martes, 7 de junio de 2022

Rafael Nadal. Sin palabras / por Juan Manuel Rodríguez

Rafa Nadal celebrando su 14º Roland Garros | EFE

Rafa Nadal nos ha dejado a todos sin palabras, que es el único modo que tenemos los periodistas de echarle el lazo a una realidad para, en la medida de lo posible, tratar de adornarla y explicársela a los demás. No hay adorno posible, no existe explicación, Nadal ha agotado nuestra gramática, incluso la parda. Es probable que la palabra que más veces hayamos empleado haya sido "gracias", también a través de las redes sociales, vía Twitter, por Instagram, en la radio, en la tele, en la prensa escrita, hasta en TikTok.

Sin palabras

Juan Manuel Rodríguez
L.D. / Madrid, 06/6/2022 
Rafa ganó su primer Roland Garros en 2005. Por aquel entonces andaba yo por la Cadena Cope y, aunque aún no existía EsRadio, ya escribía en Libertad Digital desde hacía 5 años. Estoy seguro de que le dediqué un artículo en el periódico y, aunque no puedo asegurarlo al cien por cien, me atrevería a decir que abrí también con él el programa, no sé si el nacional del domingo por la noche o el local del lunes a mediodía. Su éxito parisino se repitió en 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y ayer, o sea 2022, y en todos ellos abrí con él el programa (en los últimos cinco ya en EsRadio) y le dediqué un artículo, siempre en Libertad Digital y puede que alguno en Marca, ya no me acuerdo. 

Ya sería complicado decir algo nuevo de Rafa si éste hubiera limitado sus éxitos a Roland Garros pero es que en 2009 y este mismo año ganó el Abierto de Australia, en Wimbledon lo hizo en 2008 y 2010 y en Estados Unidos ganó en 2010, 2013, 2017 y 2019. Si a todo ello le añadimos que fue medalla de oro en 2008, a mí me salen veintidós torneos del Grand Slam y un oro olímpico, o lo que es lo mismo veintitrés (con éste) aperturas del programa y otros tantos artículos dedicados a su persona. Este mediodía, en Fútbol EsRadio, Juan Pablo Polvorinos nos preguntó si éramos capaces de decir algo original sobre Nadal y Guillermo Domínguez, Jaime Ugarte y él mismo dijeron que no y yo me apresuré a decir que sí. Pues bien, querido Juan Pablo, mentí, no soy capaz de aportar nada original sobre Nadal, fue sólo un cebo para que me leyeran y escucharan por la noche.

Recuerdo, eso sí, que en una de las veintidós aperturas dedicadas a Rafa, y no fue ni muchísimo menos la más reciente, advertí sobre que se me habían agotado los adjetivos para que nadie esperara de mí nada sorprendente pero es que resulta que ahora se me han acabado también los sustantivos, los pronombres, los verbos y los adverbios, las preposiciones y las conjunciones; no tengo más morfemas, no me quedan determinantes posesivos, no hallo pronombres exclamativos, se me agotaron las perífrasis verbales, no existen tantas locuciones adverbiales ni conjunciones subordinantes. En definitiva, Rafa Nadal nos ha dejado a todos sin palabras, que es el único modo que tenemos los periodistas de echarle el lazo a una realidad para, en la medida de lo posible, tratar de adornarla y explicársela a los demás. No hay adorno posible, no existe explicación, Nadal ha agotado nuestra gramática, incluso la parda. Es probable que la palabra que más veces hayamos empleado haya sido "gracias", también a través de las redes sociales, vía Twitter, por Instagram, en la radio, en la tele, en la prensa escrita, hasta en TikTok. Le hemos dado muchas veces las gracias a Rafa en español porque le consideramos uno de los nuestros, una versión mejorada de la imagen que traslada España al exterior, pero también se la han dado en inglés, francés, ruso o chino porque 

Nadal ha pasado de ser una estrella del deporte español y mundial para convertirse en un concepto, un pensamiento que hace mucho tiempo que superó las dimensiones de una pista de tenis, saltó por encima de la Philippe Chatrier y se transformó en una idea, y no en una cualquiera sino en una realmente inspiradora.

Es así, Nadal nos inspira. Bueno, a mí probablemente ya no porque como decía se me agotaron las palabras, pero ha sido, está siendo inspirador para varias generaciones. En estos tiempos que nos ha tocado vivir, los del todo fácil, todo rápido y todo sencillo, Rafa es una idea de futuro, una para los más jóvenes. Lo que nos está diciendo en el fondo Nadal (lo que, fundamentalmente os está diciendo a las nuevas generaciones) es que no hay nada gratis, que todo cuesta, que el esfuerzo ennoblece y que hay que seguir intentándolo a pesar de todo. Sí hay una palabra que ha puesto de moda Rafa y que hemos sabido recientemente que le martiriza desde hace años, y es la palabra escafoides, el hueso navicular, un pequeño elemento óseo que se sitúa en la zona tarsiana del pie y que le provoca un dolor insufrible contra el que también debe competir. El otro día Pau Gasol, que es el otro deportista español que nos ha dejado sin palabras, recibió la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo. Es tan buena persona Pau que, emocionado, se echó a llorar por todo el cariño que ha recibido. Como Gasol, Rafael Nadal también ha agotado mi léxico y sólo se me ocurre algo tan poco original como volver a darle las gracias. Gracias, también, por presumir de España, otra cosa que se está poniendo difícil últimamente. No es original, lo sé, pero es sincero. Gracias por ser como eres, Rafa, y ojalá que dentro de un año, si Dios quiere, me obligues a tener que dedicarte otra vez un artículo o el comentario de entrada del programa. Gracias, gracias, gracias. Gracias por agotar todas las palabras.

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