura del toreo antes de su confirmación y, en menor medida, Ángel Téllez, lo que ha sido toda una explosión de torería al más alto nivel y, veremos como acaba la temporada porque su nombre solo aparece de forma esporádica en algún que otro cartel, pero son el caché y categoría que sus logros merecen. Pensar, por ejemplo, que Joselito Adame se jugó la vida de una forma apasionada en Madrid, sufriendo incluso una voltereta dramática, toreando muy bien en Las Ventas y, todo ha quedado en la nada. Y, cuidado, que si de Adame hablamos, en México es la primera figura del toreo en el país azteca.

Podríamos dar muchos ejemplos que, en su momento, hasta creyeron que estaban en el olimpo de los dioses, caso de López Simón que, pese a su juventud, ha batido el récord de salidas en hombros de Madrid, cinco puertas grandes avalan su trayectoria y, en la actualidad, no le vemos anunciado en ninguna parte. ¿Se imagina alguien la desdicha que podrá estar sufriendo David de Miranda, aquel chaval que estuvo un año en recuperación por culpa de una maldita lesión, la superó, salió en hombros de Madrid y….? Tremendo todo lo que digo pero, de una verdad que asusta.

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